Por Lu Sudré
Leia em português | De São Paulo (SP), 10 de abril de 2019
Este
miércoles, 10 de abril, se cumplen los cien primeros días del gobierno
de Jair Bolsonaro en la presidencia de Brasil. Declaraciones públicas
polémicas, decisiones cuestionables y retrocesos marcan los tres
primeros meses de gestión del capitán retirado que dieron seguimiento al
desgaste iniciado durante el proceso electoral polarizado. El agitado
escenario político desafía a especialistas, políticos, y a la población a
cada nueva noticia o pronunciamiento.
La popularidad del ultraderechista, las articulaciones del ministro
de Economía Paulo Guedes para la aprobación de la reforma de las
Pensiones que defienden y la relación entre Bolsonaro y el gobierno
estadounidense estuvieron el centro de la atención mediática y de las
críticas en sus primeros tres meses de gobierno.
Para la politóloga Rosemary Segurado, los cien primeros días de
Bolsonaro representan una continuación de su campaña electoral, sin la
presentación efectiva de un plan de gobierno. “No hubo aprobación o
seguimiento de absolutamente nada en concreto. No hubo nada de hecho en
ese período. En el Congreso, él no consiguió dialogar ni tampoco
conquistar la mayoría. Un gobierno desgobernado. Desgobernado aunque
formado por personas muy cercanas a sus ideales”, afirma la docente en
Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo
(PUC-SP).
En su opinión, cada día las contradicciones entre el discurso y la
práctica se vuelven más evidentes en la gestión de Bolsonaro. “Se trata
de un gobierno que actúa en favor de la nueva política cuyas prácticas
son las que más se aproximan a la vieja política. Realmente un desastre.
Es lamentable lo que estamos viviendo en nuestro país en este momento.
Una destrucción de las instituciones democráticas a una velocidad, con
una rapidez inaceptable e increíble”.
RÉCORD DE REPROBACIÓN
Aunque
haya sido electo con 57,7 millones de votos, hoy el mandatario vive un
caída en su aprobación. Según una encuesta realizada por el Instituto
Datafolha el pasado domingo (7), Bolsonaro tiene la peor evaluación
entre los presidentes electos para un primer mandato desde la
redemocratización en 1985. Para el 30% de los brasileños escuchados en
el sondeo, el gobierno es malo o pésimo. Ya para el 61%, el
ultraderechista hizo menos de lo que se esperaba en el ejercicio del
cargo.
La expectativa de que el mandatario haga una buena gestión también
disminuyó. Antes de su toma de posesión el 1º de enero, un 65% opinaba
que la gestión del presidente ultraderechista sería buena u óptima,
ahora solo el 59%, mientras que el índice de los que tienen la
expectativa de que Bolsonaro haga una gestión mala o pésima aumentó y
alcanzó el 23%. El número de entrevistados que creen que el gobierno de
Bolsonaro será regular sigue igual, entre 17 y 16%.
Un
análisis realizado por el IBOPE en marzo ya había señalado una caída en
la aprobación de Bolsonaro principalmente entre los electores con menor
poder adquisitivo. La caída de 15 puntos porcentuales en la evaluación
positiva del presidente, según la encuesta del instituto, es más
evidente entre los electores con menos ingresos. En esa franja social,
la aprobación de Bolsonaro disminuyó 18 puntos.
“Esas personas se ven obligadas a revisar [sus posiciones]. Podrían
criticar al Partido de los Trabajadores (PT), es algo legítimo, pero
¿cuál es el precio de sacar el PT del gobierno? Muchos están pensando en
eso ahora”, analiza Segurado, que considera que la popularidad del
mandatario va a caer aún más.
CRISIS CONTINUAS
El
discurso antipolítico y anticorrupción de Bolsonaro también entraron en
conflicto con los escándalos que implican a personas de su gobierno. En
diciembre del pasado año, los medios de comunicación presentaron
denuncias sobre transacciones financieras atípicas realizadas por
Fabrício Queiroz, ex asesor de Flávio Bolsonaro, y desgastaron al
gobierno en vísperas de la toma de posesión presidencial.
Una investigación identificó pagos de cientos de miles de reales a Flávio Bolsonaro,
entonces diputado estadual de Rio de Janeiro, ahora senador. Los
ministros nombrados por el presidente también estuvieron implicados en
polémicas durante los últimos tres meses.
La
composición ministerial de Bolsonaro también fue cuestionada. Según un
reportaje de la revista Carta Capital, nueve ministros de Bolsonaro son
investigados o acusados en acciones judiciales.
En febrero, Gustavo Bebianno, entonces Jefe de Gabinete de la
Secretaría General de la Presidencia de la República, pasó a ser
investigado después de que el diario Folha de S. Paulo reveló la
autorización de desvíos presupuestarios al partido de Bolsonaro a través
de una candidata prestanombre durante las elecciones de 2018. Días
después de protagonizar discusiones en las redes sociales con el hijo
mayor del mandatario, Carlos Bolsonaro, Bebianno fue destituido.
