Lic. Carlos Maldonado
Economista y Profesor en Historia por la Universidad de San Carlos de Guatemala
La diplomacia norteamericana sufrió un serio revés hace dos semanas, aproximadamente, al no lograr, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aglutinar tras de sí la iniciativa de atacar al gobierno sirio.
Esto es una muestra inequívoca del declive del unilateralismo del Imperio dado por sentado hace apenas 20 años con la caída de la URSS. Mostrando a su vez la cara lozana del multilateralismo con el conjunto de economías emergentes como China Popular, Rusia e India a la cabeza de la nueva política exterior. Pakistán, aunque no es una potencia económica si es nuclear y parte activa en la zona en mención la cual abarca una gran parte del continente asiático. A ello, hay que sumarle que en su guerra contra el terrorismo Estados Unidos ha convertido a este país en una avanzada de combate contra los talibanes de Afganistán lo que le ha traído a su población un involucramiento en una guerra de la cual no obtiene ningún beneficio, sino todo lo contrario.
Estas economías no solo están pensando seriamente dejar de lado el dólar como equivalente general para sus transacciones, por su inestabilidad y su debilidad que ya no se basa tanto en la producción como en la especulación; sino, apostando por la diplomacia y la paz como puntales del desarrollo humano en contraposición a la estrategia imperial de invadir, destruir y controlar con sus tropas y sus instituciones de espionaje con lo cual se hacen de los recursos de otras naciones en actos de chocante y desvergonzada piratería antecedidos de groseras y ridículas campañas mediáticas pre-ataque. Agresión y control que no solo provoca miles de muertos, heridos, mutilados, refugiados sin contar el daño psicológico de los sobrevivientes sino la destrucción de las planas productivas de los países agredidos quebrando la base de cualquier política de desarrollo. Una nueva variante de acumulación originaria del capital.
De hecho, uno de los argumentos para la invasión a Irak fue que poseía “armas de destrucción masiva”, cuando en realidad se le atacó por el hecho de que Sadam Hussein quiso inaugurar otra era de intercambio basado en el euro como moneda central. Y, ese es uno de los motivos fundamentales para querer agredir a Irán hoy y no por su programa nuclear. Realmente esta última justificación va contra toda lógica pues muchos países poseen centrales nucleares como Francia, Pakistán, India, Japón o la misma China y no se les ha formulado sanción alguna como a la nación persa aún estando en su etapa embrionaria de enriquecimiento de uranio, pero sí poseedora, de nada menos que el 40% de las reservas de crudo a nivel mundial. Y, esa riqueza que Estados Unidos aún no tiene en sus manos sería la última joya de la corona para cerrar el anillo de control energético en el Medio Oriente pues ya controla la Casa Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, Omán, Katar, Baherein donde fue aplastada su revolución, Yemen donde fue cambiado el odiado Saleh para que sus revueltas no tomaran otro rumbo, e Irak. Además, el Imperialismo se adueñaría del estrecho de Ormuz un paso estratégico donde circulan los grandes cargueros petroleros rumbo a otras naciones con lo cual se podría en caso de guerra futura, chantajear a los potenciales enemigos entre los que se cuentan Rusia y China continental.
Por ello, para apresurar su ambicioso proyecto del Gran Medio Oriente, Estados Unidos y las potencias europeas, requieren un “cambio de régimen” en Siria y, en Líbano, destruir a Hezbalah que para sus intereses resultan ser cuñas que no dejan girar su rueda, por su oposición férrea al control de los enormes recursos que posee esta zona y que la ubican en una lugar estratégicamente envidiable en el futuro cerco a Rusia y China. Por eso, es que dentro de esa estrategia de guerra continuada después de hacerse con el petróleo y la riquezas libias, hoy el objetivo inmediato es la caída de Bashar Al Assad con lo cual no solo dejaría fuera de combate a un fuerte opositor de su portaviones en el área, Israel, sino que allanaría el camino hacia el fortalecimiento a su proclive gobierno liderado por Hariri en Líbano en contra del popular Ejército de Dios –Hezbalah-.
Para ello cuenta con el rol de las monarquías aglutinadas en la Liga Árabe, que hoy se ubican en el bando pro-occidental, cuyo papel fundamental hoy es el de fungir como “caballo de Troya” en la región del cercano oriente, en contubernio con el régimen sionista de Israel, prestándose a la campaña mediática con el fin de cambiar de gobierno en Siria.
Rusia y China saben esto, por tanto se han opuesto abiertamente a los planes de Washington y sus adláteres pues de mostrarse tan pusilánimes como con Libia, estarían cerrándose sus propias rutas de escape. Siria para ellos es la llave a los tesoros de oriente medio y una carta fundamental en la preservación del multilateralismo, la paz y el desarrollo.
Sin embargo, no es posible ubicarnos solo en Medio Oriente sin analizar la crisis “fabricada” por los capitalistas para despojar a los trabajadores europeos de los beneficios que mínimamente habían conseguido después de la II Guerra Mundial. Recursos que servirán para pagar la nueva guerra y obligarlos, por necesidad, a engrosar sus planas productivas en las fábricas armamentistas que no solo levantarán su economía sino les retribuirá magníficas ganancias al Imperialismo que verá de nuevo fortalecida su moneda y su control en la economía mundial. Además de contar con reservas fabulosas entre los “parados forzosos” para armar sus futuros contingentes de tropas para ubicarlas en los frentes de batalla. Sin embargo, sus objetivos están contra el tiempo porque los trabajadores ante tremendo asalto a su erario están tomando conciencia del real objetivo de su saqueo y se están organizando rápidamente. Las huelgas que hoy brotan cual hongos tras la lluvia en toda Europa, pronto alcanzarán el nivel de unidad para resumirse en una gran huelga general en el viejo continente. Verdadero terror de los capitalistas. Aunado a ello, el sector emergente de las economías como las mencionadas anteriormente y las de América con Brasil a la cabeza saben que una guerra contra Siria automáticamente contagiaría a Líbano con el supremo de atacar a Irán y cerrar a favor del imperio el control de los recursos energéticos. Envalentonados con ello, obviamente volverán por las naciones de América del Sur, mientras buscan otra fuente energética que no haga depender a sus economías del petróleo. Empero, esta guerra sería la puerta abierta al Armagedón.
No obstante, el Imperio, en su ciego temor de perder la hegemonía mundial a través de la caída de su moneda, querrá hacer prevalecer su postura por medio de la amenaza de su armamento entre el que se cuenta el nuclear. Se resiste férreamente a ceder su liderazgo anglosajón especialmente si estos provienen de sus ex colonias consideradas, históricamente, inferiores. Acechanzas racistas que le dan el condimento al espíritu guerrerista de los que una vez se creyeron dueños del mundo.
Por ello, es importante que trabajadores, intelectuales, creyentes y no creyentes, amantes de la paz nos pronunciemos en contra de la agresión fascista y mercenaria contra Siria porque de ello depende el futuro de la humanidad.
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