Luis Leija
Pareciera que el país fuera masoquista, que después de tanto saqueo y abuso, la víctima quisiera más. Nuestra fatal vecindad con Estados Unidos nos ha arrebatado la miserable independencia que intentábamos lograr en el Siglo IXX, el carácter de sumisión y entreguismo demostrado, se impuso; lo mismo que la falta de confianza en nosotros mismos se derrumbó, cuando apenas Juárez imprimía dignidad a nuestra nación.
Ávidos de autoridad externa, presurosos se movieron los traidores para someter la república a la potencia francesa, solo bajo el régimen autoritario de Díaz, sintieron seguridad las potencias productivas, la fuerza de la dictadura del tirano, adormeció por un tiempo la conciencia nacional.
Los hermanos Magón y otro honorable y digno grupo de hombres insignes conformaron la resistencia y la crítica al despótico régimen de Porfirio, originando el movimiento de regeneración nacional que ha tomado como bandera López Obrador, pero estos héroes fueron reprimidos y asesinados por el propio gobierno revolucionario de Madero.
Todo esto sin considerar el hurto de más de la mitad del territorio por Estados Unidos y las subsecuentes alevosas invasiones, de que fuimos víctimas los mexicanos, por parte de los yanquis.
¿Estará en el gen de México el ser sumiso? ¿El no tener dignidad y seguir agachados frente al desprecio extranjero? ¿Acaso necesitamos un amo o un rey a quien rendir pleitesía?
Nos dictan lo que debemos y no debemos pensar y hacer, desde fuera; lo que es bueno o malo para nosotros, qué tenemos que sembrar y qué no, de lo que nos tenemos que reír y aplaudir y hasta la forma como debemos vivir.
Nos hicieron dependientes de la globalización y ahora nos regresan al proteccionismo, cuando ya no somos autosuficientes en nada, cuando está arrasado el campo, cuando nuestros talleres primitivos y simples han desaparecido ante la embestida de la industria trasnacional, cuando nuestro comercio local y rudimentario ha sido borrado por la competencia de las tiendas departamentales mayormente extranjeras que florecieron como hongos por todos los rincones de México.
Con la anuencia y complicidad de nuestros representantes y empleados gubernamentales, se destruyeron nuestras empresas estratégicas para beneficiar la inversión extranjera en los rubros de energía. La banca también fue desmantelada y hoy poderosos instituciones foráneas rigen y controlan el sistema de pagos, créditos y finanzas; nos hicieron peligrosamente dependientes, un país maquilador, exportador de fuerza laboral y con gente presta a corromperse.
Ahora el nuevo gobierno del imperio que nos ha dejado secos, al igual que al resto de los países latinoamericanos, anuncia su repliegue, todos los voceros gubernamentales y medios protestan por la retirada de USA del TLC y del TPP.
También se quejan adoloridos porque EEUU se retira de la OTAN y amenaza quitar sus fuerzas militares de Asia, dejando terreno libre a China y a Japón que buscarán armarse para rescatar Taiwán y ejercer hegemonía en el Pacífico.
Les tiemblan las corvas de miedo porque el Imperio diabólico se enconcha. Europa-dicen- ahora se siente amenazada de abandono y con Rusia al acecho.
No soportan que el nuevo esquema internacional vislumbre lazos entre USA y Rusia, dicen que se rompe el equilibrio militar que significa Estados Unidos para contener la ambición de los países orientales.
Metafóricamente es como si al energúmeno que siempre nos ha vilipendiado, robado, abusado y despreciado lo protegiéramos, lo extrañáramos y después de habernos pisoteado y dejado, nos quejáramos de su alejamiento. ¿Ahora quién abusará de nosotros?
Ya buscan a China como salvación de su carácter lacayo ¿Qué no podemos rascarnos con nuestras propias uñas? Ahora es nuestra oportunidad de demostrar a nosotros mismos, que somos capaces, que solos podemos a nuestro ritmo y forma, resolver los retos del presente y como nosotros nuestros hermanos de Latinoamérica.
http://www.alainet.org/es/articulo/183162
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