El proyecto de
presupuesto dado a conocer por la Casa Blanca busca reducir la deuda
federal. Y uno de los componentes importantes para alcanzar ese objetivo
es mediante la venta de la mitad de la reserva estratégica de petróleo.
Esta medida se vincula estrechamente con la política energética de la
administración Trump y merece un análisis cuidadoso.
La Reserva estratégica de petróleo (REP) de Estados Unidos es una
provisión de petróleo para periodos de emergencia con una capacidad de
hasta 727 millones de barriles de crudo. Fue creada en 1973 a raíz del
embargo petrolero decretado por la Organización de Países Exportadores
de Petróleo (OPEP) en respuesta a la ayuda estadunidense a Israel en el
contexto de la llamada guerra del Yom Kippur.
El inventario contiene al día de hoy unos 695 millones de barriles
guardados en cuatro depósitos ubicados en las costas de Texas y
Louisiana, cerca de los principales centros de refinación de crudo en
Estados Unidos. Las instalaciones incluyen cuevas artificiales en domos
salinos que alcanzan hasta mil metros de profundidad y se calcula que el
costo de construcción de estas instalaciones rebasó los 4 mil millones
de dólares (mmdd).
La reserva actual representa el equivalente a unos 46 días de consumo
de petróleo (a las tasas de consumo aparente de 2015). A los precios
corrientes en el mercado internacional, la Casa Blanca calcula que el
valor de mercado de toda la reserva es de unos 48 mmdd. La venta de la
mitad de la reserva se llevaría a cabo en un plazo de diez años y
generaría 16.6 mmdd.
En realidad esa cantidad de recursos casi se antoja insignificante
cuando se le compara con la deuda del gobierno federal que hoy rebasa
los 19 billones (castellanos) de dólares. Pero el proyecto de Trump
tiene implicaciones para el mercado mundial de petróleo, la política
energética de Estados Unidos y el proceso de cambio climático.
Si bien es cierto que los precios internacionales de crudo han
repuntado ligeramente en los últimos meses, por el lado de la oferta el
mercado sigue estando saturado a pesar de los últimos acuerdos de la
OPEP. Sin duda un panorama de precios deprimidos se va a mantener. El
anuncio de que habrá una inyección de más crudo al mercado mundial
proveniente de la venta de la REP, aunque dicha venta se lleve a cabo a
lo largo de los próximos años, contribuirá a mantener bajos los precios.
La intención de vender la mitad de la REP es consistente con la
política energética de Trump. Su objetivo es convertir a Estados Unidos
en un país autosuficiente en petróleo y desde esa perspectiva mantener
la Reserva estratégica es redundante. Trump ya ha firmado una orden
ejecutiva para concluir la construcción del oleoducto Keystone que va
desde los campos de Alberta (en Canadá) hasta Port Arthur, al noreste de
Houston. Este oleoducto ya transporta diariamente medio millón de
barriles de crudo hacia Estados Unidos, pero el desarrollo de los
yacimientos de Alberta requiere una salida más importante hacia el
mercado internacional vía la costa del Golfo de México. El oleoducto ha
estado en disputa desde hace años y Obama nunca quiso firmar el permiso
correspondiente. Una de las primeras medidas anunciadas por la
administración de Trump fue dar luz verde al proyecto.
Los yacimientos de arenas bituminosas en el río Athabasca, en
Alberta, figuran entre los más importantes del mundo con 1.7 billones de
barriles de crudo (magnitud sólo superada por las reservas de Arabia
Saudita y de la cuenca del Orinoco en Venezuela). Pero estos yacimientos
son de crudo muy pesado que es difícil de extraer, transportar y
refinar. Por esas dificultades estos campos ya son responsables de 10
por ciento de la huella de Canadá en materia de emisiones de gases de
efecto invernadero. Pero para Estados Unidos la aportación de estos
campos es una de las claves para reducir la dependencia energética
frente a las fuentes del Medio Oriente.
El otro elemento importante para reducir esa dependencia es la
producción doméstica a través de la tecnología de fractura hidráulica (fracking). El repunte de los precios de crudo ha dado nuevos bríos a esta industria en Estados Unidos, con lo que el lobby petrolero
considera no es necesario mantener la Reserva estratégica de petróleo.
La venta de la Reserva es el primer paso hacia la consolidación de una
autosuficiencia energética basada en combustibles fósiles.
Éstas son muy malas noticias en el ámbito de las reducciones de
emisiones de gases invernadero. La administración Trump no ha anunciado
el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de Paris sobre cambio climático.
Como se sabe, los compromisos voluntarios nacionales de reducción de
emisiones no son vinculantes, pero por lo menos implican un cierto valor
moral y debieran, en principio, facilitar la transición hacia un perfil
energético basado en energías renovables. La venta de la Reserva
Estratégica de Petróleo es una señala clara de que la plataforma
energética de Estados Unidos seguirá basándose en combustibles fósiles.
Twitter: @anadaloficial
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