La segunda destitución en el gobierno Bolsonaro ocurrió el último
lunes, 8 de abril. El ministro de educación Ricardo Vélez Rodríguez, un
seguidor del polémico autoproclamado filósofo Olavo de Carvalho, expresó
más de una vez que le gustaría implementar los valores familiares y
religiosos en las escuelas brasileñas. Vélez Rodríguez intentó crear
reglas- y después retrocedió - para autorizar el uso de libros
didácticos sin revisiones textuales y sin referencias bibliográficas.
Posteriormente, envió una carta a las escuelas brasileñas para que
filmaran a los alumnos entonando el himno nacional y recitando el
eslogan del gobierno "Brasil por encima de todo, Dios por encima de
todos". Posteriormente, retrocedió debido a la inconstitucionalidad de
la medida.
Durante una de sus últimas declaraciones públicas antes de la
destitución, Vélez defendió cambiar los libros de Historia para defender
el golpe de Estado de 1964 en el país y la dictadura militar.
Después de sustituir a 20 miembros de su gabinete, incomodando a
diversos sectores del gobierno, Vélez también fue sustituido por Abraham
Weinbtraub, como anunció Bolsonaro en su cuenta de twitter.
JUBILACIÓN
La Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) 06/2019,
que altera las reglas de la jubilación, es la locomotora del gobierno
Bolsonaro y de su equipo, que corren para aprobarla en el Congreso
Nacional.
En comparación con las reglas actuales, basadas en principios de
solidaridad y universalidad, la la edad mínima exigida aumentará para
las mujeres de 60 a 62 años, si trabajan en la ciudad. Para las mujeres
del campo, habrá un aumento de cinco años, o sea, la edad mínima subirá
de 55 a 60 años.
Los hombres permanecerán con las mismas franjas etarias: 65 años para
un trabajador del área urbana y 60 para el trabajador rural. Si
Bolsonaro consigue aprobar la reforma al apuro, como ha defendido, el
tiempo mínimo de contribución aumentará para ambos sexos de 15 a 20
años. O sea: la propuesta de Paulo Guedes,
ministro de Economía, hace que la población brasileña se jubile más
tarde y contribuya con el sistema de pensiones por más tiempo.
Flávio
Roberto Batista, profesor de la Facultad de Derecho de la USP y doctor
en Derecho de Pensiones, considera que los cambios en la jubilación
serán un gran desastre para la población brasileña, ya que desmantelan
el sistema de pensiones actual. “Incluso con todas las transformaciones
por las cuales ya pasó en estos casi cien años, nunca pasó por una
mutilación tan grande”, destaca.
Batista alerta que la reforma de Guedes incide sobre un mercado de
trabajo formado, mayoritariamente, por trabajadores con baja
remuneración. Él es enfático al afirmar que aumentar la edad y el tiempo
de contribución, en la práctica, va a impedir que la enorme mayoría de
los trabajadores acceda a su jubilación.
“Es importante destacar que eso transforma esta propuesta en una
propuesta racista y machista, porque sabemos que la estratificación de
ingresos en el mercado de trabajo brasileño está marcada por el género y
la raza. A partir del momento en que, cuanto más pobre y menor
calificado el trabajador, más difícil será el acceso a su beneficio,
inmediatamente verificamos que especialmente las mujeres negras van a
ser las personas más perjudicadas por esa reforma”, añade.
De acuerdo con el especialista, el principal objetivo de la propuesta
formulada por Guedes es beneficiar al mercado financiero por medio de
la desconstitucionalización de las Pensiones y la creación de un sistema
de capitalización privado. Batista también señala que el apuro del
gobierno por aprobar la propuesta es justamente porque no le agrada la
mayoría de los trabajadores del país.
“El pueblo no quiere la reforma de las Pensiones y eso ya quedó muy
claro. Esa urgencia viene del aprovechamiento de este momento inicial
del gobierno en el cual, supuestamente, su popularidad sería mayor,
porque acaba de ser electo, y de ese temor que se tiene de la reacción
popular a esta propuesta, porque no es bien acogida por el pueblo”.
Otro punto criticado por él relacionado con los primeros cien días
del gobierno de Bolsonaro es la falta de debate social sobre los cambios
en la jubilación. “Es el proyecto del mercado tramitado a toda
velocidad, pasando un tractor. No puede haber ningún tipo de
transigencia con esta propuesta, tiene que ser refutada integralmente”,
resalta.
Rosemary Segurado comparte la evaluación de que la ausencia de
diálogo es una característica central del gobierno de Bolsonaro. “No
sabe dialogar. No consigue dialogar con los partidos. No consigue
dialogar con el Congreso. Cree que está en el cuartel o con su familia,
que él habla y todo el mundo obedece. En la política no es así.”
SE VENDE TODO
La ida de Bolsonaro a los Estados Unidos para encontrarse con Donald Trump fue
exaltada y conmemorada por sus seguidores. Sin embargo, especialistas
miran con criticidad la relación establecida entre los gobiernos,
construida con base en una serie de concesiones brasileñas.
