Margarita Carrera
Generalmente el genocidio va unido al racismo. Genocidio se refiere a la destrucción parcial o total de grandes grupos humanos por motivos de raza, de religión, de nación, de política. En la época de la Colonia y aún en la actualidad, en América Latina, por ejemplo, existen seres blancos, morenos y negros, con caracteres físicos diferentes. La mayoría, sin duda, son mestizos: unión de españoles con indígenas. Imposible hablar de pureza de raza como lo quiso hacer Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.
Entonces se condenó a la raza judía y se la consideró culpable de todos los males —y no solo económicos— en Europa. Por eso debía desaparecer. La maldad en este sentido llegó a los máximos extremos. Sobre todo, en los “campos de concentración”.
Millones de judíos fueron víctimas del racismo hitleriano, que se extendió a otros países, según los nazis iban triunfando en la guerra. Muchos filmes se han realizado con tal tema. Aunque difícilmente se podría distinguir físicamente entre un judío y un europeo.
En América Latina se cometió y se siguen cometiendo atropellos y maldades en contra de la raza indígena. Se ha empleado la discriminación, las masacres y el genocidio. Aunque la palabra masacre pareciera no tener relación con el término genocidio, generalmente están enlazadas, porque la palabra genocidio viene del griego: “genós” y “caedere”: matar o exterminar. En general, genocidio hace alusión a delitos contra grupos humanos específicos.
La historia universal de toda época da ejemplos en donde raramente no haya tenido lugar semejante infamia. En Latinoamérica, los españoles explotaron a los indígenas. Luego, los mestizos hicieron lo mismo con sus parientes indígenas.
En la actualidad, además de ser explotados, son tratados en las fincas como entes inferiores, condenados a dedicarse a sembrar y cosechar café, por ejemplo.
Asimismo, nuestra historia está plagada de masacres, en donde han hecho intervenir a los mismos indígenas contra otros indígenas. Así tenemos la serie de masacres que se sucedieron en Rabinal, la cual respondía al mismo patrón. Generalmente eran planificadas por el ejército. Recordando que los miembros del ejército, sobre todo los soldados, pertenecen a la raza indígena.
Un libro que debe continuar como texto es La Patria del Criollo, de Severo Martínez Peláez. En esta obra se analizan las relaciones de producción, el trabajo mismo de los indios y de los ladinos menesterosos; asimismo las pugnas entre grupos dominados y dominantes. Españoles, indios, mestizos, son valorados dentro del contexto político, económico y cultural de su propia clase.
Característica del libro es que Martínez no exalta ni niega valores, sino explica realidades incontrovertibles.
Aunque las bases de la sociedad colonial se refieren fundamentalmente al trabajo de los indios y de los ladinos menesterosos y a las diversas formas en que han sido explotados.
El desprecio de parte de los criollos o ladinos por el indígena no ha desaparecido del todo, a pesar de las obras que lo exaltan y encomian su labor y su cultura. Pero también el indígena no confía del todo en el ladinos sabe de sus grandes defectos y engaños.
La obra literaria de Flavio Herrera es ejemplo de lo dicho. Para ello, recurro a su novela La tempestad, cuyo personaje principal nos habla de “indios sórdidos y pedigüeños”, que se caracterizan por ser, además, haraganes.
Lo único que se pretende con este ensayo es ir a las bases de la sociedad guatemalteca en el transcurso de su historia. Demostrar que siempre está presente la pugna entre dominados y dominantes.
Los últimos continúan siendo los mismos, aunque ya son juzgados en diferente clase de estudios y libros.
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