La Jornada
El ministro de Defensa de Israel, Avigdor Lieberman, llamó ayer a la comunidad judía a abandonar Francia ante la
persecuciónque, dijo, desatará en su contra la conferencia de paz sobre Oriente Medio que se realizará en la ciudad de París, Francia, el 15 de enero próximo.
De acuerdo con el también ex canciller, la conferencia en la que más
de 70 países han sido convocados para relanzar el proceso de paz entre
israelíes y palestinos se plantea como un juicio contra toda la nación
israelí que amenaza la identidad judía y recuerda al famoso caso
Dreyfus. En el citado episodio vergonzoso de la historia europea, un
capitán francés de origen judío fue acusado de entregar secretos
militares a Alemania, lo que se convirtió en paradigma de manipulación
judicial y mediática antisemita.
Las declaraciones del político extremista de derecha se producen tras
la histórica resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) que el pasado viernes condenó la política de
asentamientos de Israel en el territorio palestino de Cisjordania y en
Jerusalén Oriental por ser
una flagrante violación de la ley internacional y un gran obstáculo para conseguir una solución de dos estados. El proyecto presentado por Malasia, Senegal, Nueva Zelanda y Venezuela fue aprobado con el voto de 14 de los 15 miembros del consejo y gracias a la inusual abstención de Estados Unidos, miembro permanente que ha usado de manera sistemática su poder de veto para proteger a Israel de cualquier llamado a cumplir con la legalidad.
Aunque la resolución de Naciones Unidas busca restaurar un elemental
principio de justicia y congruencia para las conversaciones de paz, el
Estado israelí ha reaccionado de manera por demás desproporcionada y con
desfiguros diplomáticos, como la acusación paranoica contra el gobierno
de Barack Obama de
conspirarcon los palestinos para aprobar la moción, o el llamado en Navidad para reprender a los embajadores de 10 naciones que votaron en favor de la medida. Otras disposiciones tomadas ayer incluyeron el corte de los programas de ayuda a Senegal y la orden de revaluar la presencia de Israel en la ONU.
Esta forma de arrogancia resulta característica del
comportamiento interno y externo de Israel, mientras su continuidad se
explica por el irrestricto apoyo de Estados Unidos a sus medidas
punitivas contra el pueblo palestino. En el caso particular de los
asentamientos, pese a la condena casi unánime de la comunidad
internacional, el paraguas militar y diplomático ofrecido por los
gobiernos estadunidenses de ambos partidos ha permitido que éstos no
sólo se mantengan sino que en los años recientes hayan experimentado una
notoria y provocadora expansión.
Lejos de esta actitud hostil y aislacionista, Israel debe aprovechar
la oportunidad de retomar las conversaciones de paz con un ánimo de
apertura al diálogo y respeto al derecho del pueblo palestino a contar
con su propio Estado. Para ello, es indispensable comenzar con el acato a
la resolución aproba- da el viernes 23, poner fin a los asentamientos
en territorio árabe y reiniciar los acercamientos con su contraparte y
con la comunidad internacional.
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