Joan Royo Gual
El
año empezó agitado, después de que en diciembre de 2015 el presidente
de la Cámara de los Diputados, Eduardo Cunha (Partido del Movimiento
Democrático de Brasil), decidiera sacar del cajón una petición de
"impeachment" y llevarla a votación.
Tema: El "impeachment" de la presidenta Dilma Rousseff en Brasil
A partir de ahí Rousseff intentó a toda prisa reconstruir su ya de por sí debilitada base aliada, afectada por los desencuentros con su vicepresidente Michel Temer, que desde hacía tiempo iba dando señales de desencanto con la presidenta, diciendo que se sentía un "vice decorativo" y que hacía falta alguien capaz de unir al país.
En medio
de la búsqueda de alianzas sólidas Rousseff decidió nombrar al ex
presidente Luiz Inácio Lula da Silva ministro de la Casa Civil –el
segundo cargo más importante del gobierno– lo que desató una fuerte
polémica, puesto que muchos interpretaron el gesto como una manera de
protegerle de la Justicia.
Unos días antes Lula fue llevado a testificar por la fuerza en un aeropuerto de São Paulo por decisión del juez Sérgio Moro en el marco de la Operación Lava Jato, en una escena que también tensó los ánimos de partidarios y detractores del gobierno. A lo largo de todo el año Lula ha sido imputado por varias causas relacionadas con presuntos delitos de corrupción.
El nombramiento de Lula como ministro, que Rousseff argumentó como una forma de buscar alianzas en el Congreso dadas las buenas relaciones que Lula sabe tejer con diputados y senadores fue bloqueado por la Justicia y la maniobra acabó por debilitar aún más a Rousseff.
En la calle las manifestaciones a favor del "impeachment" de Rousseff organizadas por movimientos apartidarios, como el Movimento Brasil Livre y Vem Para Rua, tomaban fuerza en nombre de la lucha anticorrupción y con el Partido de los Trabajadores (PT) como principal objeto de las críticas.
El cénit de la crisis política llegó en abril, cuando la Cámara votó a favor de la apertura del proceso de destitución en una acalorada sesión donde los diputados apenas hablaron del supuesto delito que habría cometido Rousseff: maquillaje fiscal para evitar que las arcas del Estado se quedaran en números rojos.
El vicepresidente Temer asumió el cargo de forma interina y nombró un gabinete formado únicamente por hombres, blancos y de avanzada edad, además de suprimir ministerios como el de Cultura y el Mujeres, Igualdad y Derechos Humanos, lo que también generó numerosas críticas.
El Gobierno avanzó rodeado de polémica mientras Brasil se preparaba para estar en el centro de las miradas del mundo gracias a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, aunque la sensación general es que no era el mejor momento: unas semanas antes el gobernador del estado de Río decretó el estado de "calamidad financiera".
Pese a los temores iniciales relacionados con la seguridad y el virus del zika los Juegos fueron un éxito de organización y para la sociedad de brasileña supusieron una tregua y una inyección de autoestima en medio de un ambiente muy crispado.
Tema: Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Río de Janeiro 2016
En los últimos meses autorizó que empresas extranjeras puedan explotar el petróleo del presal, sacó adelante una reforma de la Constitución que congela el gasto público 20 años, una reforma de las pensiones que eleva la edad de jubilación hasta los 65 años y para 2017 espera aprobar una reforma laboral que flexibiliza las relaciones entre empresarios y trabajadores.
En
paralelo a las medidas de Temer, que aunque son impopulares muchos
brasileños ven como un remedio amargo para superar la crisis, la
Operación Lava Jato, omnipresente en la vida política de Brasil desde
2014, continuó haciendo mella en todo el arco político.
Los investigadores liderados por Moro acabaron deteniendo a Cunha, que hasta entonces parecía intocable, y en el seno del PMDB y del gobierno se temían las confesiones que pudiera hacer a la policía, que por el momento aún están por llegar.
Otras confesiones, las de los directivos de la empresa Odebrecht, sí que pusieron contra las cuerdas a Temer: uno de ellos aseguró que el presidente pidió diez millones de reales (más de tres millones de dólares) de forma irregular para financiar su campaña electoral.
El
presidente negó las acusaciones y cerró en falso la enésima crisis de
gobierno, igual que el episodio en que el ministro de Cultura Marcelo
Calero le acusó de haberle presionado para que escondiera un caso de
tráfico de influencias que afectaba al ministro de la Secretaría del
Gobierno, Geddel Vieira Lima, que también acabó dimitiendo.
A la delicada salud del gobierno –seis ministros de Temer han dimitido en apenas unos meses– se une el estado de la economía, que apenas da signos de mejora a pesar de las recetas de austeridad.
El año 2016 terminará con una recesión del 3,4 por ciento –el segundo peor dato de la historia, tras 2015– y para 2017 las previsiones ya se han revisado a la baja y se espera un crecimiento de apenas el 0,8 por ciento, según las últimas estimaciones del Banco Central.
Por si
fuera poco para los brasileños el año se despidió con la tragedia aérea
del Chapecoense, que conmocionó al país: 71 personas murieron al
estrellarse el avión en Colombia, donde el Chapecoense iba a disputar
una histórica final contra el club Atlético Nacional de Medellín.
