El viejo Casaldáliga, pecador y poeta
según él mismo se definió, obispo de la teología de la liberación y
tipo valiente y lúcido donde los haya, escribió hace muchos años unos
versos que decían: es tarde / pero es nuestra hora, / (…) es tarde / pero es madrugada / si insistimos un poco. Pareciera que tales versos se ajustaran a la situación que está viviendo en la actualidad el Ecuador.
En efecto: es tarde porque desde hace tan solo década y media, el país
andino se propuso luchar de modo efectivo contra la pobreza y la
desigualdad, con manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes. Es nuestra hora porque no hay otro tiempo que el que nos ha tocado (Serrat).
Y es madrugada si insistimos un poco porque Lenín está cercano a caer,
la derecha neoliberal ha tocado techo y la Revolución Ciudadana tiene,
todavía de modo muy incipiente, un inmenso potencial electoral, aun con
todos los elementos en contra. Basta pues un esfuerzo sostenido para que
dicho movimiento político vuelva al poder para implementar las
políticas sociales que fueron tan exitosas.
En el Ecuador,
entre el 2006 y hasta el 2017, año de la victoria y traición de Lenín
Moreno, según la CEPAL la pobreza descendió aproximadamente del 38% al
22%; según el FMI, el PIB fue durante varios años superior al de la
media de América Latina; según el Índice de Gini de la Unesco, Ecuador
fue uno de los países que más disminuyó la desigualdad. Además, las
cifras de inseguridad ciudadana descendieron en todos los indicadores,
se alcanzó la mejor calidad de carreteras de toda América Latina, se
llevó a cabo una exitosa pero aun inconclusa revolución educativa, y se
creó una red de hospitales públicos, gratuitos y de atención óptima. Por
otra parte, la Constitución de 2008, elaborada mediante gran
participación popular en torno a una Asamblea Constituyente, es una de
las más avanzadas del mundo, anteponiendo las personas a los capitales,
reconociendo la interculturalidad entre las nacionalidades indígenas, y
haciendo de la Pachamama un sujeto de derechos,
Valga
como contraste, desde la victoria de Lenín Moreno, en solo un par de
años la pobreza ha subido unos 4 puntos según datos de la CEPAL y del
Inec; el PIB se ha estancado según datos del FMI, la sensación de
inseguridad ha crecido, y se están revirtiendo las políticas sociales.
Esto se debe a la traición de Moreno a un programa electoral que
prometió intensificar las medidas sociales en el marco de la Revolución
Ciudadana. Así, no está aplicando los programas prometidos, está
condonando impuestos a las grandes fortunas, abriendo el país al FMI,
aplicando recortes sociales, y dando a representantes de la oligarquía
neoliberal los ministerios de finanzas, agricultura y comercio.
Para ello, está acometiendo una campaña sucia e inmoral de descorreización
consistente en linchar mediática y judicialmente (con centenares de
procesos abiertos, sin que a día de hoy haya una sola prueba contra alto
cargo alguno) a todo lo que tenga que ver con el gobierno de Correa. El
mejor ejemplo es el de Jorge Glas: fue condenado a 6 años de cárcel sin
pruebas, aplicándole un código legal derogado y considerando la
acusación no verificada (¿) del corruptor confeso, a quien ni se le ha
abierto proceso alguno. Además, se le robó la estructura organizativa y
jurídica del partido, Alianza País (hoy en manos de Lenín Moreno), y se
le pusieron todo tipo de trabas administrativas, a cual más ridícula,
para no permitirle inscribir una nueva organización, inutilizando casi
medio millón de firmas.
Durante todo este tiempo, la militancia
y la ciudadanía han estado desmovilizadas y dormidas, las escasas
convocatorias de Revolución Ciudadana a tomar la calle apenas tuvieron
hueco, cundió el desánimo entre los líderes de dicho movimiento y,
además, Rafael Correa parecía, desde su residencia europea, una suerte
de voz clamando en el desierto tratando de llamar a la resistencia.
Muchos dieron la causa por perdida…
Sin embargo, a lo largo de
las últimas semanas, se han desatado dos elementos claves que van a
provocar, si se actúa con inteligencia y decisión, el retorno al poder
del movimiento Revolución Ciudadana de Rafael Correa: las elecciones
seccionales, inesperado espaldarazo a nuestro movimiento que ha
trastocado todo el mapa político; y el escándalo de corrupción de los INA Papers, que le ha estallado a Moreno en las manos, y que le va a costar la dimisión en pocas semanas.
