Chile,
a través de diversas iniciativas se ha acercado a Rusia, restándole
vigor a las tradicionales lazos con EE.UU. y que parece repetirse con
países vecinos.
En una ofensiva política, económica y militar,
destinada a presentar a Chile como un socio fiable y comercialmente
atractivo en Latinoamérica, el gobierno del país austral, a través de
diversas iniciativas se ha acercado a la Federación Rusa, restándole
vigor a las tradicionales relaciones que la nación andina ha tenido con
Estados Unidos y que parece repetirse con países vecinos.
La
decisión chilena va en el camino de consolidar una estrategia, que
trata de contener, la política exterior del gobierno boliviano, que con
una activa diplomacia, combinada con una política comunicacional
efectiva, ha tenido por las cuerdas a la cancillería chilena, ya sea por
la demanda ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya por el
tema marítimo o el diferendo por las aguas del Silala en la frontera
terrestre. A lo mencionado se une la decisión de adquisición de armas
rusas por parte del gobierno peruano, que ya tiene una historia de
cooperación con Rusia desde los años 70 del siglo XX cuando este país
lideraba la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas – URSS-
Rusia y su política pragmática
Por
su parte, el gobierno boliviano, presidido por Evo Morales Ayma, en
noviembre del año 2015, en el marco del Foro de Países Exportadores de
gas celebrado en Teherán, la capital iraní, abordó con la delegación
rusa presidida por Vladimir Putin, diversos temas en los ámbitos de
cooperación, principalmente en el campo técnico-militar. Destacando la
ingeniería, energía eléctrica, proyectos de alta tecnología y
cooperación energética a través de acuerdos con la mayor empresa
productora y exportadora de gas, la estatal rusa Gazprom. Igualmente, en
aquella ocasión, el presidente ruso Vladimir Putin prometió apoyo para
establecer un centro de tecnología nuclear en la localidad de El Alto de
La Paz
“a través de la interacción con la corporación estatal rusa
Rosatom, para dotar a este centro de un reactor de investigación y un
sincrotrón para rayos gamma, donde Rusia aportará la tecnología y
Bolivia una inversión de 300 millones de dólares” según informó el
propio presidente Morales. Se daba así, un nuevo paso en la estrategia
de la política exterior rusa de ir quitándole protagonismo a Estados
Unidos en el concierto sudamericano.
Dichos acuerdos tuvieron su
ampliación al campo militar, en el mes de abril del año 2016, cuando el
canciller boliviano David Choquehuanca, en visita oficial a Moscú, se
entrevistó con el Ministro de Relaciones Exteriores de ese país, Serguei
Lavrov, para abordar uno de los temas principales de la Comisión sobre
cooperación técnica-militar entre ambos países : el rearme de las
Fuerzas Armadas del país sudamericano en los ámbitos del ejército de
tierra y aire con respecto a blindados, artillería y aeronaves de
combate.
Perú, por su parte, ha mostrado interés en la adquisición
de los modernos tanques T90S, de comprobada eficacia en los combates
contra los grupos terroristas que llevan a cabo la guerra de agresión
contra el pueblo sirio. La idea peruana es comprar un centenar de estos
tanques T90S –que reemplacen a los ya obsoletos T55 comprados hace 45
años – y que en el marco del Salón de Armas celebrado en Lima el año
2013 mostraron su eficacia y movilidad en el rocoso y arenoso terreno
peruano donde fueron exhibidos. Militares peruanos visitaron los
polígonos rusos, para comprobar in situ la coraza de los T90S, logrando
excelentes comentarios. Igualmente, Rusia ofreció a Perú construir una
planta de ensamblaje en territorio peruano de los fusiles AK130,
al igual que los carros blindados de transporte BTR 80
a construir en el complejo de mantenimientos de blindados del Ejército
peruano en un convenio con la empresa rusa Rosoboronexport.
La
Federación Rusa, interesada en abrir mercados para su enorme potencial
económico, tecnológico, energético y militar y de esa forma disputarle
palmo a palmo el terreno a Estados Unidos – que sigue considerando a
Latinoamérica su patio trasero a pesar de los cambios y afanes de mayor
independencia de las políticas imperiales de Washington - no tiene
reparos respecto al cliente de turno y las difíciles relaciones que
puedan enfrentar esos clientes. Como es el caso de Chile y Bolivia y
sus contenciosos ya centenarios. Sobre todo porque las estimaciones
rusas respecto al mercado de armas en Latinoamérica – donde la venta a
estos países pueden ser un buen catalizador para que países como
Venezuela, México, Brasil y Argentina concreten la compra de
helicópteros y sistemas rusos de defensa aérea – se considera que
superará los 30 mil millones de dólares en el próximo lustro. Sólo la
empresa rusa Rosoboronexport vendió armas por 14.500 millones de
dólares a países latinoamericanos entre los años 2002 y 2014.