Tema: El siniestro del avión con futbolistas del club brasileño Chapecoense
Estas noticias, sumadas a las muertes de celebridades y otros acontecimientos internacionales, como el "Brexit", el triunfo de Donald Trump, el "no" al acuerdo a la paz en Colombia o la guerra de Siria hacen que muchos brasileños hablen del 2016 como uno de los peores años de la historia reciente.
Tema: El "impeachment" de la presidenta Dilma Rousseff en Brasil
A partir de ahí Rousseff intentó a toda prisa reconstruir su ya de por sí debilitada base aliada, afectada por los desencuentros con su vicepresidente Michel Temer, que desde hacía tiempo iba dando señales de desencanto con la presidenta, diciendo que se sentía un "vice decorativo" y que hacía falta alguien capaz de unir al país.
Unos días antes Lula fue llevado a testificar por la fuerza en un aeropuerto de São Paulo por decisión del juez Sérgio Moro en el marco de la Operación Lava Jato, en una escena que también tensó los ánimos de partidarios y detractores del gobierno. A lo largo de todo el año Lula ha sido imputado por varias causas relacionadas con presuntos delitos de corrupción.
El nombramiento de Lula como ministro, que Rousseff argumentó como una forma de buscar alianzas en el Congreso dadas las buenas relaciones que Lula sabe tejer con diputados y senadores fue bloqueado por la Justicia y la maniobra acabó por debilitar aún más a Rousseff.
En la calle las manifestaciones a favor del "impeachment" de Rousseff organizadas por movimientos apartidarios, como el Movimento Brasil Livre y Vem Para Rua, tomaban fuerza en nombre de la lucha anticorrupción y con el Partido de los Trabajadores (PT) como principal objeto de las críticas.
El cénit de la crisis política llegó en abril, cuando la Cámara votó a favor de la apertura del proceso de destitución en una acalorada sesión donde los diputados apenas hablaron del supuesto delito que habría cometido Rousseff: maquillaje fiscal para evitar que las arcas del Estado se quedaran en números rojos.
El vicepresidente Temer asumió el cargo de forma interina y nombró un gabinete formado únicamente por hombres, blancos y de avanzada edad, además de suprimir ministerios como el de Cultura y el Mujeres, Igualdad y Derechos Humanos, lo que también generó numerosas críticas.
El Gobierno avanzó rodeado de polémica mientras Brasil se preparaba para estar en el centro de las miradas del mundo gracias a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, aunque la sensación general es que no era el mejor momento: unas semanas antes el gobernador del estado de Río decretó el estado de "calamidad financiera".
Pese a los temores iniciales relacionados con la seguridad y el virus del zika los Juegos fueron un éxito de organización y para la sociedad de brasileña supusieron una tregua y una inyección de autoestima en medio de un ambiente muy crispado.
Tema: Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Río de Janeiro 2016
Los
carteles de "Fora Temer" se dejaban ver en los estadios mientras el
presidente interino se ausentaba de la ceremonia de clausura para evitar
abucheos –la popularidad de Temer, según el instituto de opinión
Datafolha, ha ido cayendo con el tiempo y ahora tan solo el 10 por
ciento de los brasileños le aprueba–.
Tras los Juegos, el 31 de
agosto, se consumó el proceso de "impeachment" y el Senado apartó a
Rousseff definitivamente de su cargo, dejando vía libre a Temer para
llevar a cabo su programa de reformas, dando un giro neoliberal a la
economía.En los últimos meses autorizó que empresas extranjeras puedan explotar el petróleo del presal, sacó adelante una reforma de la Constitución que congela el gasto público 20 años, una reforma de las pensiones que eleva la edad de jubilación hasta los 65 años y para 2017 espera aprobar una reforma laboral que flexibiliza las relaciones entre empresarios y trabajadores.
Los investigadores liderados por Moro acabaron deteniendo a Cunha, que hasta entonces parecía intocable, y en el seno del PMDB y del gobierno se temían las confesiones que pudiera hacer a la policía, que por el momento aún están por llegar.
Otras confesiones, las de los directivos de la empresa Odebrecht, sí que pusieron contra las cuerdas a Temer: uno de ellos aseguró que el presidente pidió diez millones de reales (más de tres millones de dólares) de forma irregular para financiar su campaña electoral.
A la delicada salud del gobierno –seis ministros de Temer han dimitido en apenas unos meses– se une el estado de la economía, que apenas da signos de mejora a pesar de las recetas de austeridad.
El año 2016 terminará con una recesión del 3,4 por ciento –el segundo peor dato de la historia, tras 2015– y para 2017 las previsiones ya se han revisado a la baja y se espera un crecimiento de apenas el 0,8 por ciento, según las últimas estimaciones del Banco Central.
Tema: El siniestro del avión con futbolistas del club brasileño Chapecoense
Estas noticias, sumadas a las muertes de celebridades y otros acontecimientos internacionales, como el "Brexit", el triunfo de Donald Trump, el "no" al acuerdo a la paz en Colombia o la guerra de Siria hacen que muchos brasileños hablen del 2016 como uno de los peores años de la historia reciente.
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