Con respecto a las elecciones seccionales del pasado mes de marzo, la
Revolución Ciudadana, sin tener tiempo (se logró inscribir unos 5 días
antes de culminar el plazo), sin cuadros (en la mayoría de las
candidaturas no logro inscribir candidato alguno), sin dinero, con una
organización prestada (Fuerza Compromiso Social, la Lista 5) y
con un doble linchamiento, el mediático y el judicial, consiguió un
resultado mayor que el que las mentes más optimistas pudieron prever,
sobre todo en las grandes ciudades, especialmente Quito, y logró
introducir 2 miembros de entre los 7 del Consejo de Participación
Ciudadana pese a todo tipo de trabas, a cual más sucios, como hacer
valer por tres cada voto nulo (¿).
Además, en estas elecciones,
la derecha neoliberal, que ha contado a favor con todo su tiempo, su
dinero, su prensa comercial, y la aquiescencia del presidente Moreno, no
ha salido de Guayaquil, su feudo electoral, y parece haber tocado
techo. El partido del gobierno, Alianza País, desaparece del mapa
político (lo que convierte a Lenín en un cadáver político), y si bien
Pachakutik ha aumentado su número de votos, probablemente no superaría a
Fuerza Compromiso Social, de la gente de Correa, si ésta hubiese contado con un mínimo de medios.
¿Qué lectura aporta la interpretación del resultado de las elecciones? Tal vez la siguiente:
1. La Revolución Ciudadana está muy viva, y de hecho ya tiene
militancia, votantes y organización, administrativamente hablando. Una
inteligente campaña organizativa, programática, financiera, y mediática,
le pueden devolver al gobierno en no más de dos años.
2. El partido de Lenín Moreno, Revolución Ciudadana, es un cadáver político.
3. El neoliberalismo, con su prensa y su dinero, y con toda la
coyuntura a favor, no crece ni sale de su feudo. No soportará una pugna
electoral menos asimétrica, una vez que el movimiento de Correa se
organice.
4. Las izquierdas extracorreistas no logran ocupar el
terreno arrebatado a Revolución Ciudadana. Sólo Pachakutik ha crecido,
pero no lo suficiente como para ocupar una hegemonía política, a lo que
renunciará si vuelve a aliarse con el neoliberalismo, como en el pasado.
El segundo elemento clave es el escándalo de las INA Papers. Según denuncias de Rafael Correa, la empresa offshort INA Investment
fue creada en Panamá, paraíso fiscal, por Moreno y su hermano para
presuntamente ingresar dinero proveniente de coimas cobradas por el
actual presidente y su hermano. Además, Correa denuncia la trama de
muebles antiguos, pagados por dinero de oscura procedencia, así como el
departamento de lujo en España.
Esta denuncia de Rafael Correa
contra Lenín Moreno, culmina con el reto reiterado de que se abra la
cuenta de Panamá, con lo que todo se esclarecerá. Ante esto, primero el
presidente lo negó, y luego se desdijo afirmando que la cuenta existe,
pero que él es ajeno, pues la creó su hermano para cobrar una deuda y
luego la dejó. Es decir, que al negarlo en primera instancia, incurrió
en mentira. Debiera saber Moreno que, al menos en EEUU, la mentira de un
presidente es perjurio, causa de destitución.
Dicha denuncia
está siendo investigada por la fiscalía española y por la Asamblea
ecuatoriana. Nosotros, a la espera del resultado de las investigaciones,
pensamos que si Moreno lo negó en primera instancia (mintiendo a la
ciudadanía), si la Asamblea en principio trató de bloquear la
investigación, y que si aún no se ha abierto su cuenta (en sentido
contrario, las de Jorge Glas y Rafael Correa están abiertas hace tiempo
de modo voluntario), es porque, presuntamente, es culpable. Ello lo
llevará, probablemente, a la cárcel y al basurero de la historia.
Estos dos elementos (las elecciones y las INA Papers)
van a acelerar el retorno de Revolución Ciudadana al poder. Previo a
estos elementos no había organización, se ignoraba el potencial
electoral propio y se exageraba el ajeno. Por ello se creía que si bien
Moreno tal vez no acabase su legislatura en el 2021, el movimiento de
Correa aun no estaría preparado, y la derecha neoliberal de Nebot
ganaría las elecciones. Y que determinados recursos (la muerte cruzada,
el revocatorio y la convocatoria a constituyente) no se ganarían aun,
sirviendo todo lo más para echar a Moreno y allanar el camino a Nebot.
