By Gonzalo Monterrosa
Es
paradójico que una red social que muchos dicen que está por desaparecer
puede influir tanto en el mundo. Ésta tiene millones de usuarios, todo
el mundo la conoce, todos están al pendiente de lo que ahí se dice y sin
embargo –dicen– podría ser rematada.
La
red social en cuestión es Twitter. Y gracias a los tuits de Donald
Trump, todos están al pendiente y sus comentarios retumban en México y
son capaces de hacer que el precio del dólar suba o baje. Y la red
social entra en efervescencia con lo que los usuarios mexicanos le
responden. Algo inédito, pues los miembros de las áreas diplomáticas de
ambos países son simplemente espectadores.
Hasta el empresario
Carlos Slim ironizó la situación. Primero diciendo que él no usa
Twitter; y segundo, que es ridículo que se mantenga una “conversación”
entre los presidentes de México y Estados Unidos por esta vía.
Otra
aplicación que salió raspada por la llegada de Trump a la Casa Blanca
fue Uber, empresa que ofrece servicio de auto con chofer a sus usuarios y
por dos situaciones distintas. Una, el mundo se enteró que el director
general de Uber, Travis Kalanick, es asesor de Trump. Las redes sociales
explotaron en críticas por ello. Él dijo que en su siguiente reunión
con Donald Trump le haría saber de los problemas que podría causar la
reciente prohibición de ingreso a Estados Unidos de ciudadanos de Siria,
Libia, Irak, Irán, Sudán, Somalia y Yemen; todos, países musulmanes. Se
lo plantearía la próxima reunión del grupo asesor de negocios. Eso no
cambió la opinión de los cibernautas quienes consideran como gran parte
del Mundo, que es repudiable trabajar o apoyar de alguna manera al nuevo
presidente de Estados Unidos.
Lo que también afectó la imagen de
Uber fue que en el aeropuerto John Fitzgerald Kennedy (JFK), en la
ciudad de Nueva York, se realizaron protestas en contra de la orden
ejecutiva que también prohíbe la entrada a refugiados. La exigencia fue
que se dejara entrar a las personas que tenían sus documentos en regla,
muchos de ellos hasta con su green card o residencia. La
asociación de taxistas del lugar, New York Taxi Workers Alliance, se
unió y en protesta realizó un paro de servicios durante una hora. Sin
embargo la cuenta de Twitter de Uber en Nueva York anunciaba que el
rango de precios dinámico no se activaría en la zona del aeropuerto y
pedía paciencia.
Dicho anuncio fue interpretado como un vulgar
intento de obtener una ganancia económica sin importar las
circunstancias sociales del país. Lo acusaron de “rompehuelgas”.
Apoyada por diversos actores y actrices, la etiqueta o hashtag
#DeleteUber que pedía eliminar la aplicación de la compañía de los
dispositivos comenzó a posicionarse. Después la compañía de transporte
de pasajeros quiso calmar las aguas y publicó mensajes diciendo que
apoyaba el movimiento, que muchos de sus conductores eran de alguno de
los países afectados y que los apoyaría y que además compensaría a sus
conductores que al estar de vacaciones no pudieran volver… Pero son las
redes sociales: no es fácil borrar tus huellas, menos cuando en un
instante te hiciste la imagen de enemigo.
Otra reacción en contra
de la ley ejecutiva contra extranjeros y musulmanes se dio en muchas de
las grandes empresas de Silicon Valley, quienes tienen entre sus
integrantes y fundadores a personas que son hijos de inmigrantes y
precisamente de algunos de los países listados. Tim Cook, director de
Apple, dijo que la compañía no existiría sin los migrantes (el padre de
Steve Jobs llegó precisamente de Siria); Mark Zukerberg, fundador de
Facebook, ha dicho que su país es de migrantes y está muy preocupado;
Satya Nadella, director ejecutivo de Microsoft y de origen indio,
también ha mostrado su molestia. Otras empresas afectadas serían
Coca-Cola, Dior, Novartis, Nissan, Nokia, Pepsico, entre otras. Uno de
los fundadores de Google, Sergey Brin, nacido en Rusia cuando existía la
Unión Soviética, ha mostrado su indignación y la empresa ha realizado
donaciones millonarias a organizaciones que lucharán legalmente contra
las nuevas disposiciones.
También el director de cine iraní Asghar
Farhadi, quizá no pueda asistir a la entrega de los premios Oscar donde
está nominado, lo que dará una tribuna aún mayor en contra de las
políticas de Trump.
Gonzalo Monterrosa
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