¿Tiene
el pueblo de Honduras el derecho a elegir su propio presidente y
congreso? Eso depende de a quién se le pregunte. En 2009, el presidente
centroizquierdista del país, Mel Zelaya, fue derrocado en un golpe
militar que fue apoyado en gran medida (y según Zelaya,
organizado) por el gobierno estadounidense. Después de seis meses y una
gran ola de represión política, el gobierno golpista fue restituido con
unas elecciones que casi todo el hemisferio – con excepción de, sí,
usted lo adivinó, Estados Unidos – rechazó por ser consideradas ilegítimas.
Cuatro
años después, este 24 de noviembre, los votantes hondureños acudirán
una vez más a las urnas para participar en una lucha entre el partido
pro democracia LIBRE, fundado por individuos que se opusieron al golpe,
y el partido oficial, el Partido Nacional, cuyo abanderado será Juan
Orlando Hernández, presidente del Congreso Nacional y quien apoyó el
golpe militar de 2009.
Si se tratara de una lucha limpia, es muy
probable que LIBRE, cuya candidata presidencial es Xiomara Castro,
esposa de Mel Zelaya, triunfara. La situación económica juega un papel
importante en la mayoría de elecciones, y en general, un gobierno que
ha presidido un deterioro en los niveles de vida de la mayoría de la
población no es retornado al poder. Los datos de encuestas muestran que
el 80 por ciento de los hondureños piensa que su situación actual es
peor de lo que era hace cuatro años, y los datos respaldan esa opinión.
El 10 por ciento más alto obtuvo más del 100 por ciento del total del
aumento en el ingreso durante los dos años después del derrocamiento de
Zelaya, revirtiendo marcadamente una fuerte tendencia hacia una mayor
igualdad durante los años de Zelaya. El número de personas que
involuntariamente trabajan medio tiempo ha tenido un incremento de 176
por ciento. La pobreza también ha aumentado, mientras que se había
reducido de manera importante con Zelaya, quien logró un aumento del
salario mínimo de casi el 100 por ciento en términos reales durante sus
3,5 años en el poder. Incluso la inversión privada, a pesar de las
quejas de empresarios que apoyaron el golpe, creció a un ritmo mucho
más rápido con Zelaya que con el régimen actual.
Pero como es de imaginarse, estas elecciones no serán peleadas en condiciones de igualdad.
Durante los últimos seis meses ambos el Senado y la Cámara de
Representantes de EE.UU. han enviado cartas al secretario de Estado
John Kerry expresando serias preocupaciones por la represión política y
sus implicaciones para las elecciones el próximo mes en Honduras. La carta del Senado
destacó un “patrón de violencia y amenazas en contra de periodistas,
defensores de derechos humanos, miembros del clero, líderes sindicales,
miembros importantes de la oposición, estudiantes, pequeños
agricultores y activistas de la comunidad LGBT..”, así como
“ejecuciones extrajudiciales”.
La carta del 15 de octubre por parte de la Cámara de Representantes
mencionó que “al menos dieciséis activistas y candidatos de LIBRE han
sido asesinados desde junio de 2012” y que “el gobierno de Honduras no
ha logrado investigar y procesar efectivamente a los responsables de
estos asesinatos…”.
“Los abusos a los derechos humanos bajo el
gobierno actual continúan siendo una amenaza en contra de las
libertades civiles básicas, los candidatos de oposición no disfrutan de
igualdad de condiciones y las fuerzas de seguridad del Estado están
tomando un papel cada vez más importante y ominoso en el contexto de
las elecciones.
Estamos particularmente alarmados tras descubrir
que el partido oficial y su candidato presidencial, el Sr. Juan Orlando
Hernández, dominan actualmente todas las instituciones clave del
gobierno, incluso la autoridad electoral del país y el ejército, el
cual distribuye las papeletas de votación -- lo que limita las opciones
de los ciudadanos hondureños en caso de que se cometa fraude durante el
proceso electoral o que las violaciones a los derechos humanos
continúen siendo una amenaza al debate abierto”.
El problema es
que el gobierno de Obama no respeta ni el derecho a elecciones libres,
ni los derechos humanos básicos en Honduras. Hicieron el gran esfuerzo
en 2009 por deshacerse del presidente democráticamente electo y pagaron
un importante costo político en el hemisferio: en esos momentos, todos
los gobiernos de Sudamérica esperaban que Obama actuara de manera
diferente a su predecesor y le creyeron cuando prometió que Washington
no le daría apoyo al golpe. Y sufrieron más que una decepción; el apoyo
del gobierno de Obama al golpe y su manipulación de la Organización de
Estados Americanos con estos fines, llevaron a que se fundara una nueva organización hemisférica, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la cual excluye a Estados Unidos y Canadá.
¿Qué
se puede hacer entonces? Los gobiernos de Sudamérica deben expresarse
energéticamente a favor de unas elecciones libres y de los derechos
humanos en Honduras. Dado que la izquierda Latinoamericana tiene una
preocupación profundamente arraigada por la soberanía nacional, los
gobiernos progresivos han sido renuentes a tomar cualquier acción que
parezca ser una interferencia en los asuntos internos de otros países.
Esto los pone en desventaja frente a Washington, que no tiene ese tipo
de escrúpulos y que interviene con millones de dólares en las
elecciones actuales.
Pero Sudamérica ha mostrado frecuentemente
su apoyo a los gobiernos que son amenazados o acosados por Estados
Unidos: recientemente en los casos de Venezuela después de las
elecciones presidenciales de abril y de Bolivia cuando el avión de Evo
Morales fue forzado a aterrizar en Europa el pasado julio. También
intervino en 2009 para frenar a Washington en su intento de aumentar su
presencia militar en Colombia, la cual fue vista como una amenaza a la
región.
Como señaló
el presidente Rafael Correa de Ecuador en 2009, el golpe de Washington
en Honduras también fue una amenaza para la región, así como lo es su
colaboración con el gobierno resultante para prevenir que se den
elecciones democráticas. Y también lo es la militarización de Honduras,
con el aumento por parte de Estados Unidos de sus bases en ese país.
Esto es parte de la respuesta de Washington ante la elección de
gobiernos de izquierda a lo largo de la mayor parte del hemisferio:
aumentar su presencia militar y solidificar su control en los pocos
lugares en donde, gracias al exterminio de la democracia, aún reina a
sus anchas.
Los líderes sudamericanos deben recordarle al mundo
que ésta es una lucha por la autodeterminación – que los hondureños no
renuncien a sus derechos civiles y nacionales solamente porque Estados
Unidos tiene bases en su país y piensa que esto es más importante que
tener elecciones libres.
Este artículo fue publicado por el diario The Guardian Unlimited el 29 de octubre de 2013.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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