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viernes, 20 de mayo de 2011

Reforma política en México

Rubén Aguilar Valenzuela (*)

MEXICO - La democracia y la ciudadanía son quienes más ganan si la Cámara de diputados decide realizar un periodo extraordinario, antes de que termine junio, para votar la reforma electoral ya aprobada por el Senado y pueda hacerse valer en la elección presidencial del 2012.

Los diputados del PRI tienen en su mano esta decisión. Ellas y ellos son ahora los responsables de que la democracia mexicana avance o permanezca en su actual estadio. No es una frase retórica. La votación del Senado abrió un espacio que sería irresponsable no aprovechar.

La decisión de los representantes de los ciudadanos, tampoco es retórica, se debe a ellos y no a los intereses particulares de sus partidos o de sus dirigentes. Su elección debe estar guiada, por lo que beneficia a la democracia y a la ciudadanía.

En el PRI -ocurre también en otros partidos- existen líderes y dirigentes que tienen peso específico y que son capaces, en razón del mismo, de impulsar y hacer valer ciertas ideas y medidas. El punto es ver cómo y en qué usan ese poder.

El gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, tiene en este momento una enorme influencia en su partido. Se funda en la posibilidad, es prácticamente un hecho, de que sea el candidato del PRI a la Presidencia de la República en el 2012.

Días atrás, en la reunión de la CROC, se pronunció en favor de las reformas estructurales que faciliten y mejoren las relaciones de los poderes, pero no hizo mención de las contiendas en la reforma política votada por los senadores.

El Gobernador puede ser Presidente de la República, así lo dicen las encuestas, aunque todavía falta mucho. Los electores de un posible Presidente esperan que apoye las iniciativas de ley que amplían los espacios democráticos y beneficien a la ciudadanía. La actual reforma política lo hace.

Hay políticos, académicos y analistas que aseguran que el gobernador Peña Nieto se pone a que la reforma política porque no le conviene en sus aspiraciones presidenciales. Él, se sabe, influye de manera directa en más de la mitad de los diputados del PRI.

El Gobernador tiene por lo mismo un peso decisivo en que se realice o no un periodo extraordinario de sesiones en la Cámara de Diputados. De hacerlo, se manifestaría como un político interesado en el desarrollo de la democracia.

No apuntalar la reforma política lo hacen ver como un político, de los que hay muchos, que privilegia sus intereses particulares a los que convienen a la sociedad en su conjunto.

La reforma votada en el Senado, que como toda ley es siempre perfectible, responde a un reclamo ciudadano de contar con mecanismos efectivos que garanticen su participación en la política y le permitan un mayor control sobre los políticos.

(*) Analista mexicano y columnista de ContraPunto

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