El vigor del
pensamiento marxista en los señalamientos de la estructura económica del
capital y su metabolismo histórico, diseminado por ejemplo en la
división jerárquica del trabajoi
que subordina sus funciones vitales a sí mismo, se contornea en el
borde de las sentencias de muerte que le propinan sus esbirros y
opositores, al tiempo que se agiganta incluso a pesar de su
propia genealogía histórica, que las más de las veces acude presurosa a
proponer un marxismo hermético, doctrinario y temperado.
Transitamos ya 151 años de las elaboraciones teórico-políticas que dan
cuerpo a parte de la textualidad marxista. No poca agua recorre los
canales de tinta y militancia que estructuran el corpus de rebelión
pronunciado a través de las insurgencias marxianas. Desde el periodo de
su escritura (1861 a 1867) “El Capital”, como producto inacabado de una
vasta denuncia ético-política, se mantiene vigoroso en su tino de
reagrupar los elementos candentes de su época y hacer de ello una
porfiada pretensión libertaria. Tal como lo afirma Omar Acha, el
marxismo posee un rasgo esencial: la “crítica revolucionaria del
capitalismo”, detracción fundamental que lo constituye ni en más ni en
menos que “la única impugnación radical de los fundamentos del orden
social existente y abre el juego para una superación dialéctica -es
decir, no utópica o puramente imaginaria- de la “realidad”
prevaleciente”.ii
Los mil y un marxismos, tal como lo propone Miguel Mazzeoiii
-en un ensayo fecundo por fuerza de claridad militante y consistencia-
recorren el sendero que va desde los racionalismos, economicismos,
teoricismos, culturalismos, pasando por el des-historicismo hasta las
exegesis teológicas del tratamiento propuesto por el teórico de
Tréveris. Hay de todo y para todxs en las lecturas de la herencia
marxista, por lo tanto la efectividad de un trabajo artesanal de impensar y desaprender
el marxismo hoy parece redundar en una necesidad, antes que una
consigna. Es decir que, si se pudiera exorcizar cierta vulgata marxista o
ciertos marxismos oficiales (incluso los más acabados dogmatismos de
Marx en occidente), podríamos comenzar por situar la fortaleza de la
“praxis” que rodea el potencial de la reinvención dialéctica sugerida en
el marxismo de Marx, como el elemento de comprensión de esta tradición insurgente.
Néstor Kohan apunta así lo que aquí venimos pensando:
…rescatar de su filtro ontologizante la médula profundamente crítica y
revolucionaria que caracteriza y define a la obra de Marx, su método, su
concepción del mundo y de la vida. Para acometer esa tarea hoy resulta
absolutamente imprescindible destacar el opacado -y vilipendiado como
“idealista subjetivo”- lugar central que en el pensamiento y la obra de
Marx ocupa la categoría de praxis. Praxis que no significa nada más que
la acción y la actividad práctica humana de transformación del mundo
objetual. Si el marxismo no apostara todas sus fichas en función de la
práctica dejaría de ser revolucionario y se transformaría en algo
completamente distinto. Si acaso ello ocurriese, como solía repetir José
Carlos Mariátegui, el marxismo ya no sería marxismo.iv
He ahí dos elementos emergentes del dispositivo marxiano que
reconocemos como la más clara reminiscencia de ese pensamiento radical
que apunta sus cañones al capital: la praxis y la vigorosidad del marxismo hecho latinoamericano.
Praxis y marxismos
En el núcleo del armazón teórico-político del marxismo, la centralidad
de la actividad humana se coloca por encima de cualquier especulación,
remitiendo a su vez a un “humanismo” que se autopercibe inexorablemente
en un tipo de historicismo: la historia se hace carne en el conocimiento
de la realidad que oprime y se ata a una acción sociopolítica
(emancipatoria) concreta. Tal vez, la mejor forma de discutirle al
“materialismo histórico” su sentido sea repensarlo/ampliarlo y
embarrarlo con nuestras penurias nacionales, populares y bien
latinoamericanas
En lugar de consagrarlas por medio de una
naturalización atemporal, Marx subrayó la datación histórica de tales
categorías y, por ende, su finitud. Entonces, el alcance de su foco
analítico no fue la historia humana, ni siquiera la historia de las
sociedades de clase, sino la sociedad capitalista. A diferencia
de la generación “especulativa” o “filosófica” de los conceptos, para
Marx estos surgen de lo real transpuesto nacionalmente…v
Lo que intentamos colocar aquí, es que frente a una vertiente marxista tradicional objetivista, estructural y teleológica se erige una virtud subjetivista y política, relacional y situacionalvi en cuyo seno anida la lectura latinoamericana de un materialismo praxiológico que concibe la relación del ser humano con el mundo como una relación activa, práctica y transformadoravii.
