Por Patricio Echegaray
En las últimas semanas hemos visto como el gobierno nacional decidió avanzar firmemente en el siempre vigente reclamo sobre la soberanía argentina en las Islas Malvinas.
Este reclamo encuentra su razón de ser sólo en la soberanía territorial sino que, a partir de esto, se proyecta sobre la defensa de los valiosos recursos naturales que se hallan en la región, hoy gestionados libremente por los kelpers quienes emiten los permisos de pesca que están permitiendo la depredación de los recursos ictícolas en una de las regiones más ricas el mundo como lo es el Mar Argentino.
Como si esto fuera poco, también está en manos de los kelpers la entrega de concesiones para las exploraciones petroleras en la zona.
Otro punto a tener en cuenta, como bien lo expresó la presidenta en uno de sus últimos discursos, es el de la creciente militarización en las Malvinas por parte de Inglaterra y, agregamos nosotros, el aumento de la presencia de la OTAN en la región que ya se extiende en una línea incompleta pero que se puede trazar desde el Comando Sur, la IV Flota, las bases en Colombia, la base de Mariscal Estigarribia en Paraguay y llega a la base militar de Mount Pleasant, inaugurada en 1986 en la Isla Soledad.
Las condiciones hoy existentes para que la Argentina renueve con fuerza este reclamo son absolutamente distintas a las que existían en 1982, cuando la Dictadura Militar vio en la utilización de la causa Malvinas una forma de sostenerse en el poder, confiando en que los EEUU los apoyarían como forma de retribuirle a los militares argentinos los servicios prestados en la lucha contra el comunismo, particularmente en centroamérica.
Desde el Partido Comunista hemos sostenido que un merito indiscutible del gobierno de Néstor Kirchner ha sido desde su inicio el tipo de inserción internacional elegido de ruptura de las relaciones carnales y compromiso con los procesos de integración latinoamericana en momentos en que la región iniciaba un nuevo momento en su lucha por lograr una verdadera autonomía de los EEUU.
Este camino se fue fortaleciendo con el rechazo al ALCA, la creación del ALBA, de la UNASUR hasta llegar a fines del año pasado con la constitución de la CELAC.
Esta nueva situación permite que la causa de las Malvinas adquiera un carácter antiimperialista y latinoamericano. Se ha pasado de la solidaridad importante pero declamativa, a los gestos solidarios concretos como el impedir que embarcaciones con bandera kelper atraquen en puertos de la región.
A lo largo de nuestra historia, la lucha y el reclamo por la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas ha ocupado un lugar central en el complejo proceso de afirmación y consolidación de la identidad nacional.
Este proceso, si bien ha sido fuertemente influenciado, no pudo ser completado por el nacionalismo oligárquico que, con sus declamaciones patrioteras y derechistas y políticas como la campaña del desierto, las leyes contra los inmigrantes como la 4144, y toda su acción anti-obrera y anti-popular, ha deteriorado este proceso de constitución de la identidad nacional.
Igualmente la burguesía nacional, con sus inconsecuencias para promover un desarrollo consistente del país y con su política genuflexa frente al imperialismo, tampoco logró avanzar en ese complejo proceso de desarrollo económico, político, social y cultural que supone el afianzamiento de lo argentino como una identidad nacional.
La burguesía nacional siempre se movió bajo la hegemonía de la visión nacionalista oligárquica, lo que la llevó a claudicar una y otra vez frente al imperialismo y a desandar, por ejemplo, los procesos económicos de nacionalización de mediados del siglo XX y a no trascender del terreno del simbolismo tradicionalista que impuso como paradigma de “lo nacional” la burguesía terrateniente que nos pensó como el “granero del mundo”.
El carácter de causa latinoamericana y antiimperialista que ha adquirido el reclamo sobre la soberanía argentina en las Islas Malvinas, representa un dato clave para avanzar tanto en la integración regional y en la construcción de la Patria Grande, como en la consolidación de nuestra identidad nacional lejos de cualquier chauvinismo derechista, militarista y segregador.
La verdadera identidad nacional y la constitución de Argentina como una verdadera nación independiente sólo pude lograrse en confrontación con sus enemigos, el imperialismo norteamericano y su socio menor, el colonialismo ingles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario