América XXI
Volvieron a cambiar
las relaciones de fuerzas en la región con el derretimiento de Michel
Temer, presidente ilegítimo de Brasil.
Llevada a un nivel
desconocido la inestabilidad política, el gigante latinoamericano
sufrirá un nuevo frenazo en su muy lenta recuperación económica, incluso
si tuviere éxito el intento –en curso mientras se redactan estas
líneas– de cambiar suavemente a Temer y mantener a Henrique Meirelles en
el ministerio de Hacienda. Ese resultado golpeará con dureza a los
planes de crecimiento en Argentina. Incluso si esto no redundase en una
derrota electoral de Mauricio Macri y su coalición Cambiemos,
disminuiría significativamente la ya escasa e inestable base de
sustentación de Macri.
Dicho en otros términos: la derecha regional tiene mucho menos poder de fuego para atacar a la Revolución Bolivariana.
Itamaraty debió suspender a última hora una reunión por fuera de
cualquier organismo regional organizada en Brasil para el martes 23, con
el objetivo de acelerar el derrocamiento de Nicolás Maduro. “Hoy más
que nunca América Latina (debe aunar) esfuerzos diplomáticos”, dice un
ex canciller argentino en la página de opinión del diario La Nación.
Y agrega, con inocultable congoja: “lamentablemente la OEA no parece
estar en condiciones de ser hoy el vehículo más efectivo para transitar
por ese camino. El secretario general del organismo quemó naves antes de
la batalla diplomática, limitando gravemente su papel en la crisis”. Ya
ni en su cubil lo protegen a Malinche Almagro. Pero el ex diplomático
acierta: la OEA no sirve.
Pugna en Unasur
¿Será útil Unasur para el objetivo ya imposible de encomendar a la OEA?
Una leve descompensación del presidente Mauricio Macri durante la
asunción de Lenín Moreno, a causa de la altura de la Capital
ecuatoriana, impidió la programada reunión informal de presidentes del
bloque suramericano para tratar el caso Venezuela. El malestar físico
evitó uno mayor de carácter diplomático. Nicolás Maduro no estaba en
Quito, pero los presidentes ya estaban informados de dos noticias clave:
a fines de julio será la elección de diputados para la Asamblea
Constituyente en Venezuela y el Consejo Nacional Electoral fijó el 10 de
diciembre para las elecciones regionales. ¿Qué podían demandar los
conjurados de Unasur? ¿Adelanto de elecciones presidenciales? ¿Omisión
de cualquier respuesta al accionar violento y los actos terroristas de
la oposición desenfrenada?
Por caso: a esa misma hora Temer
enviaba tropas militares a Brasilia para contener la furia de
manifestantes que exigen su dimisión e inmediatas elecciones directas.
¿Puede Unasur declararse en guerra contra una medida de excepcional
participación democrática en Venezuela y asociarse al uso de fuerzas
militares contra la población civil en Brasil? Porfiar en ese sentido
equivaldría a hacer estallar el organismo. Y no precisamente para
fortalecer la OEA.
Por tanto, es improbable que en este nuevo
cuadro de situación regional Macri pueda alcanzar consenso para su
avanzada contra Maduro. La nueva e inestable relación de fuerzas
comienza a hacerse sentir en forma de parálisis. Algunas fuentes
aseguran que en su fugaz paso por Buenos Aires, el saliente presidente
ecuatoriano Rafael Correa acordó con la vicepresidente argentina
Gabriela Michetti un nombre conflictivo para presidir Unasur: Octavio
Bordón. El ex dirigente del Frepaso que vio frustrada su carrera a la
presidencia a fines de los 1990, está considerado por conocedores del
tema como representante del Opus Dei. Su eventual designación sería más
que un desaire para el Papa Francisco, líder de la corriente opuesta en
el entramado Vaticano, además de agregar un factor de conflicto al
funcionamiento de Unasur.
Revolución y conducción política
Ante este panorama, resalta más la ausencia de iniciativa en las
izquierdas latinoamericanas para entrar a la lid con papel protagónico.
Décadas atrás era ya visible la existencia de una crisis en el
pensamiento revolucionario, específicamente en la teoría marxista. Hoy
las cosas han pasado a mayores.
En Venezuela ocurre en estos
meses un hecho trascendental para el rumbo de América Latina, pero
también para la teoría política revolucionaria. Es posible afirmar que
aquella crisis, sin pausa agravada, ha llegado al punto de demoler
conceptos teóricos básicos y anular elementales reflejos de una genuina
dirección revolucionaria.
Cuando en los años 1930 el Partido
Comunista alemán se negó a hacer un frente único con el Partido
Socialista para enfrentar a Hitler, Trotsky hizo una afirmación
profética: “(tras la victoria del nazismo) el proletariado alemán se
levantará; el Partido Comunista Alemán jamás”. Es posible hacer una
afirmación análoga en este momento respecto del posicionamiento de
ciertas organizaciones de izquierda en relación con la situación en
Venezuela.
La respuesta en curso a la severísima crisis en
Venezuela por parte de Maduro y la dirección del Psuv es un ensayo de
conducción política revolucionaria que abrirá huella. La conducción
político-militar de la Revolución Bolivariana apela a la movilización y
organización de masas y, en condiciones dramáticas, busca mantener la
unidad social y política de las grandes mayorías. Habrá que discutir
planes y medidas económicas, métodos en ciertas áreas, criterios de
funcionamiento del Psuv y los organismos de masas. Pero lo esencial es
una lección de táctica y estrategia antimperialista y anticapitalista
desde el ejercicio del gobierno, en un marco internacional
excepcionalmente adverso. Tema para reflexión teórica, debate político y
acción consecuente de aquí en adelante.
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