Por: Pascual Serrano
El fenómeno Trump no es solo político, es evidente que también está afectando al comportamiento de los medios.
En unos tiempos en los que la espectacularidad, lo anecdótico, el
mensaje breve y simplista domina la agenda, el presidente estadounidense
comienza a marcar pauta en los estilos informativos. Su ya cotidiano formato de tuits diarios se convierten en referencia de culto para los medios. Años pensando los gabinetes de prensa cómo incidir con notas, convocatorias, dosieres, informes y cifras, y resulta que a golpes de 140 caracteres con mensajes descabellados puedes fijar la agenda informativa sobre tu presidencia.
Trump tiene garantizado el seguimiento de su agenda no solo
por los medios, sino incluso por el resto de los políticos que buscan
marcar distancia aunque en realidad sus políticas no varíen mucho.
Así cuando el presidente estadounidense trataba el tema del muro con
México apareció Mariano Rajoy para afirmar que “no cree en vetos ni
fronteras”. Todos sabemos que España también pide visados a ciudadanos
de muchos países o conocemos la situación en que se encuentran Ceuta y
Melilla, y sus criticadas concertinas, que no son otra cosa que
cuchillas para impedir el acceso de inmigrantes. O lo que dijo Pedro
Sánchez ante el titular de Trump pidiendo más gasto militar para “volver
a ganar guerras” respondiéndole con un tuit en el que se leía “Sr.
Trump, créanme, la manera más segura de ganar guerras no es iniciar
ninguna. Deja el mundo en paz. Gracias”. Un mensaje perfectamente válido
para Hillary Clinton, Barack Obama o incluso su compañero de partido
Javier Solana a cargo de la OTAN, pero solo se le ocurrió para
dirigírselo a Trump.
La boutades de Trump provocan rápidos distanciamientos de nuestros
políticos con el único objetivo de aparentar que ellos aplican políticas
diferentes. Así, mientras un coro político y mediático unánime
en Europa critica las amenazas del estadounidense de expulsar
emigrantes, ese mismo coro se calla cuando la Comisión Europea insta a
los Estados miembros a expulsar a un millón de migrantes “sin papeles”
de la UE. Algo que recordaba Sami Naïr en su texto “Mientras Europa imita a Donald Trump”.
Otro de los elementos que más está rentabilizando Donald Trump es el descrédito de los medios de comunicación en la sociedad.
Unos medios que cada vez influyen menos en la conformación de la
opinión pública. No es verdad que la prensa module tanto la imagen de un
político, quizás lo consigan fuera de sus fronteras, pero no tanto en
su propio país. Mientras, gracias a la labor de zapa de los medios
españoles, Hugo Chávez era el político peor valorado en nuestro país, en Venezuela arrasaba
en cada convocatoria electoral y conseguía más porcentaje de votos que
los presidentes europeos. Y mientras, varios años antes, todo Occidente
admiraba a Mijaíl Gorbachov como el gran estadista que abría y
democratizaba la Unión Soviética, su popularidad estaba por el suelo en
su país natal, donde los percibían como el irresponsable que había
desmembrado la gran nación soviética.
Con Donald Trump está sucediendo lo mismo, nuestros
medios se están quedando en la superficialidad de sus payasadas, sin
explicar las razones de su apoyo y qué fibras emotivas y temas sensibles
está tocando para lograr el apoyo de los estadounidenses. Algo
de esto lo explicaba la profesora de filosofía Nancy Fraser: “la
victoria de Trump no es solamente una revuelta contra las finanzas
globales. Lo que sus votantes rechazaron no fue el neoliberalismo sin
más, sino el neoliberalismo progresista (…) las políticas de Clinton
degradaron las condiciones de vida de todo el pueblo trabajador, pero
especialmente de los empleados en la producción industrial. Para decirlo
sumariamente: Clinton tiene una pesada responsabilidad en el
debilitamiento de las uniones sindicales, en el declive de los salarios
reales, en el aumento de la precariedad laboral y en el auge de las
familias con dos ingresos que vino a substituir al difunto salario
familiar”. Como ven, algo demasiado elaborado para el minimalismo de
nuestros medios a la hora de tratar a Trump, su política y las razones
de su llegada al poder. No es objeto de este texto hacerlo, tranquilos.
Mientras aquí nuestros medios ríen e insinúan que Trump se desliza
hacia el abismo electoral, las encuestas de la CNN lo que desvelan es
que el 57% de quienes lo vieron en su primer discurso concluyeron con
una reacción muy positiva a la intervención. Siete de cada diez dijeron
que las propuestas políticas del presidente llevarían al país en la
dirección correcta y casi dos tercios afirmaron que Trump tiene las
prioridades correctas para el país. No parece que el rechazo que nos
presentan nuestros medios sea muy real de lo que está despertando Trump
entre los norteamericanos. Según un sondeo de la consultora YouGov y la
Universidad del Estado de Pensilvania para el Washington Post,
sólo el 3% de los que le votaron en noviembre se arrepienten. Una
encuesta de otra empresa, Morningconsult, revela que las controversias
del presidente reducen su apoyo entre los demócratas e independientes,
pero la aumentan entre los republicanos. Un ejemplo: cuando declaró a
los medios de comunicación “el enemigo del pueblo”, su valoración entre
el público en general cayó 15 puntos porcentuales, pero entre sus
seguidores subió 31. No es mala estrategia, bajas entre los que ya no
eran tus partidarios pero te afianzas entre los que te apoyan.