Chile y sus coqueteos con Moscú.
Ya
en abril del año 2015 el canciller chileno Heraldo Muñoz, en visita
efectuada a Moscú examinó, junto a su homólogo ruso, Serguei Lavrov, el
ampliar las relaciones, principalmente económicas entre ambos países. Y,
de paso, hacerla extensiva a la Unión Económica Euroasiática, que
además de Rusia integran Bielorrusia, Kazajistán y Armenia. El
intercambio comercial entre Chile y Rusia supera los mil millones de
dólares y ambos países se mostraron muy interesados en profundizar y
fomentar los lazos en los mismos sectores que se trabajarían con Bolivia
un año después: energético, altas tecnologías, industria minera y la
industria espacial. Una Rusia pragmática que además usa dichos acuerdos
para ofertar su industria de armas, que ha tenido resultados comprobados
eficazmente en la guerra en Siria contra los grupos takfirí.
Como
parte de esos acuerdos se han logrado importantes avances en la idea de
vender los aviones Sukhoi Superjet 100 presentados en la Feria
Internacional del Aire – FIDAE – celebrada en Santiago de Chile a fines
de marzo y principios de abril del 2016, donde la apuesta de la
Compañía Rusa, además, es fabricar parte importante de sus componentes
en la República Islámica de Irán sumando múltiples actores a una
industria dinámica, que ofrece dividendos económicos pero también
políticos y sobre todo geoestratégicos. En el marco de la Feria
Internacional, el Director General del Servicio Federal de Cooperación
Técnica Militar de Rusia – SFCTMR - , Anatoli Punchuk señaló que la
Dirección Militar chilena – sujeta hoy a fuertes críticas por
acusaciones de corrupción de su anterior Comandante en jefe y los
ingentes recursos secretos de los cuales dispone – estaba dispuesta a
ampliar la cooperación con Rusia en materias de compra de armamentos,
principalmente Helicópteros y el denominado sistema Bezopasnui Gorod –
ciudad segura –
Ya un par de años antes Rusia ingresó
discretamente en los pasillos de la cancillería chilena y las oficinas
de las Fuerzas Armadas chilenas, dotadas de ingentes recursos gracias a
la cuestionada Ley reservada de las ventas del cobre, que les
proporciona cerca de 1.500 millones de dólares anuales, fuera del
presupuesto estatal. Sin duda, un botín apetitoso.
En aquella ocasión el ex Director del SFCTMR, Alexander Fomin señaló a medios chilenos y rusos que “Estamos
llevando a cabo negociaciones sobre l venta de un amplio abanico de
armamento y productos civiles empezando por armas de fuego y acabando
con aviones Be-200 – anfibio – MS-21 – de pasajeros – y el Superjet-100.
Sabemos que Chile, tradicionalmente compra armas a productores
occidentales pero estamos tratando de revertir esa tendencia a cuenta de
las cualidades de las armas rusas como la seguridad, sencillez del uso y
la relación calidad-precio”. Además y a diferencia de las armas
occidentales proponemos a nuestros socios chilenos instalar la
producción en el territorio de su país, lo que sin duda es una parte
importante y atractivo de nuestros futuros contratos”
La
FIDAE ha servido, indudablemente de foro, de anticipo a un salto mayor
de las autoridades militares chilenas- que lógicamente cuentan con el
aval y el visto bueno de las autoridades de gobierno de la Nueva Mayoría
encabezado por la presidenta Michelle Bachelet – para definir que era
hora de viajar directamente a Rusia y examinar allí la cooperación
militar entre ambos países. Así, durante una semana, este mes de julio
la delegación del ejército chileno, encabezada por su Comandante en
Jefe, el general Humberto Oviedo ha visitará la Academia de Armas de
las Fuerzas Armadas Rusas, la Academia de Medicina Militar, depositó una
ofrenda floral al Soldado Desconocido a los pies del simbólico Kremlin y
estuvieron en terreno conociendo las bondades de los blindados, carros
de combate y tanques rusos. Oviedo se reunió con el Comandante en jefe
del Ejército de Tierra ruso Coronel General Oleg Saliukov para, según un
comunicado del Ministerio de Defensa de la Federación Rusa
“examinar
las perspectivas de la cooperación militar, haciendo hincapié en la
formación de oficiales chilenos en los centros docentes rusos y la
participación de los militares chilenos en los juegos Militares
Internacionales de 2016”. Un viaje provechos al parecer.
