Diario ¡Por esto! (Mérida)
War Against the Weak
(Guerra contra los débiles) es un muy documentado libro de la autoría
de Edwin Black, de más medio millar de páginas, sobre una criminal
operación planeada por Estados Unidos desde inicios del siglo XX y
puesta en práctica entre las décadas de los años 1930 y 1960, cuyo
propósito era crear una raza superior dominante.
Esa
campaña estadounidense, prácticamente ignorada hoy en todo el mundo en
virtud del ocultamiento mediático a que ha sido sometida por razones
obvias, sirvió de modelo para el holocausto a que sometió el nazismo
alemán liderado por Adolfo Hitler a la población judía. Personajes e
instituciones de la política y la economía que hoy se presentan como
respetables paladines de la democracia y el respeto a los derechos
humanos, estuvieron involucrados en este genocidio.
El
libro cuenta que, en las primeras seis décadas del siglo XX, a cientos
de miles de norteamericanos etiquetados como débiles mentales (feeble
minded) porque no se ajustaban a los patrones teutónicos, les estuvo
vedada la reproducción. Seleccionados en prisiones, manicomios y
orfanatos por sus antepasados, su origen nacional, su etnia, su raza o
su religión fueron esterilizados sin su consentimiento, impedidos de
procrear, de casarse o separados de sus parejas por medios burocráticos
gubernamentales.
Esta perniciosa guerra
de guante blanco fue llevada a cabo por organizaciones filantrópicas,
prestigiosos profesores, universidades de elite, ricos empresarios y
altos funcionarios de gobierno, formando un movimiento pseudocientífico
llamado eugenesia (eugenics) cuyo propósito, más allá del racismo, era crear una raza nórdica superior que se impusiera a nivel global.
El
movimiento eugenésico paulatinamente construyó una infraestructura
jurídica y burocrática nacional para limpiar a Estados Unidos de los
“no aptos”. Pruebas de inteligencia coloquialmente conocidas como
“mediciones de IQ” se inventaron para justificar la exclusión de los
“débiles mentales” que frecuentemente no eran más que personas tímidas o
que hablaban otra lengua, o que tenían un color de la piel diferente.
Se decretaron leyes de esterilización forzosa en unos 27 estados del
país para impedir que las personas detectadas pudieran reproducirse.
Proliferaron las prohibiciones de matrimonio para impedir las mezclas
de razas. A la Corte Suprema de EEUU llegaron numerosos litigios cuyo
verdadero propósito era consagrar a la eugenesia y sus tácticas en el
derecho cotidiano.
El plan era esterilizar
de inmediato a 14 millones de personas en Estados Unidos y varios
millones más en otras partes del mundo para, posteriormente, continuar
erradicando al resto de los “débiles” a fin de dejar solo a los
nórdicos de pura raza en el planeta. En la década de 1930 se
esterilizó coercitivamente a unos 60,000 estadounidenses y un número
incalculable de matrimonios fueron vedados por leyes estaduales
brotadas del racismo, el odio étnico y el elitismo académico, con un
manto de respetable ciencia.
Eventualmente, la eugenesia,
cuyos objetivos eran globales fue esparcida por evangelistas
norteamericanos a Europa, Asía y América Latina hasta llegar a formarse
una bien entretejida red de movimientos con prácticas similares que,
mediante conferencias, publicaciones y otros medios, mantenía a sus
propugnadores al acecho de oportunidades de expansión de sus ideas y
propósitos. Fue así que llegó a Alemania, donde fascinó a Adolfo
Hitler y al movimiento nazi. El Nacional Socialismo alemán transformó
la búsqueda estadounidense de una “raza nórdica superior” en lo que fue
la lucha de Hitler por una “raza aria dominante”. La eugenesia nazi
rápidamente desplazó a la norteamericana por su fiereza y velocidad,
así como por la racionalidad científica aplicada por los médicos
asesinos de Auschwitz, ensayada antes en los laboratorios eugenésicos
de Cold Spring Harbor de Long Island en Nueva York, y con el apoyo
financiero de las fundaciones Rockefeller, Carnegie y Harriman en cuyos
laboratorios comenzaron los experimentos eugenésicos que culminaron en
Auschwitz.
Al ser calificado de genocidio
el exterminio de judíos en el juicio de Nuremberg, las instituciones
estadounidenses vinculadas a la práctica de la eugenesia, la
rebautizaron como “genética” y continuaron sus tenebrosos proyectos por
más de una década. El libro de Edwin Black, joya del periodismo
investigativo, propicia al lector la posibilidad de constatar el
parentesco y los rasgos comunes de esta trágica historia con la
circunstancia por que atraviesa hoy la población de Estados Unidos.
Con fines electoralistas, Donald Trump levantó desde el inicio de su
campaña, la consigna de “¡América Primero!”, respaldada con múltiples
manifestaciones propias suyas de xenofobia, rechazo a inmigrantes y
probada identificación con los supremacistas blancos dentro del
escenario de profunda fragmentación política por la que atraviesa una
nación cuya elite gobernante ha podido mantener dentro de la inocente
alternativa de demócratas o republicanos a su población.
¡Cualquier similitud es pura coincidencia!
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