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viernes, 10 de febrero de 2012

Emprender la liberación dentro y fuera de los muros de la prisión

Ameer Makhoul*
Miércoles 8 de febrero de 2012, por Revista Pueblos
El éxito de la internacionalización puede calibrarse por el grado en que un asunto o una cuestión se convierten en una preocupación global. Ello significa crear una situación sobre el terreno que haga imposible para el sistema internacional continuar esquivando, o conspirando con una parte dominante o poderosa en la usurpación de los derechos de una víctima más débil. Entonces los mecanismos internacionales pueden entrar en juego para apoyar la restitución de los derechos de las víctimas y hacerlos cumplir al violador.

En tales casos, la justicia es el arma más potente para compensar el poder y la fuerza represiva de la parte dominante, en este caso, el régimen racista y colonial de Israel.
Pero hay una regla básica que ha sido probada por toda revolución popular y por el movimiento de liberación: no es suficiente para un grupo o pueblo ser víctima de injusticias para ganarse la solidaridad mundial. Para que el mundo las apoye, estas víctimas no solo deben ser conscientes y comprometerse con sus derechos sino, y lo más importante, resistir a la opresión y a sus opresores. La propia firmeza, el desafío y la lucha de la víctima, es clave para transformar la simpatía internacional en solidaridad, en el sentido de una acción política eficaz con un horizonte estratégico.
La internacionalización radica esencial y primordialmente en activar y sostener la solidaridad global internacional, así como actuar para alentar a los cuerpos oficiales internacionales para que asuman sus responsabilidades.
Un movimiento de solidaridad enérgico, estimulado, expandido y movilizado puede hacer mucho para influir en gobiernos, judicaturas y medios de comunicación en los países y sociedades de todo el mundo, y ejercer presión en los cuerpos oficiales e internacionales para promover cambios políticos en dos frentes: apoyar y fortalecer a las víctimas de injusticias y sus esperanzas de lograr sus derechos a través de una combinación de su lucha de liberación y de la legalidad internacional con debilitar y aislar al opresor colonizador y racista sometiéndole a sanciones y denegándole legitimidad, en el objetivo último de desmontar sus estructuras represivas.
Liberarlos ahora
Incluso la posición oficial palestina sobre la liberación de presos palestinos en cárceles israelíes sirve para minar su causa, que es un componente central para la lucha de liberación de nuestro pueblo.
La postura oficial, esencialmente, es que no se firmará ningún acuerdo final con Israel hasta que todos los prisioneros sean liberados de las cárceles israelíes. En la práctica esta es una receta para retrasar y aplazar la liberación de los presos indefinidamente y marginar la cuestión del conjunto de la agenda palestina. La liberación de los presos palestinos debería significar su liberación ahora.
Israel viene a grandes trazos a volver el caso de un soldado de sus tropas de ocupación que cayó cautivo de los palestinos en un interés humanitario internacional al tiempo que pide que el mundo vea y trate a sus 7.000 prisioneros palestinos por la libertad como “terroristas”.
Sin embargo, ¿por qué difiere el discurso oficial palestino de esta lógica retorcida?, ¿por qué quién tiene la justicia de su parte, la víctima, tiene que poner excusas para defender los derechos de los palestinos? ¿Por qué emplear un lenguaje apologético? ¿Cuándo fue la última vez que se levantó una voz oficial palestina en las Naciones Unidas o en la Unión Europea —e incluso la Liga Árabe— para defender los derechos de los palestinos y, debidamente, resistir la ocupación, colonización y desplazamiento empleando todos los medios de lucha?
Esta misma mentalidad recientemente incitó a un veterano funcionario de la Autoridad Palestina a suscitar la cuestión "de la incitación mutua" y exigir que Israel reactive el comité conjunto que supuestamente trata con esta cuestión. ¿Cómo puede un supuesto representante de un pueblo que está sometido en su totalidad a la colonización, el desplazamiento y el confinamiento aceptar alguna equivalencia en cuanto a esto entre el opresor agresivo de la ocupación y sus víctimas?
