Ángel Guerra Cabrera
Estábamos en pleno gozo de la trascendental
victoria de Lenín Moreno en la segunda vuelta de la elección
presidencial en Ecuador cuando conocimos otro episodio vodevilesco de la
conjura contra Venezuela en la pútrida OEA. Pero antes de referirme a
lo ocurrido en el
ministerio de colonias, insuperable definición del canciller cubano Raúl Roa, unas palabras sobre la buena noticia que nos ha dado Ecuador.
La victoria antineoliberal en el país del centro del mundo confirma
los extraordinarios logros de la revolución ciudadana, encabezada por
Rafael Correa, en un país que fue por muchos años coto de latifundistas,
trasnacionales depredadoras como Chevron y fraudes financieros
demoledores, aunque ninguno como el de 1999, en el cual tuvo gran
responsabilidad el banquero Lasso, candidato a la presidencia derrotado
por Lenín. A consecuencia del fraude, la nación cayó en una situación
todavía más paupérrima y alrededor de 2 millones de ecuatorianos
tuvieron que emigrar.
La victoria de Alianza País también fortalece a los gobiernos
antineoliberales y a la izquierda de la región y priva a los impopulares
Macri y Temer del balón de oxígeno que esperaban de la elección del
banquero. Toda una proeza, pues contra la candidatura de Lenín y Jorge
Glas la mafia mediática concentró una catarata de mentiras, la CIA las
mejores artes y operadores de sus laboratorios de guerra sucia y Lasso derrochó ríos de dinero. Como colofón, sufre un descalabro la peregrina idea del
fin del ciclo progresista, según la cual para la izquierda había pasado su cuarto de hora en la región.
Por cierto, Lasso ha organizado protestas contra un inexistente
fraude pero sin presentar una sola prueba. Es muy significativa la
llamada al orden que le hizo el líder social-cristiano y alcalde de
Guayaquil, Jaime Nebot, que lo apoyó en la segundo ronda.
Volviendo a la OEA, el tal Almagro es un ser tan miserable que se
tienden a dirigir hacia él todas las miradas. Pero hay que afinar la
puntería. Almagro y los gobiernos que lo apoyan en sus empeños
antivenezolanos actúan movidos por el servilismo ante el amo. Recordemos
el documento Venezuela Freedom II, emitido por el comando sur de las
fuerzas armadas de Estados Unidos el 15 de febrero de 2015 y firmado por
su jefe, el almirante Kurt Tidd.
El documento es el guión del golpe blando en Venezuela y en su punto ocho expresa:
En el plano internacional hay que insistir en la aplicación de la Carta Democrática, tal como lo hemos convenido con Luis Almagro Lemes, secretario general de la OEA.
Una marioneta como Almagro es un portento de indignidad pero carece
del poder para montar un plan desestabilizador de la envergadura del que
existe contra Venezuela, únicamente comparable con el que se ha
desarrollado contra Cuba. La embestida mediática planetaria, la guerra
económica, la movilización de la derecha regional e internacional, el
golpe de Estado permanente, la movilización de la OEA, de los gobiernos
más abyectos de América Latina y del español en el empeño de derrocar al
presidente Maduro y acabar con la revolución bolivariana, sólo pueden
ser obra de Washington.
Estas son estrategias imperiales no circunstanciales que, en su
esencia, permanecen inmutables en el tiempo al margen de las mayores o
menores adecuaciones aconsejadas por el desarrollo de los
acontecimientos, o el estilo personal de cada inquilino de la Casa
Blanca o sector capitalista que represente. En el caso de Venezuela muy
especialmente, pero, en general, de los gobiernos nacional populares o
antineoliberales de nuestra región, el objetivo de Washington es
derrocarlos, puesto que no acepta que le disputen el control de los
recursos naturales ni la orientación de sus modelos económicos y
políticos en un área que considera su patio trasero.
Ello explica el espectáculo montado en la OEA el lunes 3 de abril con
el gobierno de México y Almagro a la cabeza. Allí se violaron los
estatutos de la organización al discutir la supuesta
rupturadel orden constitucional en Venezuela sin consultarla y convocar a una reunión del Consejo Permanente sin mediar la debida información a los embajadores de Bolivia y Haití en su condición de presidente y vicepresidente del Consejo Permanente. Por último, adoptar la resolución antivenezolana sin disponer de los votos requeridos. La catástrofe social de proporciones bíblicas creada por el neoliberalismo y las previsibles victorias electorales de la izquierda traen a la derecha muy nerviosa.
Twitter:@aguerraguerra
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