Entrevista al periodista y activista uruguayo, Raúl Zibechi
La tinta
El periodista y escritor uruguayo analiza el avance de la derecha en América Latina y afirma que la organización “desde abajo” es la apuesta de resistencia. |
Es jueves 7 de marzo
y cae la tarde en Montevideo. El feriado de la semana de carnaval marca
un ritmo tranquilo y despreocupado de una ciudad que, al día siguiente,
se teñirá de violeta con 300 mil personas marchando en el Paro
Internacional de Mujeres. Aprovechamos para tomar unos mates con Raúl
Zibechi y conversar sobre el viraje a la derecha en la región, la
crisis de las izquierdas y la territorialización de la marea feminista.
“La región camina, sin dudas, a un período de ultraderecha muy pesado”, dice Zibechi apenas se prende el grabador.
Periodista, educador popular y activista uruguayo, muy ligado a las
luchas y resistencias de los movimientos sociales de América Latina, se
acomoda en la silla para compartir su mirada coyuntural.
La vuelta al patio trasero
Es
necesario analizar varios planos para entender dónde estamos parados,
afirma. El primero relacionado a las garras imperialistas sobre nuestro
continente: “Por un lado, tiene que ver con la disputa geopolítica
China-Estados Unidos, que es muy fuerte en este momento. Estados
Unidos viene de una derrota muy fuerte en Siria”, que se suma a las
enormes dificultades “para mantenerse en el mar del sur de China, que es
otra zona estratégica ante la pujanza China”. Esto da como resultado que “Estados Unidos está en un proceso de retirada de algunos escenarios fundamentales”, comenta.
“En
este período de declive de la hegemonía de Estados Unidos, es que
necesita afirmarse en su patio trasero. Y, sobre todo, en el Caribe y
Centroamérica”, asegura Zibechi y enumera el largo prontuario de
invasiones, ocupaciones y golpes militares llevados a cabo desde el
siglo XIX por los vecinos del norte. “El escenario es ese: Estados
Unidos nuevamente con mucha fuerza en América Latina”, remarca.
La opción por el miedo y la intolerancia
La segunda parte de esa lectura se complementa con “un viraje a la derecha muy fuerte de las sociedades y del arriba”.
Los gobiernos neoliberales de Colombia y Chile hoy se fortalecen en
bloque junto a sus pares de Argentina, Ecuador, Paraguay y Brasil, y en
oposición a Venezuela como eje aglutinador. En este escenario, el peso de las políticas reaccionarias de Brasil en la región es determinante.
Más allá de las clases dirigentes, lo que preocupa es cómo repercute en los pueblos. “Una
sociedad que se ha vuelto radicalmente intolerante –explica Zibechi-.
Si bien creo que el arriba está muy mal y muy derechizado, el abajo
también. Clases medias y sectores populares donde las iglesias
pentecostales están haciendo un laburo muy profundo y donde la gente los
apoya”.
“La palabra fascista me parece que hay que llenarla de contenido –analiza el periodista uruguayo, autor de varios libros-. Hablamos de una sociedad que quiere el orden militar y policial. Donde se tejen alianzas con los militares, con el narco y con los paramilitares para matar negros y poner en su lugar a las lesbianas y disidencias. Entonces, es una sociedad que ha hecho una opción muy jodida. Es una opción de miedo, de no saber dónde pararse. Es una reacción muy fuerte contra el feminismo”.
Y esta
coyuntura presenta un horizonte negro para los tres gobiernos
progresistas que quedan. “Venezuela asediada y aislada, con una
oposición interna muy fuerte; Bolivia y Uruguay que tienen elecciones
este año donde es muy posible que gane la derecha. El escenario es muy
negativo para el progresismo, muy negativo para las izquierdas que han
perdido protagonismo y que han perdido, sobre todo, trabajo de base”,
afirma Zibechi.
La izquierda te la debo
Según el
análisis del periodista uruguayo, las dificultades para delinear una
estrategia política emancipadora y el abandono del trabajo territorial
son los puntos nodales para entender el cambio de hegemonía en la región y donde los gobiernos progresistas y los movimientos sociales nos debemos una fuerte autocrítica.