Esto es directamente relevante para el asunto de los prisioneros. La posición oficial palestina en la escena internacional es “condenar la violencia” y así denunciar actos de resistencia contra la ocupación, mientras se compromete en estrecha cooperación con el aparato de seguridad israelí. ¿Qué mensaje envía a los presos encarcelados durante decenas de años en cárceles israelíes que participaron en la lucha de liberación y pagan el precio por hacerlo? ¿No está negando la posición oficial palestina su estatuto como prisioneros de la libertad, la liberación nacional, conciencia y justicia?
Si un mensaje debe alguna vez ganar la popularidad internacional o la atención oficial, debe ser claro y coherente. Esto es absolutamente crucial para la internacionalización. Las palabras y las acciones de la burocracia palestina deben estar en armonía con las de las clases populares, la sociedad civil y el movimiento de base, y también con la solidaridad internacional y las organizaciones de apoyo.
El liderazgo palestino no debe minar la solidaridad
Esto es vital para evitar cualquier repetición de la dolorosa experiencia de la campaña en el reino Unido para boicotear a las universidades israelíes como parte de un boicot más amplio, académico y cultural, a Israel. Constituyó una escalada sin precedentes y estratégica sobre el papel y la eficacia de los movimientos de solidaridad. Incluso unas semanas antes del lanzamiento de la campaña, la universidad Al Quds de la Autoridad Palestina en Abu Dis concluyó un acuerdo de cooperación con al Universidad Hebrea de Jerusalén. Esto dio una ostensible puñalada en la espalda al movimiento mundial de solidaridad con los palestinos. También hay que preguntarse cuánta importancia conceden en realidad la Autoridad Palestina y la Organización para la Liberación de Palestina a la cuestión de los prisioneros en su diplomacia internacional y en las Naciones Unidas, en sus reuniones con los israelíes, y como una prioridad palestina nacional. Es imposible justificar su fracaso en presionar como una cuestión central en las conversaciones políticas a lo largo de los años, que no pueden ignorarse y que debe resolverse como condición de ulteriores progresos.
Los acuerdos de intercambios de prisioneros no pueden en sí mismos abordar la cuestión como un todo. Esperando un prometido tratado de paz como la solución mágica es un ejercicio sin sentido. Ni puede la liberación de prisioneros tratarse como sujeta al sistema legal israelí. El aparato judicial israelí es una parte intrínseca del sistema que sostiene y legítima la ocupación, al estado racista y blanquea sus crímenes.
Sin embargo la cuestión de los prisioneros sigue siendo un elemento principal del conflicto, y su resultado está determinado por los equilibrios de poder. Las revoluciones árabes es seguro que tendrán un efecto decisivo tanto en el equilibrio de poder regional como en la dirección del conflicto. En este contexto, la internacionalización proporciona un modo de cambiar las reglas del juego que han prevalecido hasta ahora, y liberarse de su control.
Alternativamente, la retirada del liderazgo oficial de su papel, y el declive del acompañamiento en la lucha popular dejan a los prisioneros con pocas opciones más que ir a la huelga de hambre. Incluso esto aún no alcanza beneficios menores o a corto plazo, sin hablar del avance de la causa de su liberación. Hay una necesidad de nuevas formas de lucha que se tienen que inventar dentro de las prisiones, y vincularse más efectivamente a una lucha amplia y a sus objetivos estratégicos. Implicar a la sociedad civil
Hay una enorme y diversa gama de organizaciones palestinas, árabes e internacionales de derechos humanos y de la sociedad civil que son creíbles, competentes y que tienen un largo y rico registro en la defensa de los derechos palestinos incluyendo, obviamente, la cuestión de los prisioneros.
Las organizaciones palestinas pueden colaborar con sus contrapartes en el mundo entero para exigir cambios políticos en favor de los derechos palestinos y establecer redes de relaciones.
Las oficinas oficiales palestinas representativas también deben hacer más para facilitar tal trabajo, fomentar la entrada e implicación de redes, y proporcionar apoyo oficial. Se requieren la descentralización y complementariedad. Lamentablemente, la política y el comportamiento oficial demasiado a menudo lo han obstruido todo entrando en conflicto con el trabajo de las campañas no oficiales.
