El presidente electo de EU, amenaza para los derechos humanos: Human Rights Watch
Los integrantes de su gabinete y las agencias de espionaje, con profundas diferencias
Líderes republicanos discrepan del magnate sobre la supuesta intervención rusa en los comicios
Activistas se manifestaron ayer frente a la Torre Trump, en Nueva York. Allí subrayaron que
la asistencia sanitaria es un derecho humanoFoto Afp
David Brooks
Periódico La Jornada
Donald Trump se volvió personaje de novela de espionaje esta semana,
en la que se nutre una intensa especulación sobre la mano aparentemente
superpoderosa de Vladimir Putin en la política interna de este país.
Todo, mientras la asamblea de sus nominados a puestos de seguridad
nacional y dirigentes de su partido expresan diferencias marcadas con el
próximo comandante en jefe sobre éste y otros asuntos, y Human Rights
Watch declara que la presidencia del magnate representa una amenaza
mayor para los derechos humanos.
El autor de un dossier secreto, preparado por firmas de
investigación política que contiene alegaciones explosivas –pero aún no
verificadas– de cómo la inteligencia rusa tiene materiales
comprometedores sobre Trump, incluyendo posibles conspiraciones en la
elección estadunidense y aventuras sexuales del magnate con prostitutas
en Moscú, se esfumó ayer, aparentemente entrando a la clandestinidad
junto con su familia.
Christopher Steele, ex alto oficial del servicio de inteligencia
británico MI6, huyó de su hogar, en las afueras de Londres, el miércoles
anterior, con su esposa y cuatro hijos, poco antes de que el Wall Street Journal
revelara su identidad como el autor del documento, de 35 páginas, sobre
Trump y Rusia, que elaboró por contrato de una firma de investigaciones
políticas en Washington. Varios medios han destacado que Steele era un
especialista en Rusia, respetado en los círculos de inteligencia. Un ex
embajador británico en Rusia declaró a la BBC que Steele no era alguien
que fabricara información, y lo calificó de
operador profesional muy competente. Agregó que no está sorprendido de que se haya esfumado, ya que los rusos estarían interesados en saber dónde y de quién consiguió la información.
La firma privada de investigación de Steele, Orbis Business
Intelligence, fue lanzada en 2009 por ex oficiales de inteligencia
británica. Steele ayudó a recaudar datos sobre la corrupción en la FIFA,
que llevó a las acusaciones contra varios oficiales y el fin del famoso
presidente de esa federación.
El dossier fue subcontratado a ellos por Fusion GPS, firma
en Washington dedicada a investigaciones políticas a contrato,
encabezada por ex periodistas, quien fue contratada primero por
republicanos opositores a Trump y después por donantes demócratas.
Trump no aguantó hoy retomar el tema del dossier, que ya había denunciado en su conferencia de prensa del miércoles, y por Twitter reiteró que fueron
hechos fabricadospor operativos políticos republicanos y demócratas para crear
noticias falsas. Señaló que Rusia ha negado tener información sobre él, y que “probablemente fue difundido por ‘inteligencia’ aun sabiendo que no habían pruebas y nunca habrá”.
A pesar de que los servicios de inteligencia y varios medios dicen que no han logrado verificar las alegaciones, el dossier
intensificó esta guerra de Trump contra las agencias de inteligencia
estadunidenses. Algunos observadores advierten que esto no augura buenas
relaciones entre las 16 agencias de la comunidad de inteligencia y
quien supuestamente será su jefe en una semana. Uno advirtió que vale
recordar quién fue Garganta profunda, la fuente clave del Washington Post en el escándalo del Watergate que llevó a la renuncia del entonces presidente Richard Nixon –era el subdirector de la FBI en ese entonces.
Discrepancias
A lo largo de la semana, al iniciar las audiencias en el
Senado para ratificar a los nombrados por Trump para ocupar puestos en
el gabinete, se ha destacado que en varios rubros –de las relaciones con
Rusia, el acuerdo nuclear con Irán al uso de la tortura, así como el
muro fronterizo con México, entre otros– los integrantes del próximo
gobierno han discrepado y hasta contradicen a su próximo jefe.
Esta mañana Trump envió un tuit en respuesta a esas diferencias marcadas. Afirmó:
Quiero que sean quienes son y expresen sus pensamientos, no los míos.
Pero las divisiones también se expresaron entre Trump y líderes de su
partido, especialmente en torno al asunto de la mano de Rusia en las
elecciones estadunidenses, donde influyentes legisladores, como John
McCain y Lindsey Graham, siguen insistiendo en una investigación a fondo
sobre ese tema.
Aún más sorprendentes fueron los comentarios del presidente de la
cámara baja, Paul Ryan, en un foro de CNN, donde declaró que no habrá
una
fuerza de deportaciónprometida por Trump.
Eso no ocurrirá, enfatizó Ryan cuando le preguntaron sobre la promesa de campaña del presidente electo. En respuesta a una madre indocumentada, aseguró:
Si usted está preocupada porque una fuerza de deportación está por llegar para tocar a su puesta este año, no se preocupe por eso. No se está conformando una fuerza, eso no está ocurriendo.
Por otro lado, ayer el director de la FBI, James Comer, rehusó
comentar si estaba en curso o no una investigación sobre posibles
vínculos entre Trump y Rusia, en una sesión a puerta cerrada con
legisladores de ambos partidos, provocando irritación bipartidista. Eso
nutrirá una creciente frustración y crítica de Comey, cuyo manejo del
caso de los correos electrónicos de Hillary Clinton ahora están bajo
investigación por el Departamento de Justicia, que está luchando contra
llamados a su renuncia.
Sin embargo, Trump pareció apoyar ayer a Comey al tuitear su crítica
sobre la investigación en su contra. Eso dejó la impresión de que Trump
está defendiendo a quien es acusado de haber dañado la campaña de
Hillary Clinton en beneficio del republicano.
A la vez, el veterano representante federal demócrata e ícono del
movimiento por los derechos civiles John Lewis declaró ayer que
no veo a este presidente electo como legítimo, ya que
los rusos participaron en ayudar a elegir a este hombre y a destruir la candidatura de Hillary Clinton. En entrevista con NBC News, agregó que por vez primera no asistirá a la inauguración por estas consideraciones.
En otro rubro, en su reporte anual difundido el jueves, Human Rights
Watch, por vez primera en los 27 años que ha publicado estos informes,
incluyó a Estados Unidos como una las más grandes amenazas a los
derechos humanos en el mundo, como resultado del surgimiento de Donald
Trump. Afirmó que su campaña, marcada por
retórica misógina, xenófoba y racista, podría resultar en un
tremendo daño a comunidades vulnerables, contravenir las obligaciones centrales de derechos humanos de Estados Unidos o ambas cosas. Coloca a Trump como parte de una ola de demagogos en un mundo avanzado que representan una amenaza para los derechos humanos al
predicar la intolerancia y la discriminación(https://www.hrw.org/
Como comentó una editora, tal vez será necesario entrevistar a John Le Carre para pedirle que nos diga qué está pasando.
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