Después de 20 años de negociaciones, los países convinieron los
términos del Acuerdo de Salvaguardas Tecnológicas (AST), que concedió el
uso comercial de la base de Alcântara, en Maranhão, a Trump. En esa
ocasión, en una entrevista con Brasil de Fato, el diplomático Samuel Pinheiro Guimarães criticó la firma del acuerdo.
“Todos los países que tienen tropas extranjeras en su territorio,
aunque con nombres de fantasía, como la OTAN [Organización del Tratado
del Atlántico Norte], no son totalmente soberanos. Hoy en día, los
Estados Unidos son, tal vez, el mayor país lanzador de satélites del
mundo. No creo que los Estados Unidos vayan a construir una competencia
en territorio brasileño. Segundo, no hay ninguna empresa brasileña capaz
de producir satélites o misiles para ser lanzados. Entonces, sería una
especie de rentismo, como ya estamos viviendo en Brasil. Estamos
vendiendo o alquilando todo”, afirmó.
Flávio
Rocha, especialista en geopolítica y seguridad internacional, entiende
que el acuerdo está motivado por una política "ultraneoliberalizante" y
lastima la soberanía nacional. “Se busca un alineamiento geopolítico a
todo costo, a corto plazo, con los Estados Unidos”, alerta. Además de
ceder una de las ubicaciones más estratégicas del mundo para lanzamiento
de satélites, Brasil acabó con el fin de la exigencia de visado para
turistas de los Estados Unidos.
No solo el territorio de Maranhão corre riesgos bajo el gobierno Bolsonaro. El dossier del Instituto Tricontinental de Investigación Social, publicado en marzo, mostró que cada vez más la región amazónica es blanco del agro negocio y de la minería extranjera.
“Todos los intereses posibles confluyen sobre la Amazonía. Es un
espacio de riqueza mineral, ambiental, social y cultural enorme. Es un
espacio políticamente muy interesante, es una frontera grande, con
muchos países. Es hasta difícil enumerar los intereses imperialistas en
esa región: son infinitamente diversos”, señala Ana Penido, integrante
del Instituto Tricontinental.
Doctora en Relaciones Internacionales por el Instituto Santiago
Dantas, Penido explica que hay una antigua preocupación de militares
nacionalistas con la actuación de ONG internacionales en la Amazonía. A
pesar de ello, según ella, esa preocupación no se expresa con la misma
intensidad cuando se relaciona con la compra de tierras por grandes
empresas extranjeras. “Es un nacionalismo muy selectivo, sólo en el
momento que le interesa el gobierno”, subraya la investigadora.
El documento del Instituto Tricontinental denuncia además que, en el
caso de la minería, por ejemplo, diversas empresas multinacionales
actúan en la región, “sin control muy directo del Estado brasileño”.
Según el dossier, “los continuos proyectos de ocupación e
intervención del Estado brasileño en la región fueron de subordinación a
los intereses externos, con medidas que facilitan la exploración del
territorio por las grandes potencias y empresas transnacionales, con
exenciones fiscales, préstamos públicos, inversiones en infraestructura y
donaciones de tierras”.
“Todo indica la venta generalizada del patrimonio nacional. Es
difícil decir que la Amazonía va a continuar siendo brasileña. Mientras
el Estado brasileño, tal vez continúe siéndolo, pero la riqueza, cada
día que pasa, es explotada por multinacionales extranjeras”, enfatiza
Penido.
FUTURO INCIERTO
Fueron
tantas informaciones y movimientos en apenas cien días, que la
habilidad política de Bolsonaro y su equipo ministerial pasó a ser
cuestionada por la población, especialistas y políticos.
En la perspectiva de Rosemary Segurado, la habilidad política nunca
fue parte de la carrera política de Bolsonaro. Para ella, la postura
extremista y autoritaria del presidente evidencia su incapacidad de
dialogar con los demás partidos y opositores.
“El presidente tiene que ser alguien que agregue, que sume en el
país, [con] sus innúmeras diferencias. No lo contrario. Y él no
demuestra eso. Y quien no demuestra eso en este momento, muy
difícilmente construirá eso. Es cambiar la llanta del auto con el auto
andando”, complementa.
Segurado evalúa que, en esta turbulenta coyuntura política, incluso
la permanencia de Bolsonaro en la presidencia puede estar en juego.
“Parece que él se está sintiendo presionado y tenemos que ver si él va a
querer dar continuidad a esa aventura que él comenzó. Porque es eso. Me
parece que él entró en una aventura que no tenía noción de lo que
sería".
FICHA TÉCNICA
Reportaje: Lu Sudré | Edición: Aline Carrijo | Fotos: Sérgio
Lima/AFP; Fabio Teixeira/AFP; Carl de Souza/AFP | Arte: Lucas Milagres y
Fernando Badharó | Traducción: Luiza Mançano y Pilar Troya |
Coordinación de Multimídia: José Bruno Lima | Coordinación de
Periodismo: Daniel Giovanaz y Vivian Fernandes
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