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martes, 4 de diciembre de 2012

Despertar de la clase trabajadora Señales de vida




Trabajadores de los restaurantes de comida rápida en Nueva York lanzaron una campaña para demandar un salario digno, mientras hace una semana, en cientos de actos a lo largo del país, trabajadores de Walmart y aliados comunitarios realizaron un breve paro de labores y manifestaciones. Ambos actos no tuvieron precedente en este país. Aproximadamente 500 trabajadores participaron con cientos de simpatizantes y aliados comunitarios y sindicales en cientos de actos en las afueras de las tiendas Walmart por todo el país el viernes negro, en demanda de mejores salarios, mayor participación en la toma de decisiones sobre condiciones y horarios, seguro de salud y más. La empresa comercial más grande del mundo (sólo en Estados Unidos tiene cerca de un millón 400 mil empleados) intentó reducir las dimensiones de lo sucedido, pero los trabajadores y aliados afirman que fue sólo un primer aviso de una iniciativa que se ha ampliado en el último año, y algo que jamás ha enfrentado la empresa –conocida como una de las más antisindicales– en sus 50 años de existencia.

Pocos días después un incendio en una fábrica de confección en Bangladesh, Tazreen, donde se fabricaba ropa para Walmart, entre otras empresas, causó la muerte de 112 trabajadores. Cuando el incendio empezó, cundió el pánico porque no había salidas de emergencia de la maquiladora. Primero Walmart afirmó que no tenía ninguna relación con esa fábrica, pero después de que trabajadores de ésta difundieron fotos de las etiquetas de la ropa que fabricaban, tuvo que admitir que esa empresa era su subcontratista.

El incendio no fue nada nuevo. Durante las últimas dos décadas se han originado por lo menos 33 incendios en ese tipo de maquiladoras en Bangladesh, que han cobrado la vida de cerca de 500 trabajadores. Ese es el precio de la ropa barata que se vende en Walmart, Gap y otras empresas, señalan defensores de derechos laborales en ambos países. El gran éxito de Walmart está basado en reducir precios a lo más barato, lo cual implica pagar lo mínimo a los que fabrican sus productos en el extranjero y a sus trabajadores que los venden aquí.

Esas maquiladoras antes se concentraban en Nueva York, donde hace un siglo era la capital de la industria de la confección. Hace un siglo, en 1911, se incendió una maquila, Triangle Shirtwaist, a una cuadra del parque de Washington Square. Las salidas de emergencia tenían candado y muchos trabajadores –en su mayoría mujeres jóvenes (algunas de 14 años) inmigrantes italianas y judías– se lanzaron por las ventanas desde 10 pisos arriba. Murieron 146. La tragedia sacudió al país y generó un movimiento de reforma que impulsó algunas de las primeras leyes de salud y seguridad en el trabajo, así como la organización de un poderoso sindicato nacional: ILGWU. Ahora el traslado global de producción ha permitido a empresas de venta al menudeo como Gap y Walmart regresar el reloj a 1911, recreando en lugares como Bangladesh las condiciones brutales y los costos muy reducidos que prevalecían en los tiempos del incendio de Triangle, afirmó Scott Nova, director del Consorcio de Derechos de los Trabajadores.

Robert Reich, secretario del Trabajo en el gobierno de Bill Clinton y experto en políticas públicas, comenta que hace 50 años el empleador privado más grande del país era General Motors, que pagaba a sus empleados un sueldo por hora equivalente aproximadamente a 50 (incluyendo beneficios de pensión y salud) dólares actuales. Hoy, agregó, el empleador más grande del país es Walmart, cuyo empleado promedio gana 8.81 la hora, mientras un tercio de sus empleados trabajan menos de 28 horas a la semana y por lo tanto no califican para obtener beneficios. Reich agrega que Walmart tuvo ingresos por 16 mil millones en 2011, mucho de lo cual enriqueció a los accionistas de la empresa, incluida la familia de su fundador, Sam Walton. Señala que la riqueza de la familia Walton excede a la de 40 por ciento de las familias que están hasta abajo de la pirámide económica combinadas.

Mientras tanto, en otro sector de salarios mínimos, en Nueva York se lanzó el esfuerzo más ambicioso hasta ahora para sindicalizar a trabajadores del sector de comida rápida en este país. La iniciativa Fast Food Forward está encabezada por una amplia coalición de organizaciones comunitarias, de derechos civiles y sindicatos en Nueva York. La iniciativa, anunciada el jueves, busca sindicalizar a trabajadores de Taco Bell, Burger King, McDonald’s, Domino’s Pizza y más en esta ciudad.

La rama de comida rápida en este país es una industria con valor de 200 mil millones de dólares. La campaña señala que el año pasado el ejecutivo en jefe de Wendy’s fue remunerado con 16 y medio millones, mientras sus trabajadores ganan menos de 20 mil dólares al año. Muchos sólo ganan 8 dólares o menos la hora, y la campaña tiene el objetivo de elevar ese nivel salarial a 15 dólares por hora. Se calcula que unos 50 mil trabajadores están empleados en esa industria en Nueva York. A la vez, esta iniciativa afirma que forma parte de la lucha a nivel nacional por trabajadores de salarios bajos en varios sectores, como los de Walmart.

Reich, como tantos analistas más, señala que uno de los grandes factores en el desplome en los ingresos y beneficios para trabajadores y la dramática concentración de riqueza en el país tiene que ver con el debilitamiento de los sindicatos. Más de un tercio de los trabajadores del sector privado estaban sindicalizados en los años 50; hoy menos de 7 por ciento pertenece a un gremio.

Pero con estas iniciativas y múltiples esfuerzos más locales, pero igualmente vitales en varias esquinas del país, tal vez no es el fin de los sindicatos. Y vale subrayar que, como siempre en la historia de este país, parte del nuevo movimiento laboral está encabezado por inmigrantes. No pocos se preguntan si estas nuevas iniciativas son señales de vida para el sindicalismo en Estados Unidos.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/12/03/opinion/029o1mun

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