Robert Fisk
¿Así que Bashar
al-Assad usó gas? Los rusos debieron saberlo. Ellos están en las bases
aéreas, en los ministerios, en los cuarteles militares. Y si dicen que
los sirios no usaron gas, más vale que estén seguros. Los rusos tuvieron
advertencia previa de los 59 misiles crucero de Trump. Muchas horas de
advertencia –no una hora, como asegura Washington– habrían permitido que
los jets sirios estuvieran muy lejos de la base aérea. No hay que matar
rusos en esta guerra: su presencia habría significado bajas.
¿Será que el ejército sirio, quizás un poquito arrogante después de
capturar Alepo oriental, decidió tratar de poner fin a la guerra con
rapidez? Es necesario hacer esa pregunta. En el pasado, aldeas en las
que vivieron oficiales del ejército –y en las que vivieron sus familias–
han sido gaseadas. Los sirios culparon a los turcos por dar el gas a
Jabhat al-Nusra, la organización afiliada a Al Qaeda en Siria, y al
Estado Islámico. Los rusos dijeron que en ataques anteriores con gas en
Damasco se utilizaron componentes químicos enviados a Siria desde Libia a
través de Turquía.
Desde la Primera Guerra Mundial, cuando el gas hizo su aparición en
Ypres –y en Gaza, cuando las fuerzas del general Allenby lo usaron
contra los turcos otomanos–, las armas químicas han desatado un horror
al que ni siquiera Hitler se atrevió a recurrir en contra de los
aliados. Pero ¿qué hizo Saddam Hussein? Usó armas químicas contra los
kurdos en Halabja; de hecho, se pudo oír su voz describiéndolo en el
tribunal de Bagdad, después que él mismo fue colgado.
Pero, ¿usarían las tropas sirias semejantes armas contra su propio
pueblo? Las imágenes parecen decisivas. Aterradoras. Abominables. Pero
debemos también recordar los 250 mil civiles de Alepo oriental, que se
convirtieron en 150 mil y luego en 90 mil. La guerra en Siria se ha
vuelto el conflicto peor informado del mundo. ¿Cuántas muertes ha
causado? ¿400 mil? ¿450 mil? O 500 mil, la cifra más reciente.
¿Cómo completamos las cifras de muertes por gas? ¿Le creemos
al gobierno sirio? Cuando ocurrió el último ataque con gas en Damasco,
la ONU, en un breve párrafo a mitad de su reporte subsecuente, apuntó
que los proyectiles químicos habían sido
comprometidosal ser transportados entre diferentes ubicaciones.
Pero entonces llegamos a los rusos. Ellos avalaron el retiro de todas
las armas de gas en Siria. Salvaron el discurso de Obama después que
éste amenazó –y luego reculó– con un ataque aéreo sobre las armas
químicas sirias. Ahora los rusos han visto lo que Trump hará cuando crea
(si es que cree) que se realizaron ataques con gas. Y los rusos, según
me dicen, sabían todo acerca de la incursión estadunidense… y desde
mucho antes de que ocurriera. ¿Habrán dejado algún avión sirio en la
base? ¿O alguna de esas armas en la pista? ¿O en búnkers reforzados?
En realidad, el ataque estadunidense a Siria dice más de las
relaciones Trump-Putin que de Estados Unidos y Medio Oriente. Ese es un
problema que Rex Tillerson tiene que resolver. Y Bashar al-Assad, por
supuesto. No lo duden: por la noche las llamadas entre Damasco y Moscú
serán muy largas.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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