La Jornada
Esta columna nació del amor
por los niños y del odio a sus verdugos; por eso duele tanto la muerte
del comandante Castro y exaltamos aquí las grandezas de su vida
sinigual. Fidel Castro es el héroe más importante de la infancia
latinoamericana, aunque muchos niños no lo sepan, todavía.
De los cientos de miles de niños que en las ciudades latinoamericanas
hoy pedirán limosna, comerán sobras o venderán su cuerpecito por unas
monedas, ninguno es cubano. La revolución convirtió a Cuba en un paraíso
para la niñez (yo lo vi): demostración de que para el bienestar de la
niñez se requieren más recursos éticos que económicos.
Te lo prometió Martí y Fidel te lo cumplió–consignó Nicolás Guillén.
Hoy el quebranto histórico se entiende mejor con ayuda de Gramsci:
El mundo viejo se muere, el nuevo tarda en nacer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos.
Ante la desaparición de Fidel y la aparición de Trump, quise rezar,
pero sólo encontré un Padre nuestro apropiado para la ocasión: el del
poeta chileno Nicanor Parra, que puede ser útil también para explicar a
los niños que la historia no se hace con milagros y castigos
celestiales, sino con la conciencia y la voluntad humanas:
Padre nuestro que estás en el cielo
Lleno de toda clase de
problemas
Con el ceño fruncido
Como si fueras un hombre vulgar y
corriente
No pienses más en nosotros.
Comprendemos que sufres
Porque no puedes arreglar las
cosas
Sabemos que el Demonio no te deja tranquilo
Descontruyendo lo
que tú construyes
Él se ríe de ti
Pero nosotros lloramos contigo:
No te preocupes de sus risas diabólicas
Padre nuestro que estás
donde está
Rodeado de ángeles deslealeS
Sinceramente: no sufras más
por nosotros
Tienes que darte cuenta
De que los dioses no son
infalibles
y que nosotros todo perdonamos.
De cuanto se ha dicho sobre Fidel Castro, me quedo con el dibujo de
Silvio Rodríguez: “Yo no sé si él cree que es posible el cielo en la
Tierra. Él lo que sí cree es que es imposible no luchar por eso…Va a
prevalecer su dignidad, su sentido de los principios: su visión de la
historia…”
¡Yo soy Fidel!claman en el adiós niños, jóvenes, mujeres, artistas y los más de 200 mil médicos que hizo la revolución.Tiene razón el dueto Buena Fe:
No pudieron detenerlo cuando era de carne y hueso. Ahora Fidel es invencible: renacerá una y otra vez.
Poderoso tigre de fuego, protector de todos los suyos: el magnífico
abogado de Cuba, el extraordinario estadista, el estratega genial. El
más digno y valiente guerrero de Latinoamérica nos hereda el reto enorme
de mejorar y multiplicar su utopía:
Todos los enemigos se pueden vencer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario