Cuando entra un candidato/a a un acto de campaña, la música es la introducción más potente.
Hillary Clinton recurre a la música pop, desde Katy Perry y Sara
Barriles, hasta el pop latino de Jennifer Lopez y Marc Anthony. Su
contrincante demócrata Bernie Sanders opta por Bruce Springsteen y Simon
& Garfunkel, aunque personalmente le gusta Beethoven y la música
Motown. Del lado republicano Trump usa Twisted Sister (We’re not going to take it), y
otras cuyos autores le han pedido que ya no lo haga. Ted Cruz, quien ha
dicho que dejó de escuchar música rock después del 11 de septiembre de
2001, prefiere música country patriótica para hacer proselitismo.
Los precandidatos presidenciales emplean, de una manera u otra,
artistas, música y efectos audiovisuales para su propaganda, pero
también porque saben que las figuras culturales tienen más credibilidad,
legitimidad y cariño entre el electorado que cualquier político.
Por lo tanto, tal vez una manera de observar una de las elecciones
más inusuales en años recientes, una que ha ignorado la coreografía
normalde estos espectáculos (casi todos producidos y dirigidos por profesionales del mundo del espectáculo o de la publicidad), es a través de sus mensajes y mensajeros culturales.
Hace un par de meses en este espacio hicimos un primer repaso a la
cosmología de la contienda electoral, y aquí intentamos dar un poco de
seguimiento al movimiento de las estrellas en el terreno electoral (a
veces es mucho más interesante que otro intento de ofrecer algún
análisis profundo).
Sanders atrae, como ningún otro precandidato/a, la gama más amplia de
figuras culturales que participan activamente en su campaña, entre
ellos los actores Rosario Dawson, Susan Sarandon, Mark Ruffalo (quien
fue parte de la gran película Spotlight, que ganó el Óscar este
año, la mejor película sobre periodismo en décadas), Danny DeVito y Mia
Farrow, los directores de cine Spike Lee y Oliver Stone, y músicos como
Residente, de Calle 13; Bonnie Raitt, Killer Mike, Jackson Browne,
Steve Earle, Alejandro Escovedo y Red Hot Chili Peppers (la lista completa).
En sus actos y en su publicidad, Sanders ha utilizado desde añejas canciones de Simon & Garfunkel hasta rolas de Bruce Springsteen y ahora una de Diplo.
Hay muchos más que no han respaldado oficialmente, pero que están
promoviendo la campaña de Sanders. Una de las más sorprendentes es la
supermodelo Emily Ratajkoswki, quien ha expresado a sus más de 700 mil
seguidores en Twitter que Sanders es el único candidato capaz
de recuperar a nuestro país y al sistema político comprado, y cita sus discursos. Entre las fotos semidesnudas de ella y amigos, hablando de sexualidad, cita a Emma Goldman, señala que Los papeles de Panamá dejan ver cómo
el 1 por ciento esconde su dineroy denunció el fracking, siempre volviendo al mensaje de promover el voto para Sanders.
La precandidata demócrata Hillary Clinton goza del apoyo del establishment cultural
liberal del país, desde actores como George Clooney, Robert DeNiro,
Richard Gere y Barbara Streisand hasta Salma Hayek; de Beyonce a
Pharrell Williams a y John Legend, entre una larguísima lista de
celebridades.
Ambos demócratas buscan el voto latino, y ahí se ofrece una buena comparación entre sus estilos. Un corrido norteño dedicado a Sanders
fue filmado en parte frente a una casa algo humilde con césped
descuidado, y con una letra genuina. Los simpatizantes de Clinton
ofrecen el video de un mariachi frente a un edificio municipal de Oxnard, con jardines bien cuidados y una producción como de la televisión comercial.
Del lado republicano, la calidad cultural se reduce notablemente.
Trump es director de su propia producción teatral, y no es novato. Vale recordar que produjo y actuó en su propio reality show (The Apprentice/El aprendiz) y fue dueño del concurso de Miss Universo hasta el año pasado. Su campaña ha sido comparada constantemente como algo entre un reality
y un concurso, donde su marca es más importante que cualquier otra cosa
(aunque aún no ha desfilado en traje de baño) y eso sí lo sabe vender.
Las estrellas a su alrededor son pocas, y obviamente reaccionarias,
como Kid Rock, Ted Nugent y Tom Brady, mariscal de los Patriotas de
Nueva Inglaterra; el ex boxeador Mike Tyson, el ícono de lucha libre
Hulk Hogan y uno de los atletas más raros en la historia, el ex
basquetbolista Dennis Rodman.
Trump se destaca más bien por las estrellas que le han exigido que
desista de usar su arte, ya que no sólo no estaba autorizado, sino que
se oponen a él, como el caso de Adele, Neil Young (quien apoya a
Sanders) y Michael Stipe, de REM, quien envío un mensaje a la campaña:
váyanse a la chingada todos ustedes, hombrecitos tristes, en busca de atención y hambrientos de poder. No usen nuestra música ni mi voz para esa farsa imbécil de campaña.
Ted Cruz tiene entre su galería cultural a roqueros cristianos y la
admiración de tal vez la figura más inesperada para un ultraconservador
cristiano: Caitlyn Jenner, ex Bruce Jenner, campeón olímpico, la figura
transgénero más conocida del país.
El pobre del gobernador John Kasich no tiene a ninguna estrella –más
que un comediante antes famoso– que se haya proclamado a su favor.
No cabe duda de que las elecciones en este país a veces son más
espectáculo que ejercicio democrático; no es nada nuevo. Todos actúan,
bailan y a veces hasta cantan. Algunos merecen un Óscar por presentar
una ficción como realidad, otros merecen un abucheo universal por sus
pésimas actuaciones, y a veces aparece uno que parece recordar que esto
no es un espectáculo y que en una supuesta democracia, la estrella es el
pueblo.
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