Parece que hemos entrado en el Imperio del Caos, entendido
como lo que resulta de la negativa a aceptar el propio declive
hegemónico. Parece que Obama lidió con la decadencia de Estados Unidos,
como Gorbachov en la ex URSS. Con la paliza que recibieron los
Demócratas en EE.UU., los perdedores principales son los globalistas,
con los banqueros de Wall Street (City Bank, Barclays, los Rothschild,
etc.) y sus empresas transnacionales que operan en los países emergentes
así como los principales medios masivos bajo su control (CNN, etc.).
Con la pretensión de California, Hawai y Puerto Rico de separarse de la
Unión de Estados parece anunciarse incluso la Perestroika en Occidente.
Las tendencias nacionalistas amenazan también la desintegración de la
Unión Europea y se vislumbra un retorno al proteccionismo y nacionalismo
que ya no es expansivo sino defensivo. Al retroceder los tratados de
libre comercio global empujados por Obama (ATP, el TTIP y TISA), una
profunda crisis y choque de intereses se profundiza a lo que ya
observábamos desde 2008, y se manifiesta en la superficie como un
proceso de des-globalización que se pone en marcha.
Es
preciso saber que en Estados Unidos existe un Estado profundo o gobierno
de sombra. Así como Clinton sufrió un ataque del Estado Profundo, en la
recta final de las elecciones, cuando el FBI presentó nuevos correos
electrónicos relacionados con el mal manejo de información clasificada,
también Trump puede ser comido por el omnipotente ´Deep State´ e incluso
antes de asumir la presidencia. Ya seis miembros del Colegio Electoral
estadounidense, han anunciado que no tienen intención de votar en línea
con los resultados pero hacen falta 21 para evitar que Trump asuma la
presidencia. Todo sucede en un paisaje económico con alto riesgo de otra
crisis financiera mundial que es verdadero marco que ordena las jugadas
y contra-jugadas. Si Trump asume la presidencia las tasas de interés
subirán porque necesita dinero rápido para su proyecto de invertir un
millón de millones de dólares en infraestructura. Es un proyecto que
constituye un genuino nacionalismo neo-keynesianismo anti-oligarquía
global neoliberal que tiene por fin la des-globalización. Algo que
sabemos es imposible, porque de la crisis del unipolarismo financiero
continental nafta se sale por el Unipolarismo financiero global o por el
multipolarismo universal Brics y el universalismo ecuménico humanista.
Con
aumento en las tasas de interés, en el entorno de una inmensa pirámide
invertida de crédito y deudas, otra gran crisis financiera global se
pondrá en marcha y será 10 veces mayor que la del 2008. La nueva
política económica no podrá evitarla, pero los globalistas sí podrían
hacerle responsable a la administración Trump por el caos que resulte de
ello. En semejante coyuntura el capital financiero globalista (el
verdadero responsable de la especulación financiera y su burbuja) se
presentará como los salvadores del caos global. Ante la tesis que los
nacionalismos solo generan caos, racismo, xenofobia y hasta fascismo,
“operan” para imponer un nuevo orden en el mundo, con un proyecto del
Estado Global que estaría por encima de las naciones e incluso por
encima de los EE.UU. Para lograr su cometido no se puede descartar en
este contexto un golpe, la ley marcial para no mencionar la eliminación
física del nuevo presidente.
Lo prioritario en este
contexto es lograr que se conserve la paz. No se olvide que ahora, que
si algo se rompe, estamos en pie de guerra, todos contra todos. No está
claro que exista una red de seguridad internacional. Y ni Trump ni nadie
puede estar seguro de que no la necesitará. La salida más sensata en el
momento parece ser ir por un nuevo orden multipolar con diferentes
regiones en el mundo sin guerra. La paz mundial tiene también su precio
cuando China y Rusia, deberían ser solidarios y ayudar incluso a Estados
Unidos a salir de su crisis civilizatoria y ya no solo económica. En un
mundo multipolar más proteccionista se erosiona el comercio
internacional. La suma de las cuentas nacionales daría negativa, habrá
decrecimiento económico a escala mundial, y sin perspectiva que habrá
crecimiento en el futuro. Tal vez se anuncia una nueva era de
decrecimiento estructural sin otra salida que la lucha social por otra
civilización donde la re-producción de la vida colectiva está en el
centro de nuestros valores y para lograrlo hemos de dar vida colectiva a
las cosas que producimos. Solo así también podamos devolver la vida a
la naturaleza y saber ser parte de ella.
25 de noviembre de 2016; 11 p.m.
http://www.alainet.org/es/articulo/182037
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