Angel Guerra Cabrera
La resplandeciente victoria del presidente
Rafael Correa en las elecciones del 17 de febrero revela una
extraordinaria extensión en el electorado ecuatoriano del apoyo a su
propuesta y a su gestión. Más notable por haberse alcanzado no sólo
frente a la oligarquía y la derecha locales sino ante una alianza de
fuerzas del capital internacional, que con el activo concurso de la CIA
y otros servicios especiales imperialistas se oponen a la Revolución
Ciudadana liderado por Correa, de considerable incidencia en el
proyecto a favor la segunda independencia de América Latina y el
Caribe. Es notoria la sistemática saña contra el gobierno de Ecuador de
la mafia mediática ecuatoriana e internacional. Destacadamente todas
las grandes televisoras de habla hispana, con CNN en español a la
cabeza, así como la totalidad de diarios de la Sociedad Interamericana
de Prensa y los madrileños El País, ABC y El Mundo, enemigos jurados del giro hacia la independencia y la justicia social en nuestra América.
En resumen, salvo por Lasso, aspirante al parecer a convertirse en la prima donna del imperialismo y la derecha local frente a Correa, las otras fórmulas opositoras quedaron reducidas casi a la nada electoral. Ya sean las del bananero millonario Noboa, el ex coronel Lucio Gutiérrez, los demás exponentes de la partidocracia tradicional o la Alianza Unidad Plurinacional de las Izquierdas.
El triunfo de Alianza PAIS también reconfirma el creciente arraigo popular de las opciones alternativas al neoliberalismo que han llegado al gobierno en América Latina y el Caribe. Con esta, Correa ha ganado ocho consultas electorales sucesivas. En cada país con sus características, la misma lealtad del electorado a esas opciones se observa en Argentina, Bolivia, Brasil, Uruguay, Venezuela y Nicaragua. Por no hablar de la solidez del experimento socialista cubano, expresado tanto en el consenso mayoritario de que goza, como en su correlato en la exitosa resistencia a la permanente hostilidad y al bloqueo económico redoblado de Estados Unidos.
Pero nadie sueñe que Washington y las oligarquías se van a cruzar de brazos ante esta radiante victoria de la Revolución Ciudadana. Continuarán jugando al desgaste mediático del gobierno de Correa así como de todos los de la Alba y el de Argentina. Aprovecharán cualquier acontecimiento real, como ahora lo hacen en Venezuela con la enfermedad de Chávez, o intentarán hacer creíbles algunas de sus persistentes mentiras para desestabilizarlo. Así lo demuestran los golpes de Estado en Honduras y Paraguay, los frustrados en Venezuela, Bolivia y el mismo Ecuador, la agresión yanqui-uribista a este país, las nuevas instalaciones militares yanquis en la región, el restablecimiento de la IV Flota y los reiterados obstáculos al arribo al gobierno en México de una propuesta antineoliberal.
Pero aunque ningún proceso emancipador es necesariamente irreversible, lo que comprobamos en nuestra región, no obstante la hostilidad que les manifiestan Estados Unidos y sus aliados, es una tendencia a la consolidación del bloque de gobiernos progresistas y de estructuras de unidad e integración como Unasur y Celac.
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