Esto fue más evidente en el caso de la campaña internacional de boicot, desinversión y sanciones contra Israel. La burocracia palestina se opuso, citando las negociaciones en curso con el gobierno israelí de Ehud Olmert. La tarea de internacionalización debería confiarse a un Comité de Coordinación Nacional, incluyendo a los representantes de organizaciones populares y la sociedad civil junto a funcionarios, tanto de dentro de la Palestina histórica como de la diáspora. Los papeles de todos los grupos deberían coordinarse con la apreciación de que la causa palestina es un todo indivisible, y que Israel también es uno e igual. En otras palabras, la ocupación en Cisjordania y la Franja de Gaza, el régimen racista dentro de la Línea Verde, y el desarraigo y las limpiezas étnicas de los refugiados y desplazados, son todos productos de la naturaleza colonial y racista del Estado israelí.
Revisar las estrategias y prioridades
En el proceso de manejar el conflicto, hay cuestiones esenciales que no deben aplazarse o anularse. Ningún funcionario palestino o negociador tiene derecho a dejarlas fuera en favor de otras cuestiones, incluso si los resultados no pueden alcanzarse en todo simultáneamente. Se requiere una masiva y nueva evaluación palestina y árabe de la estrategia de negociación elegida sobre la base de alcanzar soluciones intermedias, y el efecto que esto ha tenido sobre los derechos de los palestinos y su lucha para alcanzarlos. El efecto desastroso de los acuerdos de Oslo en cuanto a esto se ha visto claro durante las dos décadas pasadas. Al subdividir derechos básicos palestinos en componentes separados, fueron convertidos en rehenes los unos de los otros y de la baza a jugar, el logro de un paquete de derechos hecho contingente en la concesión del otro.
En el ámbito internacional, a veces puede parecer que pueden conseguirse beneficios diplomáticos priorizando un juego de derechos fundamentales, o una cuestión, como los asentamientos coloniales en Cisjordania y Jerusalén, sobre los demás. Pero hay un riesgo en este parecer, tanto en el interior como en el extranjero, al abandonar aquellos derechos que, por cualquier motivo, el actual liderazgo palestino no considera una prioridad. Por ejemplo, la campaña palestina oficial para concentrar la atención mundial en los asentamientos lleva el mensaje implícito, queriendo o no de que la liberación de los prisioneros no es una prioridad tan alta.
Nunca se ha oído a un negociador palestino oficial amenazar con parar conversaciones con Israel a no ser que los prisioneros sean liberados, o siquiera que un calendario para su liberación se discuta o elevar el asunto al Consejo de Seguridad de la ONU. Eso se debe a una decisión política palestina o la renuencia a tomar una posición dado el equilibrio de poder regional e internacional prevaleciente. Esto reafirma el desastroso legado de los acuerdos de Oslo, en términos tanto de esencia como de implementación.
Todas las cuestiones relacionadas con los derechos palestinos que se aplazaron bajo Oslo permanecen aplazadas, y parecen permanecer así indefinidamente. Esto se aplica a la cuestión de los refugiados, desplazados y a Jerusalén. Y esto por no mencionar la aceptación tácita del liderazgo palestino de que los palestinos de 1948 son un asunto interno israelí; una noción la cual ellos mismos, no es necesario decirlo, rechazan completamente y se oponen por todos los medios disponibles.
Con respeto a los prisioneros, la experiencia muestra que Israel no se adhiere a su principio declarado de rechazo a liberar a prisioneros que estuvieran implicados en acciones en las que murieran israelíes. Lo mismo se aplica a su rechazo a negociar la liberación de los residentes de Jerusalén de los territorios de 1948. Este es el equilibrio de poder que cuenta, y no es una constante. Esto puede cambiar, en gran parte conforme al grado de la lucha popular palestina, la política oficial palestina y la voluntad palestina como un todo.
La causa de la liberación de los prisioneros requiere que la lucha se emprenda en dos frentes complementarios, desde dentro y desde fuera de las paredes de la prisión.

* Amir Makhoul es un líder de la sociedad civil palestina y preso político en la Prisión Gilboa. Este artículo se publica también en Al-Akhbar con base en Beirut y traducido del árabe.

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