El 5 de noviembre de 2005 marcó un hito en la zona por la férrea oposición en Mar del Plata de los entonces presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; de Argentina, Néstor Kirchner, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, a los intentos de Washington de imponer un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Ocho años después, Washington con el respaldo de sus aliados latinoamericanos revive el proyecto con otro nombre pero con el mismo fin.
El sueño imposible de Estados Unidos es restablecer en Latinoamérica una situación anterior a la Revolución cubana, cuando sus órdenes eran obedecidas sin chistar en la región. Este es el sentido fundamental de la tan publicitada y alentada Alianza, consideró el politólogo argentino Atilio Borón.
Impulsada hace dos años por el exmandatario peruano Alan García, la iniciativa fue lanzada mediante la "Declaración de Lima" y la integran Perú, Colombia, México y Chile.
Su misión oficial es "avanzar progresivamente hacia el objetivo de alcanzar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas", un plan, que según sus detractores, tiene un profundo corte neoliberal.
"Hay potencias que no quieren a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), hay potencias que no quieren al Mercado Común del Sur, quieren negocio, quieren comercio, quieren mercados", denunció recientemente el gobernante ecuatoriano, Rafael Correa.
En su opinión, "hay toda una restauración conservadora en la región para contrarrestar proyectos alternativos".
La Alianza del Pacífico es lo mismo de siempre: no querer crear una gran nación sudamericana sino tan solo un gran mercado, no querer crear ciudadanos latinoamericanos sino solo consumidores, subrayó.
En similar sentido se pronunció su homólogo de Bolivia, Evo Morales, quien estimó que el grupo es un producto de las maniobras de la Casa Blanca.
"Quiero decirles que Estados Unidos está dividiendo a la Unasur. Los países que conforman la Alianza del Pacífico son parte de una conspiración que viene desde el norte para dividir y que Unasur no avance hacia la liberación definitiva", afirmó.
Un aspecto que causa recelo en la región es que los cuatro países que integran la Alianza firmaron tratados de libre comercio (TLC) bilaterales con Estados Unidos.
Para el profesor Leandro Morgenfeld, "Washington busca meter una cuña en América del Sur, impulsando a los países con los cuáles ya tiene TLC a que se unan y sean remolcados hacia la Alianza Trans-Pacífico (ATP)".
Esta última organización aboga por un mercado común entre las Américas, Australia y Asia, sin China. En línea con una política exterior norteamericana que mira con recelo la expansión y la competencia de Beijing, destacó.
A su criterio, la ATP cumple el doble objetivo de intentar contener y limitar la expansión económica china y a la vez lograr una suerte de ALCA remozado para contrarrestar la influencia que supo tener la integración alternativa impulsada desde Caracas por el eje bolivariano.
En realidad la AP se trata de un esquema comercial que permite hacer uso de la cláusula de nación más favorecida, en la cual cada una de las partes garantiza a la otra un tratamiento tan favorable como le haya otorgado a terceras naciones", aseguró el colombiano Alfredo Holguín, integrante de la Fundación Walter Benjamín.
Y como la condición es tener TLC con Estados Unidos, lo que empieza a constituirse es el ALCA indirectamente, subrayó.
Latinoamérica se debate hoy entre dos polos totalmente opuestos, uno impulsado por proyectos como la Unasur, que busca una integración a favor de los pueblos, y otro representado por la Alianza, en la cual prima el comercio y los vínculos con Estados Unidos.
La Habana, 8 nov (PL) La Alianza del Pacífico (AP) es vista hoy por los gobiernos y sectores progresistas de Latinoamérica como el nuevo Caballo de Troya de Estados Unidos para intentar torpedear los procesos de integración regional.
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