Ángel Guerra Cabrera
El 12 de enero Estados Unidos puso fin a la política de pies secos, pies mojados y a la de parole para
estimular a desertar a los médicos en misiones internacionalistas,
ambas añadidas a la Ley de Ajuste Cubano. La política consistía en que
los cubanos que llegaban a pisar tierra en ese país y así lo
solicitaran, recibían permiso de trabajo, pensión alimenticia, seguro de
salud y derecho de residencia al año y un día; luego tenían derecho a
pedir la ciudadanía. Un formidable estímulo para emigrar.
En cambio, los cubanos interceptados por los guardacostas
estadunidenses en el mar eran devueltos a Cuba. Esta política, puesta en
vigor en 1995 por el presidente Clinton, fue concebida para subvertir
el orden interno en Cuba y evidenciar, mediante una campaña mediática,
cómo los isleños
escapabandel socialismo. Un socialismo bloqueado y acosado en un país subdesarrollado, que había perdido a su aliado principal, pero de eso no se ocupaban los
medios. En 1996 se recrudecía el bloqueo con la Ley Helms-Burton.
Debieron pasar dos décadas para que la potencia del norte se
convenciera de que era más conveniente a sus fines desestabilizadores
sustituir el fracasado método de la hostilidad abierta, que ha costado
cerca de tres mil vidas y grandes daños materiales a Cuba.
Ello llevó al restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los
dos países el 17 de diciembre de 2014, y en noviembre de 2015, en el
contexto del diálogo bilateral iniciado un año antes, a la presentación
por Cuba de una propuesta de acuerdo migratorio. Esta, luego de varias
rondas de intercambio, condujo a la Declaración Conjunta signada por los
dos gobiernos hace una semana, como parte sustancial de la cual se pone
fin a la mencionada política y se salvarán muchas vidas de cubanos.
Estados Unidos se veía en una situación muy difícil ya para
justificar esta práctica, que convertía a los cubanos en las únicas
personas en el mundo que no debían someterse a sus regulaciones
migratorias mientras rechazaba y violaba los derechos más elementales de
los migrantes indocumentados de otras naciones. Varios gobiernos de
América Latina habían insistido a Washington que le pusiera fin, debido
no sólo al trato notablemente discriminatorio que prodigaba a sus
nacionales sino a la conflictiva situación para el alojamiento, la
manutención y la atención médica del número creciente de cubanos que
arribaban a sus fronteras, en países que a duras penas proveen de
servicios sociales a sus propios ciudadanos. Al restablecerse las
relaciones se corrió la voz en la isla de que la política de pies secos, pies mojados sería derogada, lo que impulsó a decenas de miles a no perder el
último tren.
Y el rumor era muy lógico pues sostener esa política era
incompatible con el mantenimiento de relaciones diplomáticas. Son muchas
de esas personas las que han quedado varadas ahora en países
centroamericanos y en México, lo que constituye un drama humanitario.
Sin embargo, los medios hegemónicos dedican a esta situación un espacio
desproporcionado con respecto al que reciben los millones de africanos,
árabes, asiáticos, mexicanos, centroamericanos y haitianos en cuadros
humanos casi siempre peores, que huyen como resultado de la falta de
oportunidades y las guerras creadas en sus países por las potencias
imperialistas, incluida la cuestionada y etnocida guerra contra el narco.
Pero falta mucho para llegar a la normalización de las relaciones
cubanoestadunidenses. Baste decir que el mismo día en que se adoptaba la
Declaración Conjunta Cuba/Estados Unidos, el Departamento del Tesoro de
este país imponía multas de 10 mil dólares a una ONG estadunidense que
organiza viajes a Cuba, por violar supuestamente las normas del bloqueo,
y de casi un millón de dólares a un banco de Canadá por presuntamente
canalizar fondos a través del sistema financiero estadunidense a una
compañía canadiense propiedad de una empresa cubana. Desde el
restablecimiento de relaciones, Washington ha impuesto multas a 11
entidades estadunidenses y de otros países ascendentes a 2 mil 843
millones 623 mil 359 dólares por violar el régimen de sanciones a Cuba.
En síntesis, para poder hablar de normalización de relaciones Estados
Unidos debe derogar la Ley de Ajuste Cubano, única en su género,
mediante la cual otro gobierno de Washington podría crear
discrecionalmente graves conflictos migratorios. Y debe derogar el
bloqueo, los fondos para planes subversivos y devolver el territorio de
la Base Naval de Guantánamo.
Twitter:@aguerraguerra
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