Análisis
En
un artículo publicado por The Intercept Ava Kofman denuncia los
peligros inherentes al empleo de cámaras corporales por parte de agentes
policiales de los Estados Unidos. A través de estos dispositivos las
tecnologías de reconocimiento facial en tiempo real permitirían la
transferencia de datos concernientes a las personas captadas por sus
lentes. Toda la ciudadanía se transforma en objeto de vigilancia y
fuente de informaciones que son manipuladas y editadas por las fuerzas
de seguridad, y ordenadas y conservadas por servidores privados.
Las
cámaras corporales se introdujeron con el objeto declamado de controlar
las acciones policiales y restringir ejercicios de autoridad
desproporcionados o abusivos. Sin embargo, los agentes que portan estas
cámaras no siempre las activan oportunamente, de hecho suelen estar
apagadas cuando se producen eventos comprometedores, en particular
cuando civiles son heridos de muerte por disparos policiales.
Para
peor, las legislaturas de estados como Carolina del Norte, Illinois,
Carolina del Sur y Texas, entre otros, han aprobado leyes que restringen
el acceso a las imágenes obtenidas y conservadas por las cámaras. Las
restricciones se justifican en la necesidad de salvaguardar las
existencias privadas captadas, lo que de alguna manera informa la
incoherencia de apelar a un instrumento invasivo hacia humanidades
distintas a la del portador, toda vez que el control ciudadano no puede
ejercerse, vaciando la finalidad pública por la cual se invirtieron
decenas de millones de dólares. De hecho, la capacidad de editar los
contenidos, habilitan la construcción de narrativas funcionales al
interés corporativo.
Resulta emblemática la muerte a
balazos de una joven de 19 años, por un miembro de la policía de
Albuquerque en abril del 2014. Ni una sola de las cámaras corporales de
los 6 agentes involucrados en el hecho, incluso del que hizo fuego,
aportó grabaciones relevantes para el esclarecimiento definitivo del
hecho. Reynaldo Chávez, responsable de la custodia de las grabaciones,
declaró que era normal la alteración, supresión o retención de imágenes
por parte del departamento de policía. El sistema diseñado y vendido por
la empresa Taser pemite estas manipulaciones. Esta empresa, líder en la
comercialización de cámaras corporales, avanza en el desarrollo de
aplicaciones susceptibles de realizar análisis en tiempo real de las
imágenes obtenidas, para proporcionar informaciones relativas a toda
persona que se desplace en las proximidades de sus usuarios.
Las
informaciones y datos recolectados por las cámaras tienen como destino
final los servidores pertenecientes a una entidad afiliada de Taser:
evidence.com. Registremos que lo que se vendió como tecnología de
restricción de violencias institucionales, mutó rápidamente a una
privatización del sistema de vigilancia, del espacio público y de la
intimidad de decenas de miles de ciudadanos que desconocen la
penetración, absorción y almacenamiento de sus historias, registros y
acciones privadas. ¿Qué usos darán a este contenido sujetos motivados
por intereses lucrativos? ¿Cómo funciona la ingeniería algorítmica que
nutre las aplicaciones que están diseñando? ¿Son auditables los usos de
la información y los algoritmos aludidos?
La preocupación
por el empleo de las cámaras corporales llevó al Comité de Supervisión y
Reforma Gubernamental de la Cámara Baja norteamericana a celebrar una
audiencia el 22 de marzo último, para evaluar las implicancias de este
tipo de tecnologías. En el encuentro se reveló que la mitad de las
fotografías de los ciudadanos americanos adultos son almacenadas en una
base de datos del FBI, sin su conocimiento y sin mediar intervención
judicial, que la tecnología de reconocimiento facial utilizada por esta
agencia carece de supervisión, y que no es evaluada para detectar
errores en las identificaciones o sesgos raciales en el diseño del
sistema. Sucede que los algoritmos utilizados para detectar
coincidencias son inexactos el 15% de las veces, con mayor propensión al
error cuando se trata de ciudadanos afroamericanos.
El
congresista Elijah Cummings agudamente observó: “Si eres negro es más
probable que seas sometido a esta tecnología, y es más probable que esta
tecnología esté equivocada”. Por su parte, el presidente del comité
legislativo, Jason Chaffetz, alertó sobre un empleo de las cámaras que
atente contra la libertad de expresión y de libre asociación, cuando son
empleadas en el marco de reuniones políticas y protestas, grabando las
respectivas asistencias, para su posterior -o inmediata-
identificación.
A riesgo de incurrir en un lugar común,
esta nota cierra con las palabras del profesor de historia Melvin
Kranzberg: “La tecnología no es buena ni mala, pero tampoco neutra”.
March 29, 2017
Una versión de este artículo fue publicada por Mi club Tecnológico.Ciencia y tecnología en la vida de los Argentinos.
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