¡Qué
extraño aparece este vuelco hacia Rusia por parte de un Ejército
estrechamente ligado a Estados Unidos! Efectivamente, el Ejército
chileno, sobre todo a partir del fin de la Segunda Guerra Mundia, ha
sido una institución signada por el modelo estadounidense. Sus oficiales
han sido parte componente de la tristemente célebre Doctrina de la
Seguridad Nacional, partícipes de las enseñanzas de la Escuela de las
Américas, conocida sobre todo por sus adoctrinamiento ideológico y en
técnicas de tortura contra lo que denominan “el enemigo interno” y hoy,
en un viraje histórico, es posible que forme su cuadros de oficiales en
centro docentes rusos.
Recordemos que el Ejército chileno, en el
período de la Guerra Fría, estuvo como un perro fiel, al lado de su amo
norteamericano. Sirviendo dócilmente en su papel de guardián de los
intereses de Washington en América Latina. No en balde, el Ejército
chileno y parte importante de sus oficiales adiestraron a los cuerpos de
elite de las dictaduras de El Salvador, la Contra Nicaragüense, las
Fuerzas Armadas Guatemaltecas en lucha contra la URNG. Ello, en la
década de los 80 en América Central, como también parte de esos
oficiales sirvieron como eje del plan Cóndor destinado a eliminar
opositores en una tarea de inteligencia y conjunción con los servicios
secretos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
El trabajo de
acercamiento del Ejército Chileno con Rusia, ha tenido su correlato por
parte de la Fuerzas Aérea Chilena – también formada, adiestrada e
influenciada hasta el día de hoy por la Escuela Estadounidense - que en
abril del año 2015 a través de su Comandante en jefe, General del Aire
Jorge Robles se reunió con el representante de las empresas de defensa
de Rusia, Alexander Furasiev.
Según informó la propia Fuerza Aérea Chilena
“con la finalidad de impulsar la cooperación técnica militar entre
ambos países” l idea de la Fuerza Aérea chilena es adquirir Helicópteros
Mi-17B-5, sistemas de misiles antitanques Kornet-EM, Sistemas
lanzagranadas automáticos 30 mm AGS-30, sistemas lanzagranadas BUR,
sistemas de misiles antiaéreos Pechora-2M, Sistemas Pantsir de cañones y
misiles antiaéreos. Se habló también de construir drones con
componentes y armados en fábricas chilenas. Elaboración conjunta de
submarinos y un misil aire-aire R-73E, que permita equipar los aviones
de fabricación chilena T-35 Pillán.
Spasibo tovarishch
Las relaciones de cooperación entre Rusia y Chile, tras el retorno a la democracia se asientan en dos acuerdos.
Uno, suscrito el 19 de noviembre del año 2004
y aprobado por el Congreso Nacional en junio del año 2014 denominado
“Convenio de cooperación técnico-militar entre el gobierno de la
República de Chile y el Gobierno de la Federación Rusa” en las área de:
suministro, modernización y reparación de armamento y equipos militares,
incluso de técnica aeronáutica, sistemas de radares y electrónicos
espaciales, buques y otros medios navegación y otros bienes de carácter
militar. Capacitación de especialistas militares. Trabajo conjunto de
investigación científica, de diseño y pruebas en la esfera de armamento y
equipo militar. Intercambio de especialistas para prestar asistencia
en la realización de programas conjuntos. Fabricación conjunta de
artefactos de carácter militar, para equipamiento de sus propias fuerzas
armadas y para suministrarlas a terceros países. Entre otros temas.
El otro convenio
– adoptado en el marco del mencionado convenio de cooperación
técnica-militar – entró en vigor internacional el 25 de noviembre del
año 2014, bajo la denominación de
“Convenio sobre la protección
mutua de la información secreta en el ámbito de la cooperación
técnico-militar con el gobierno de la Federación Rusa”. 12 años de
conversaciones, encuentros oficiales y secretos. Reuniones en Moscú y
Santiago, pruebas de campo, un juego de tira y afloja que involucra no
sólo al ejército chileno, sino también las necesidades de material
militar a países en contenciosos con Chile, como son Perú y Bolivia.
Rusia
se frota las manos pues la favorecida será su industria militar y su
estrategia de ir quitando espacios y clientes a Washington y sus
aliados. No será raro ver a oficiales chilenos educándose en técnicas
militares en escuelas castrenses del Ejército ruso, heredero del
Ejército Rojo, viejo enemigo de Estados Unidos, que seguramente entrará
en período de presiones contra países a los cuales consideraba clientes
seguros. A inicios del cuarto lustro del siglo XXI el thank you está
dando paso al spasibo en materia de sellar acuerdos en materias de
compra y venta de material bélico. Good Bye Tio Sam, dobro pozhalovat al
oso Ruso.