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lunes, 11 de noviembre de 2013

Aprobar leyes injustas es agredir físicamente

Por: Patricia Barba Avila (Seti)

El que quiera ser águila que vuele, el que quiera ser gusano que se arrastre pero que no grite cuando lo pisen. Emiliano Zapata Salazar.

A raíz de la aprobación de la Reforma Fiscal por voto mayoritario de las bancadas del PRI, PRD, Verde (tentáculo del PRI) y PANAL (tentáculo del PRIAN), las manifestaciones de protesta van incrementándose y se llevan a cabo por diferentes vías y modalidades y una de ellas ha sido el apedrear y romper vidrios de oficinas de legisladores tal como ocurrió en Chihuahua contra la senadora priísta Lilia Merodio, quien junto con un coro de compinches y voceros de la mediocracia, condenó de manera airada las "agresiones físicas y los actos de violencia"  contra su persona. Independientemente de que, como alega esta legisladora, estos "ataques de odio" (SIC) hayan sido instigados por el PAN o no, lo que exhibiría en todo caso, el juego perverso en el que participan las cúpulas de la partidocracia mexicana respecto a las reformas energética y hacendaria, aquí es imprescindible reflexionar en conceptos como actos de violencia y agresión física y preguntar:  ¿acaso el aprobar leyes que afectan gravemente la calidad de vida de millones de ciudadanos, no es, en esencia, una permanente agresión física y acto de violencia?  Es decir, el hecho de que los magros ingresos de una enorme mayoría de mexicanos reciban una mayor carga impositiva, implica mayor empobrecimiento lo que a su vez se traduce, indiscutiblemente, en estrés y angustia causantes de enfermedades y sufrimiento.  

Como millones de ciudadanos sabemos porque lo vivimos cotidianamente, además de estar confirmado por expertos médicos, la carencia de recursos monetarios para sufragar necesidades básicas como la vivienda, la atención médica, la alimentación, la educación, etc., origina no sólo muertes por inanición y enfermedades curables no atendidas sino un estrés constante que, a su vez, es causa directa o catalizador de enfermedades como depresión, gastritis, diabetes, hipertensión, cáncer, entre muchas otras, en un país en el que la medicina es una mercancía y no un derecho.  Y aquí la pregunta es ineludible: ¿puede haber agresión física más brutal que la derivada de condiciones de pobreza resultantes de leyes que protegen a una élite rapaz y depredadora en detrimento de la salud y el bienestar de la inmensa mayoría de la población?

Ya en un pasado escrito detallaba el sinnùmero de violaciones que todos los dìas padecemos millones de mexicanos por parte de una burocracia --calificada por la que suscribe como La Cosa Nostra-- formada por individuos que han perdido todo sentido del deber y honradez y que día con día se exhiben como auténticos lacayos del poder financiero nacional y transnacional al que he dado en llamar el Cartel Financiero Internacional.  Y lo màs escandaloso es que somos nosotros, los cada vez más explotados ciudadanos, los que solventamos los inmensos salarios y lujos que se regalan los que cínicamente se hacen llamar "servidores públicos" no para emitir leyes en nuestro beneficio, sino todo lo contrario.  Y este cinismo se refleja no sólo en los discursos huecos e insultantes de politicastros y "representantes populares" (SIC!) que perpetran delitos e inmoralidades lesivas de los derechos de todos los sectores, entre ellos niños y jóvenes víctimas de pederastas que se anidan en el Congreso, tal como acaba de reportarlo la periodista Lydia Cacho, lo que exhibe la gravedad del inmenso absurdo en el que vivimos. 

Por otra parte, aquí habría que centrar el debate en la existencia --¿necesaria?-- de partidos políticos que, en teoría, deberían inducir el involucramiento de la gente en la cosa pública --la República, en su propio beneficio, tal como lo estipula el Art. 39 Constitucional. Sin embargo, si nos atenemos a la vergonzante conducta que hasta ahora han mantenido las cúpulas partidistas, concluiremos que más allá de si es menester o no formar agrupaciones que se ocupen de la política, lo que se requiere, además de barrer de raíz con la actual estructura electorera creada en 1990 bajo el infausto sexenio de Salinas para corromper y dar continuidad a un sistema eminentemente rapaz y criminal, es empezar por cambiar el modelo educativo en todos los niveles y ámbitos, incluyendo el familiar, con el fin de formar auténticos ciudadanos partícipes activos en la emisión de leyes y reglas que garanticen el bienestar de toda la sociedad.  Hasta ahora, lo único que hemos atestiguado es cómo cantidades multimillonarias que salen de los sangrados bolsillos de la ciudadanía, son entregadas sin ningún control a grupos de sujetos que han convertido los partidos políticos en franquicias lucrativas totalmente alejadas del interés y el bienestar de la gran mayoría del pueblo.

Lo que ha venido ocurriendo en comunidades que han decidido tomar las riendas de su propia protección ante la colusión de las instituciones con los diferentes carteles, así como las crecientes manifestaciones de repudio de un creciente número de ciudadanos hacia una clase politiquera --que no política-- cada vez más descompuesta y cínica, son síntomas propios de una población asqueada y cansada de las ininterrumpidas agresiones de su indecente burocracia gubernamental.  


Patricia Barba Avila
Titular del programa "Desde la raíz" porwww.lanuevarepublica.org todos los lunes y los miércoles a partir de las 7 pm (hora de B.C.)  9 pm (hora del centro de México)

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