Lo
que caracteriza hoy al movimiento popular “es una falta de norte en
casi toda la región, muy claramente en Brasil, donde hay muy poquitos
grupos que están haciendo un trabajo territorial”, destaca.
“La izquierda brasileña de lo único que habla es de Lula –apunta Zibechi-. Está muy bien pedir por la libertad de Lula, yo defiendo la libertad de Lula. Pero no se puede hacer política en base a la libertad de Lula: tenés que estar en la favela, tenés que estar en los barrios, en los quilombos, en los lugares donde está la gente y organizar. Eso es lo que hacían hace 50 años las comunidades eclesiales de base, la educación popular, la izquierda. Y hoy se abandonó. La derecha gana porque la izquierda abandonó el campo de batalla”.
“Hoy, lo
único que queda como izquierda es un aparato sindical muy pequeño, que
defiende intereses corporativos -y que está bien que los defienda-,
pero, definitivamente, esa no puede ser la única expresión de la
izquierda”, sentencia Zibechi.
Los pies en la tierra
En
esa misma línea, el periodista asevera que “el gran desastre que dejó la
crisis del progresismo es la pérdida de horizonte a largo plazo: la
pérdida de horizonte estratégico”.
Dentro del campo popular,
se puede ver “una gran desorientación, un gran desnorteo, una
incapacidad para distinguir lo estratégico de lo táctico”. Y se
refiera a lo que es lo estratégico: “Es en lo que nos afirmamos: trabajo
territorial, trabajo de largo plazo, de organización, de formación, de
soberanía alimentaria, de educación, de salud. Y tácticamente, vemos y
nos movemos. Por ejemplo, si creemos que con un gobierno progre nos va
ir mejor con el de Macri, jugamos algunas fichas a eso. Pero no hipoteco
la organización para irme detrás del candidato. Creo que hay mucho de
eso”.
Zibechi no duda en definir que el trabajo estratégico es la
recuperación de territorio. Enumera varias experiencias que, en los
últimos tiempos, vienen profundizando el trabajo de base y los pies en
la tierra, como el Movimiento Passe Livre (MPL), la Unión de
Trabajadorxs de la Tierra (UTT) o el Encuentro de Organizaciones (EO),
por nombrar algunos. “El trabajo territorial fue el gran salto
adelante del movimiento piquetero. Ante el cierre de fábricas,
retornamos al territorio y hacemos en el territorio otro tipo de
organización, otra vida. Organización y trabajo arraigado en el
territorio”, señala.
La recuperación territorial como
horizonte estratégico es en lo que se basa la práctica de algunas
organizaciones urbanas, campesinas y también los pueblos originarios,
ahí es donde el entrevistado reconoce la potencia: “Yo creo que ese es
el futuro”. “Y si somos cuatro haciendo trabajo territorial y cuatro
mil mirando la tele y aplaudiendo al candidato, no me importa: porque
esos cuatro son los que empiezan con todo”, agrega Zibechi.
La marea, cuando baja, ya no tiene vuelta atrás
—¿Y cómo leés la marea feminista?
—El
feminismo es la luz en medio de las sombras. Es el movimiento que ha
marcado un punto de inflexión, sobre todo, en el cono sur, y que le ha
puesto límites al conservadurismo, al poder, al Estado. Y que, además, atraviesa a toda la sociedad.
El
uruguayo ceba un mate y se queda en silencio. Afuera, ya se vive la
ansiedad por un nuevo Paro Internacional de Mujeres, Lesbianas,
Travestis y Trans, que, en Montevideo, reunirá cerca de 300 mil personas
en un rugir violeta. Tiempo de rebelión. Zibechi no puede ocultar su
entusiasmo sobre la territorialización del feminismo.
“Luego de
esta gran explosión, cuando baje la ola y esta enorme fuerza del
movimiento vuelva con las mujeres a los territorios, a los pueblos, a
las comunidades y empiece a territorializarse, ahí cambia todo. Es donde
empieza la historia más rica, el movimiento feminista con fuerza
territorial. Ahora viene un momento fascinante”, resume Zibechi.
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