By Jorge Lofredo
En
su comunicado del 1 de mayo pasado, el Partido Democrático Popular
Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario (PDPR-EPR) ratificó su
posición como continuidad histórica del Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo antes que proceso de unidad
revolucionaria. La estructura y contenido del texto, sin embargo, son
idénticos al presentado hace casi 12 años atrás bajo el nombre Un poco más de historia,
que resultó clave al negar por primera vez y en forma pública los
argumentos que ahora ratifica. A 21 años de su nacimiento como PDPR-EPR,
la fecha elegida para volver a establecer la misma posición que acabó
provocando salidas y escisiones de su seno desde 1996, supone un claro
mensaje hacia el ámbito de las organizaciones político-militares.
En
aquella ocasión el texto decidió hacerse público en medio de
interminables cruces de comunicados entre fracciones que rompieron con
la dirección nacional partidaria, donde cada una articuló y estructuró
su propia visión de la historia que a primera vista se creían
excluyentes. Pero las coyunturas variaron ya que un somero recuento
establece que en la actualidad los demás grupos llevan tiempo en
silencio, y si bien no constituye novedad que las estructuras
clandestinas en algún momento determinen clausurar su comunicación con
el exterior, lo más llamativo aquí es que el EPR mantiene ininterrumpida
la frecuencia de sus publicaciones.
Tanto por medio de comunicados como por la emisión de su periódico partidario mensual, El Insurgente,
sólo el EPR se ha expresado públicamente durante el 2017 y es necesario
remontarse hasta octubre de 2016 para encontrar el último texto signado
por alguna sigla distinta. El año pasado se han conocido escritos de
cuatro grupos, algunos desconocidos hasta el momento, y fue también lo
último en saberse de ellos. De las organizaciones más reconocidas, es
posible establecer que el último comunicado del Ejército Revolucionario
del Pueblo Insurgente es de junio de 2016 y para consultar sobre la
Coordinación Revolucionaria Libertad (alianza de Tendencia Democrática
Revolucionaria-Ejército del Pueblo, el Movimiento Revolucionario Lucio
Cabañas Barrientos y otras) habrá que remontarse hasta diciembre de
2014; y todavía un mes antes para saber acerca de la coordinación entre
las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo y el Comando 28 de Junio.
De la agrupación más reciente, Fuerzas Armadas
Revolucionarias-Liberación del Pueblo, lo último sabido de ella data de
diciembre de 2015.
Volviendo nuevamente la mirada hacia el
reciente comunicado del EPR y en el contexto en que se dio a conocer, la
conmemoración del primero de mayo es insuficiente para comprender
cabalmente el sentido de la emisión y, además, porque a los anteriores
de la misma fecha no se les imprimió el mismo perfil. Su contenido, vale
la pena mencionarlo nuevamente, repite lo que ya se sabe desde hace
tiempo atrás y sirvió para deslindarse de otras fuerzas; por lo tanto,
esta reafirmación de historia e identidad no puede resultar un mensaje
exclusivamente dirigido hacia el interior del grupo sino que también
resulta una confirmación de su lineamiento. En organizaciones
jerarquizadas y militarizadas, la línea juega el mismo papel
que una frontera: define su contenido y delimita lo extraño. Y si bien
no es posible igualar las circunstancias de uno y otro momento, hoy
pretenden traslucirse ciertos indicadores que justifiquen la decisión de
emitir el comunicado con estas características. En este sentido, lo que
antes sirvió para diferenciarse y posicionarse hoy bien podría indicar
una dirección diferente.
Ahora bien, puede considerarse el
presente como tiempo de conmemoraciones y que este texto sirva como
suerte de recordatorio para tal efecto. Si esto fuese así, inició con un
libro que el propio EPR realizó sobre la vida y los textos de Héctor
Eladio Hernández Castillo en noviembre de 2013, a 35 años de su
asesinato; y dos más recientes sobre la historia de los 50 años del
grupo, prologados en 2014. Estos elementos todavía siguen resultando
insuficientes a la hora de encontrar el sentido del texto, pero no es
así si se considera que los tiempos de la clandestinidad –y en este caso
los de la guerra popular prolongada– son distintos a los
institucionales o de “superficie”. Pero éstos a menudo logran
condicionarlos y valen como ejemplos dos factores determinantes en la
historia reciente del EPR: su irrupción en junio de 1996, producto de la
masacre de Aguas Blancas, y la reivindicación por Gabriel Alberto Cruz
Sánchez y Edmundo Reyes Amaya, militantes desaparecidos en mayo de 2007 y
reivindicados por la organización.
Esta cuestión cobra aún mayor
sentido si se considera que en este mes se cumplen 10 años de ese hecho y
si también continuará siendo el reclamo rector de sus próximos pasos.
Para el caso, un dato: la extensión y profundidad que se le dio a las
reconstrucciones biográficas en el último número del periódico
partidario resulta dificultoso encontrarla en algún otro ejemplar de El Insurgente,
e incluso se supera a sí mismo en la intención de mantener la vigencia
del reclamo. El trayecto recorrido por el grupo, desde las explosiones
en los ductos de Pemex hasta el llamado a la Comisión de Mediación, la
constitución de la Comisión de la Verdad en Oaxaca y la presentación del
libro sobre ellos realizado por familiares y organismos de Derechos
Humanos humanizaron a los combatientes a la vez que legitimaron la causa. Y las biografías van en el mismo sentido.
Reimpulsar
la reivindicación por los desaparecidos y la búsqueda de nuevas
alianzas políticas –que nunca resulta una senda allanada– contextualizan
su comunicado más reciente. El EPR es el único que ha hablado y serán
tiempos de espera por alguna respuesta.
Jorge Lofredo*
*Licenciado en Ciencia Política; autor de La Generación Aguas Blancas. Organizaciones clandestinas armadas mexicanas (de libre descarga: goo.gl/n1jMYI)
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