Éste, ya en la presidencia, intensificaría las medidas neoliberales,
empobreciendo a la gente que, contrastando el novedoso malestar con la
bienestar de la gestión de Correa (2006-2017), se sumaría electoralmente
a Revolución Ciudadana, que para entonces ya se habría organizado,
pudiendo volver al gobierno en un plazo no inferior a 4 ó 5 años.
Pero con la nueva situación ya no es necesaria esa dolorosa travesía
del desierto. Ahora se cuenta con una organización, con un techo
electoral probablemente muy alto, y con unos adversarios que no pueden
crecer más. Si se organiza bien la nueva estructura, si se identifican
buenos cuadros, fuentes de financiación y una óptima estrategia
comunicacional (las redes sociales y los medios de prensa amigos),
y se diseña una táctica inteligente para la vía institucional al poder,
en solo un año el movimiento de la Revolución Ciudadana va volver al
gobierno, pues antes del final de la legislatura tendrían musculo social
para activar la constituyente, o músculo asambleísta para activar la
muerte cruzada, las cuales se podrían ganar. Y si aún esto fuese
precipitado, se podría esperar dos años a las elecciones del 2021 (la
derecha no va a derribar a Moreno al no tener claro que luego vayan a
ganar), que se ganarían tras una mayor etapa de acumulación de fuerzas.
Por tanto, es cierto lo que afirma Correa de que la vuelta a la
presidencia es cuestión de tiempo. Cuando esto ocurra, se revertirán las
medidas neoliberales, se relanzarán las políticas de Estado tendentes a
construir el socialismo del siglo XXI (que de facto nunca pasó
de anti-neoliberal, y que debería ser verdaderamente anti-capitalista),
para disminuir las desigualdades, erradicar la pobreza, construir el Buen Vivir (que
durante el gobierno de Correa no fue más que una consigna vacía pese a
su inmenso potencial), y cambiar la matriz productiva: el extractivismo
por la sociedad del conocimiento, o la manufactura por la mentefactura,
como de manera magistral sintetizó René Ramírez.
Si así sucede,
y así va a ser, Ecuador se transformará en un ejemplo para el mundo,
mucho más que durante la gestión de Correa, en el que fue calificado
como el jaguar latinoamericano o el milagro ecuatoriano. Y
lo más importantes, posibilitaremos que los habitantes de nuestro país,
especialmente los niños, sean más alegres, sanos, sabios y felices.
Y todo esto se debe contextualizar en el marco del contexto
latinoamericano. Así, probablemente este años ganen las izquierdas las
elecciones en Bolivia (gracias a la inmensa fortaleza de un gobierno que
posibilita que la pobreza caiga y caiga) y en Argentina (gracias a la
inmensa debilidad de un gobierno que posibilita que la pobreza suba y
suba); a la vez que Venezuela, Nicaragua y Cuba se mantengan, junto con
México y Uruguay, frente al descrédito cada vez mayor del neoliberalismo
brasileño de Bolsonaro (cuya popularidad se hunde según las encuestas).
Todo esto indica que el ciclo anti-neoliberal inaugurado por Hugo
Chávez no ha desaparecido, sino que simplemente está pasando por un
reflujo, como sostiene Álvaro García Linera. Pero el reflujo pasará y se
volverá a recuperar la iniciativa. Así, América Latina va a seguir
siendo, como afirmo la década pasada Noam Chomsky, el área de mayor efervescencia revolucionaria del planeta.
En este contexto se puede comprender al viejo obispo Casaldáliga y los versos que citábamos al principio: es tarde / pero es nuestra hora, / (…) es tarde / pero es madrugada / si insistimos un poco. A su vez, el gran cantor del sandinismo histórico, Luis Enrique Mejía Godoy nos invita en una canción memorable que a saber con todos que el fruto madura, / que apenas empieza /la revolución.
Gracias, cantor Mejía Godoy; gracias obispo Casaldáliga; y gracias,
Mashi, por mantener viva la llama de la esperanza. Ya casi amanece…es
madrugada…si insistimos un poco.
Nacho Dueñas: Historiador y poeta
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