Muy
próximo a concluir el libro Cien horas con Fidel, Ignacio Ramonet le
preguntó: “¿Me imagino que se alegraría usted de la victoria de Evo
Morales en la elección presidencial de Bolivia, el 18 de diciembre de
2005?” Fidel le responde: “Mucho. Esa elección, contundente,
indiscutible, conmovió al mundo, por ser la primera vez que es escogido
un presidente indígena en Bolivia, lo cual es extraordinario. Evo posee
todas las cualidades para dirigir a su país y a su pueblo en esta hora
difícil que no se parece a ninguna otra.”
La
amistad entre ellos data desde mucho antes de que Evo fuera electo
presidente. Como dirigente sindical cocalero ya había participado de
varias reuniones de los movimientos sociales en La Habana. La relación
se fortaleció una vez que llegó Evo a la presidencia. Éste desafió a la
tradición latinoamericana, que se caracterizaba porque cada vez que
alguien era elegido, lo primero que hacía era visitar la Casa Blanca,
para ponerse a las órdenes del Imperio. Evo a pocos días de ganar las
elecciones el primer país que visitó fue Cuba. En el recibimiento Fidel
dijo: “Lo invitamos a visitar Cuba antes de las elecciones porque
sabíamos que iba a ganar”. Eso causó un tremendo revuelo en la prensa
internacional. Así Evo le mandaba un mensaje al mundo, de cuál sería el
derrotero a seguir. Valiente, libre y soberano, ni bien supo los
resultados de las elecciones le escribió a Fidel prometiéndole acompañar
en la “lucha antiimperialista” y a la prensa le dijo: “Ahora tengo la
oportunidad de estar junto a él en esta lucha, en busca de paz con
justicia social”.
A estas alturas ningún analista
discute el liderazgo de Evo Morales no solo en Bolivia sino en América
Latina. Como buen discípulo de Fidel, desde el principio de su lucha
política se puso de lado de los más pobres y desposeídos; nunca ha
ocultado ser un convencido antimperialista y de firme filiación
socialista. Es un líder revolucionario y popular, que se ha enfrentado a
todo tipo de ataques de la oligarquía boliviana que actúa apadrinada
por Washington. Ha sabido defender la soberanía y la independencia de
Bolivia. Sus enemigos, dentro y fuera del país, han tratado de minar su
liderazgo, pero no han podido, y cada vez sale más fortalecido. Es
patético escuchar cómo en la televisión española, los “analistas” se
sientan a evaluar y lanzar críticas –todavía viven en el siglo XV-,
contra él; siguen preocupados como hace de diez años, ¿por qué Evo
Morales no viste de traje? Así de ridícula es esa gente.
Dado
el tremendo arraigo popular que tiene, Evo aceptó recientemente volver a
ser candidato para el 2019. El anuncio provocó serios problemas
cardiacos a la oligarquía boliviana (Donald Trump todavía no sabe –ni
sabrá- dónde queda Bolivia). Sin perder la humildad que le caracteriza
dijo: "Muchos de ustedes ya me hicieron creer. Me han dicho que la vida
de Evo no es de Evo; la vida de Evo es del pueblo. Estoy obligado a
someterme a ustedes para seguir trabajando por nuestra querida Bolivia."
Existen
cuatro vías legales para sortear el actual bloqueo constitucional que
le impide presentarse para una nueva reelección y él puede emplear
cualquiera de ellas: la primera consiste en una reforma parcial de la
Constitución a través de una iniciativa ciudadana; la segunda sería una
nueva reforma constitucional que, además de autorizar la prórroga del
mandato, incluirá en el texto el reconocimiento de los bonos en favor de
niños y ancianos; la tercera es que el presidente renuncie antes de las
elecciones de 2019, adelantando el término de su actual mandato, y la
cuarta, una interpretación "amplia de la Constitución”, con la finalidad
de que la población "tenga el derecho de tener al gobernante que quiere
elegir".
El pueblo lo ha pedido y Evo lo ha
aceptado. El anuncio de su candidatura ha sido el mejor regalo de fin de
año para los bolivianos y para los pueblos latinoamericanos que siguen
los ideales de Fidel y de Chávez. ¡Tremendo golpe para la oligarquía
boliviana y para el Imperio!
Así lo ha expresado
Morales: "Si el pueblo dice sí, Evo seguirá con el pueblo para seguir
garantizando esta revolución democrática y cultural"
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