Muchas prácticas latinoamericanas
Ahora bien, el recorrido del pensamiento crítico inscripto en el
itinerario marxista opera como una estampida de interrogantes y acciones
tributarias a la predica de Marx y Engels, de manera tal que a nuestros
fines -siguiendo la pluma de Mazzeo- podemos desgranar lo segundo que
marcamos en el análisis: a la prepotencia de la praxis, hay que sumar la
congregación de prácticas en los márgenes, en las periferias. Es allí
donde se pluralizan los marxismos y se latinoamericanizan las miradas.
José Carlos Mariátegui bien puede ser una referencia de ello:
Mariátegui propuso una traducción fecunda del marxismo a la realidad de
Nuestra América: un “marxismo mestizo”. El Amauta hizo del marxismo
latinoamericano una “denominación de origen”, un producto singular que
reivindica una particular herencia cultural. Años más tarde, la
Revolución Cubana, Fidel Castro y el Che, se encargaron de ratificar las
garantías de ese producto. En las últimas décadas la Revolución
Bolivariana, con sus claroscuros, se ha erigido en baluarte de esta
tradición, y el chavismo plebeyo y comunero ha realizado aportes
sustanciales. Ha generado un proceso de fermentación donde el marxismo y
la trilogía compuesta por Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel
Zamora se intercalan en la función de enzimasviii
La multiplicidad de marxismos en América Latina es inagotable. La lista
de prácticas liberadoras en nuestra Patria Grande es lo suficientemente
amplia como para reincidir en la angostura de viejos rigores políticos o
académicos; a su vez esa tradición es perenne y diversa. Digamos, junto
a Mazzeo, que al menos desde los “Luis Emilio Recabarren, Julio Antonio
Mella, John William Cooke, Agustín Cueva, Enrique Dussel, Orlando Fals
Borda, Bolívar Echeverría, Florestán Fernándes, Alberto Flores Galindo,
Silvio Frondizi, Michel Löwy, Ruy Mauro Marini, Fernando Martínez
Heredia, Caio Prado Junior, Aníbal Quijano, Adolfo Sánchez Vázquez,
Ludovico Silva, Renán Vega Cantor, Luis Vitale, Rene Zavaleta Mercado”ix,
hasta las Vania Bambirra, Haydeé Santamaría Cuadrado, Ivone Gebara,
Raquel Gutiérrez Aguilar, Alejandra Ciriza, Claudia Korol y tantxs más,
hay una constancia de este legado crítico que aun surca y desanda
caminos en la actualidad.
Los “mil marxismos” críticos que
evocan, en pleno siglo XXI, dos consignas ético-políticas centrales: la
praxis política y el locus del marxismo situado en Nuestra América, tal
vez ayuden en este presente oscuro a lograr que desde la militancia
política, las ciencias sociales y los movimientos populares estemos a
tiempo de ensayar un marxismo latinoamericano que se reinvente en la
praxis.
Notas:
i
Mészáros, Ivàn (1995) Más allá del capital. Hacia una teoría de la
transición. Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, La
Paz.
ii Acha, Omar (2013) E. P. Thompson, un marxista contra el marxismo como “materialismo histórico”. En Rey Desnudo, Año II, No. 3, Buenos Aires. ISSN: 2314-1204. (p.314)
iii
Mazzeo, Miguel (2018) Marx Populi. Collage para repensar el marxismo /
Ilustrado por Martín Malamud. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos
Aires: El Colectivo. (p.12)
iv Néstor Kohan. (2013) Nuestro Marx, La Oveja Roja. Madrid (p.192)
v Acha… (p.320)
vi Mazzeo…. (p.74)
vii Kohan … (p.198)
viii Mazzeo… (p. 57)
ix Mazzeo … (p. 58)
Oscar Soto. Politólogo y docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza – Argentina.
Blog del autor: https://criticayresistencia.blogspot.com/
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