Y aquí volvemos de nuevo al descrédito de los medios. Un descrédito
tan merecido como desastroso para el periodismo y el valor de la verdad.
Solo el desprecio ganado a pulso durante tantos años ha provocado que
políticamente resulte hasta rentable repudiarlos, algo impensable hace
unas décadas. Ahora la Casa Blanca se puede permitir excluir de una conferencia de prensa de su portavoz a varios importantes periódicos
y canales televisivos nacionales y extranjeros y obligar a los
trabajadores de las cadenas televisivas ABC, NBC, CBS y Fox a acudir sin
cámaras al acto sin ningún coste político. Lo señalaba en España la
periodista Rosa María Artal: “La prensa está en entredicho. Una crisis
mal afrontada y peor resuelta la mantiene en situación de debilidad.
Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos, ha decidido usar
ese estado vulnerable a su favor para avanzar en unos planes realmente
temibles”.
De todos modos, no es nueva la estrategia de Trump, hace
tiempo que otros políticos ya saben que hacer el payaso resulta más
rentable para conseguir que unos medios, ávidos de sensacionalismo,
frivolidad e intrascendencia (y unas audiencias, también hay
que reconocerlo), dediquen sus contenidos a lo estúpido y obvien las
cuestiones problemáticas que al líder le pueden resultar incómodas.
Probablemente el pionero fue Silvio Berlusconi, quien lograba en una
visita a la tragedia de un terremoto mal gestionado desviar la atención
de los medios diciéndole a una médico de emergencias desplazada al lugar
“no me importaría ser reanimado por ti”. Sí, los medios ridiculizaron
al primer ministro, pero no hablaron de la falta de recursos del rescate
ni la ausencia de medidas de prevención. Algo similar logró el primer
ministro italiano, a la llegada a Italia de Angela Merkel para un
encuentro bilateral. A Silvio Berluconi, con todas las cámaras
enfocando, no se le ocurre otra cosa que esconderse detrás de una
columna para darle un susto/sorpresa a la alemana. Inmediatamente la
noticia era la estupidez y no el motivo del encuentro. Así es como se
explica que entre tanto show de Trump haya pasado desapercibida la
derogación de las regulaciones que reforzaban los controles sobre Wall
Street y los bancos tras la crisis financiera.
La estrategia de dispersión es utilizada ya por muchos políticos y
seguida diligentemente por los medios, en unos casos con conciencia
clara de colaboración o en otros sencillamente por el nuevo culto a lo
trivial. A mediados de marzo las calles de las grandes ciudades
brasileñas hervían de manifestaciones, violencia y represión policial en
rechazo al presidente Temer. La noticia fue recogida por el diario El
País, sin embargo colocó en un posición más destacada otra sobre Brasil y
Temer: “Los fantasmas obligan al presidente de Brasil a dejar la
residencia presidencial”. En medio de los disturbios, Temer da en una
entrevista a la revista brasileña Veja la explicación de por qué
abandona la residencia oficial presidencial: “Sentía algo extraño ahí.
Desde la primera noche, no pude dormir. La energía no era buena. [Su
mujer] Marcela sintió lo mismo. Solo le gustaba a Michelzinho
[su hijo, de 10 años], que iba corriendo de un lado para otro. Llegamos a
pensar, ¿habrá fantasmas aquí?”. Como bien señala El País, “desde
entonces se ha convertido en la historia brasileña más popular en lo que
va de año. Ha aparecido en cientos de medios internacionales,
generalmente con un título del estilo El presidente de Brasil se muda de la residencia oficial por miedo a los fantasmas”.
La idea del brasileño es perfecta: si vas a protagonizar las portadas
por las manifestaciones masivas que piden que dimitas por corrupción, lo
mejor es decir que ves fantasmas en el palacio presidencial y que te
mudas, los medios -con su connivencia o su mediocridad, según cada caso-
se encargarán de tapar el asunto serio y dedicarse al estúpido. Y eso
es lo que está sucediendo con Trump. Por ello es portada que el
presidente norteamericano se sujeta la corbata con cinta adhesiva. ¿Qué
presidente se molestaría en disimular ese sistema si sabe que desplazará
a las noticias negativas de su país o las críticas a su gobierno?
Y como última opción, a Trump siempre le quedará el recurso de meterse con los medios.
Estos, que se creen el ombligo del mundo, ignorarán cualquier otra
noticia relacionada con el presidente para ocuparse de la que ellos son
los protagonistas. Y si encima pueden presentarse como sufridas víctimas, mejor.
Como decía el periodista argentino Ezequiel Fernández-Moores,
“estamos informados de todo, pero no nos enteramos de nada”. El Roto lo
resumió brillantemente en un viñeta: “Lo malo que tiene esta edad de oro
de la comunicación y la información es que no hay manera de saber lo
que pasa”.
(Tomado de Público)
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