La Jornada
David Brooks
▲ A 20 años de la matanza de 12 estudiantes y un adulto en la preparatoria de Columbine, Colorado, una egresada de esta institución rindió homenaje a las víctimas.Foto Ap
Cuando fueron asesinados 12 estudiantes y un adulto en la preparatoria de Columbine, Colorado, hace justo 20 años, fue el quinto peor incidente de un tiroteo masivo en la historia de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. Hoy día, no está ni entre los primeros 10.
Una generación ha pasado toda su vida con la amenaza activa de que en cualquier momento puede suceder una masacre con armas de fuego en su escuela, en su universidad, en un concierto, un cine o un baile. En las dos décadas desde Columbine, se han registrado por lo menos 165 tiroteos masivos (incidentes en donde tres o más personas son asesinadas en un lugar público) en este país con saldo de 959 muertos, según un análisis de The Trace y el New Yorker. Por lo menos 143 de estas fatalidades ocurrieron en escuelas –estudiantes, maestros y otros trabajadores– según un análisis del Washington Post, que también calcula que 226 mil estudiantes han tenido alguna experiencia con violencia armada en 233 escuelas desde Columbine.
Los casos más terribles desde Columbine incluyen Las Vegas con 58 muertos, el antro Pulse con 49, la Universidad de Virginia Tech con 38 (de hecho, su aniversario fue la semana pasada), y Newtown, donde la matanza fue en una primaria con 27 muertos, 20 de ellos niños de entre seis y siete años; y no cambió nada.
Peor aún, como para comprobar la locura de las armas en este país, recientemente algunos políticos han respondido con propuestas para facilitar aún más el uso legal de armas en el ámbito público que incluyen medidas para armar a maestros en las escuelas.
No hay otro país avanzado en el que ocurra esto. Las preguntas desde Columbine son las mismas: ¿por qué? y ¿qué se debe hacer?
Vale señalar que por una ley federal aprobada un par de años antes de Columbine, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) del gobierno federal tiene prohibido investigar las causas y los efectos de la violencia con armas. Tal vez el mejor intento para responder a esas interrogantes hasta la fecha es el documental Bowling for Columbine, de Michael Moore.
Mientras se siguen investigando las razones de todo esto, vale recordar que los incidentes de tiroteos masivos representan apenas uno por ciento de la violencia con armas en el país. Es una nación inundada de armas; hay suficientes en manos privadas como para armar a cada adulto en Estados Unidos, es decir, más de 300 millones.
En 2017 se registró el récord de muertes por balas en medio siglo, con una total de 39 mil 773 personas, según cifras del CDC. De ese total, 60 por ciento fueron suicidios, 37 por ciento homicidios. La tasa de homicidios con armas en Estados Unidos es 25 veces más alta que la de otros países avanzados, según la Organización Mundial de Salud.
Cada día, en promedio, mueren 100 personas por armas de fuego o más de 36 mil por año; casi mil 700 niños mueren por armas (https://urlzs.com/xX5D).
Los más impactados por esta violencia son las minorías; los afroestadunidenses representan la mayoría de víctimas de homicidios con armas; son la causa de muerte principal entre menores de edad afroestadunidenses.
Despues de años de intentos nobles pero fracasados para impulsar reformas ante todo este desastre, algo cambió hace 14 meses, después de que 17 estudiantes fueron asesinados en una preparatoria en Parkland, Florida. De ahí nació un feroz movimiento encabezado por los estudiantes sobrevivientes que sacudió a las cúpulas políticas estatales y federales, organizó la movilización nacional más numerosa en la historia sobre este tema, busca alianzas con otras organizaciones de víctimas de violencia en el país, y que está comprometido a obligar a losadultosa, por fin, asumir su responsabilidad y emprender alguna acción.
Ese movimiento, March for Our Lives, envió un mensaje en este aniversario:Crecimos en la sombra del tiroteo de Columbine. Crecimos con ejercicios en caso de un tiroteo. Sobrevivimos un tiroteo en nuestra escuela. Hoy, y todos los días, recordamos a los que perdimos, y los honraremos con acción.
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