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viernes, 4 de enero de 2019

El botín tercermundista



Siglo XXI, a 18 años, siguen las inercias y estertores militares del torrente imperialista desatado por el 11/S, esta vez en las tres principales economías de América Latina: Brasil, México y Argentina. Es una región en la que, a decir de Thierry Meyssan de Red Voltaire, Estados Unidos prepara la guerra entre latinoamericanos. Esta militarización acompaña los intereses de inversionistas y grandes monopolios de las sociedades de alto consumo en pos de los recursos naturales que van quedando sobre la corteza, desde la Amazonia, la mayor selva tropical del mundo, seguida por la cuenca del Congo en Africa Central, hasta los minerales, gas y petróleo disponibles por el acelerado derretimiento del hielo más viejo del Ártico y de la Antártida, síntoma inequívoco de catástrofe climática y la consecuente elevación del nivel marítimo.
Bajo la cubierta del mercado, EU financia y prepara fuerzas militares en las Américas desde el Comando Norte y el Comando Sur. El Comando África empezó a operar a fines del régimen de Bush. Agrégase ahora el Comando Espacial que militariza el exterior del planeta ¿con pretensión de soberanía de facto sobre el orbe? Militarizar al espacio es una unilateralidad bélica que invita respuestas unilaterales, bilaterales o multilaterales. ¿Por qué se adoptó esa medida ? Y, sin ironía alguna ¿la ONU sigue siendo el foro mundial necesario para negociar los conflictos? ¿Operaría desde Nueva York o desde Shanghai?
La explotación y el parasitismo de las sociedades de alto consumo no conocen límites. Van hasta la extinción de la biodiversidad y recursos bajo jurisdicción tercermundista, así como de los bienes comunes, océanos y atmósfera, entre otros. Mucho antes de quemar la última gota de petróleo, obnubilados por las ganancias, los inversionistas, las sociedades de alto consumo y sus socios tercermundistas habrán fagocitado y cocinado los fundamentos naturales de la vida planetaria. Además de la deforestación y devastación de la biodiversidad en los principales sumideros de gases de efecto invernadero, como las mencionadas selvas tropicales, en América Latina recrudece el despliegue de tropa y bases de EU y otras potencias y con ello la amenaza de guerras de agresión y la inestabilidad de los equilibrios civil militares, asignando al sector castrense, en centro y periferia, tareas propias al ministerio público.
En el caso del combate a la violencia del crimen organizado desatada por el neoliberalismo y sus reformas estructurales, en Brasil, en general, y en Río de Janeiro, en particular, se optó por recurrir en primera instancia a la militarización, haciendo a un lado al mando civil. Se trata, dijo el derechista presidente Michel Temer a principios de 2018, de un nuevo sistema de seguridad aplicado con el beneplácito del Pentágono en que, como indican las agencias noticiosas, el mando de la policía pasó al ejército tras un decreto firmado por Temer.
Si en Brasil para el control de la violencia Temer estableció un ministerio operado por las fuerzas armadas, en el caso de México se realiza algo semejante, con una probable renovación de los fondos asignados a la Iniciativa Mérida (IM); se resalta el límite temporal de 5 años, pero se omite que alterando la Constitución se recorta el control civl a toda función del MP sobre la violencia delincuencial. La receta del Pentágono cuenta con dos sexenios de fracaso. Bajo la IM de Bush-Obama-Trump, se militarizó la campaña contra el crimen organizado (2006-2018), sin que EU regulara el flujo de armas o el lavado bilateral, en contravención de los protocolos formalizados por México (Convención de Palermo) que privilegian acciones sobre el lavado y el flujo de armas y no aconsejan el uso de la fuerza militar, menos en un contexto bilateral desregulado de los flujos de dinero y armas.
En Tijuana la policía detecta que al menos 20 por ciento de las armas decomisadas son de uso exclusivo del Ejército. Si el nivel total de armas que fluyen a México se estima en 2 mil diarias o sea, ¡730 mil anuales! en venta libre desde unos 6 mil puestos o ferias de armas a lo largo de la frontera, entonces las Fuerzas Armadas de México enfrentan a grupos armados desde EU con poco más de 100 mil piezas de modernas armas de asalto. ¿Es hipocresía de EU, o una política de Estado, todavía no de guerra entre países, sino dentro de ellos? Es cierto que el ajuste estructural, atado a las líneas de crédito (FMI-BM-BID), debilita las bases de la paz social e impulsa en parte, el actual desastre humanitario.
Para proceder a un retiro paulatino de los militares, en tiempo y lugar apropiados, como plantea el gobierno ¿es necesario alterar la Constitución en un tema tan sensible? Si Trump amenaza a los demócratas, para advertir a México que puede causar enorme daño económico cerrando la frontera ¿no es hora que cierre el flujo de armas que alienta acá la violencia y el caos? o ¿de eso se trata?
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