David Brooks
La Jornada
La respuesta popular de resistencia al recién estrenado gobierno de Donald Trump
no tiene precedente; ha sido, tal vez, la más numerosa de la era moderna.
Todos los días se multiplican las expresiones de protesta en el país.
La consigna (y el hashtag) ahora es una: contra la prohibición de musulmanes
y contra el muro fronterizo o #NoBanNoWall. La imagen, ayer, afuera
de la Casa BlancaFoto Afp
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Desde una grúa de
construcción de 90 metros de altura que se ve desde la Casa Blanca,
activistas de Greenpeace sorprendieron a todos el miércoles al colgar
una enorme manta con una sola palabra a la vista de todos:
Resiste.
La primera semana del bufón en jefe del país más poderoso del mundo ha transformado la realidad política en un reality show,
con la diferencia de que el impacto y las consecuencias son reales en
todo el mundo. Una caricatura lo resume: dos figuras sentadas en un
campo de escombros de edificios devastados, humo y destrucción, y uno
comenta al otro:
tal vez su segunda semana será mejor.
Ya se agotaron los adjetivos, ni hablar de las groserías, para
caracterizar lo que está ocurriendo. No se requiere de más análisis. Es
un ataque frontal contra el futuro, y contra casi todos: inmigrantes,
musulmanes, las mujeres, el medio ambiente, trabajadores (aunque muchos
aún no lo saben), la prensa, o sea, todo lo que prometió hacer (aunque
la gente aún está asombrada que de verdad lo está haciendo).
Para interpretar lo que está ocurriendo, muchos voltean no a los expertos, sino a la literatura. El 1984
de Orwell está agotado en Amazon. Un profesor de filosofía cuenta que
las ventas de la obra de Hannah Arendt sobre el totalitarismo han subido
por un factor de 16 veces, y ahora gente como Philip Roth es buscada
para ayudar a explicar todo esto.
Roth escribió su novela El complot contra América hace unos
12 años, obra en la cual trata de imaginar qué hubiera sucedido si una
especie de fascista hubiera llegado a la presidencia de Estados Unidos
en 1940. En la obra, Franklin Delano Roosevelt inesperadamente pierde su
relección ante el candidato republicano, el aviador Charles Lindbergh,
quien cuenta con la ayuda de la Alemania nazi. En la vida real,
Lindbergh, quien se volvió héroe por su famoso vuelo transatlántico en
1927, era un simpatizante nazi y un racista y aislacionista. Más aún, el
lema central de la campaña y ahora presidencia de Trump, América Primero, fue robado de Lindbergh.
New Yorker preguntó a Roth si cree que lo de su novela acaba de suceder aquí, a lo cual respondió:
Es más fácil comprender la elección de un presidente imaginario como Charles Lindbergh que un presidente real como Donald Trump. Agregó que Lindbergh era alguien que, a pesar de sus simpatías políticas, tenía cualidades notables, pero
Trump es un estafador. Roth comentó que nunca había visto elevado a la presidencia a “un hombre tan humanamente empobrecido: ignorante de gobierno, de historia, de ciencia, de filosofía, de arte, incapaz de reconocer sutileza… indigente de toda decencia, y empleando un vocabulario de 77 palabras…”
Pero tal vez lo más asombroso no es el teatro macabro oficial, sino
la respuesta popular de resistencia, posiblemente sin precedente en la
era moderna.
Unos 4 millones, en marchas convocadas y encabezadas por mujeres,
salieron a las calles el sábado 21 de enero, en protesta en decenas de
ciudades del país, menos de 24 horas después de que Trump tomó posesión
de la Casa Blanca. Fue casi inaguantable para él, y peor aún para el
narcisista que se cree un galán irresistible para las mujeres; el hecho
fue que ese día, como comentaron varios,
Trump marcó récord mundial como el hombre rechazado por más mujeres en un solo día en la historia.
Y no ha parado; todos los días se multiplican acciones en
varias partes del país. Este domingo, más de 10 mil personas de todo el
mosaico de Nueva York expresaron su condena a la prohibición de ingreso a
personas provenientes de países mayoritariamente musulmanes. Miles más
se han presentado en los aeropuertos de Nueva York, Washington, San
Francisco, Boston y Los Ángeles, entre decenas más, para denunciar la
orden ejecutiva de Trump que atrapó a viajeros, incluso residentes
permanentes, en un limbo legal caótico sólo por ser musulmanes de uno de
siete países.
El gran mosaico de la participación en esas acciones es lo que más brilla.
Asiáticos, latinos, negros y blancos, trabajadores unidos, coreaban algunos. Y las expresiones son multilingües, con predominio del inglés y el español, al unirse mexicanos y otros latinoamericanos con los musulmanes, y al revés también. La consigna (y el hashtag) ahora es una: contra la prohibición de musulmanes y contra el muro fronterizo o #NoBanNoWall. Desde la elección se han generado alianzas casi impensables anteriormente entre organizaciones musulmanas y judías contra las amenazas de Trump, y hoy siguieron marchando juntos.
A la vez, inmigrantes han realizado marchas y mítines en las principales ciudades del país, con un creciente movimiento de santuario de ciudades, iglesias (
Jesús fue un refugiado, recuerdan) y universidades que declaran que resistirán abiertamente las medidas draconianas contra estas comunidades.
Diversas organizaciones sociales de todo tipo están desarrollando
iniciativas para defender de manera conjunta derechos y libertades
civiles por todo el país. Naciones indígenas expresaron que renovarán la
resistencia contra oleoductos en el norte, y ahora contra el muro
fronterizo en el sur, que violan sus derechos y tierras. Cada día brotan
más iniciativas cooperativas de acción y resistencia a las que se
incorporan varios sectores.
Aún más sorprendentes son las primeras señales de disidencia dentro
del gobierno, con empleados de la Agencia de Protección Ambienta, la
NASA y el Servicio Nacional de Parques que han armado vías de
comunicación públicas en desafío a órdenes de Trump de cesar de informar
sobre el cambio climático y otros asuntos, incluso creando sitios de
Internet y Twitter disidentes (https://twitter.com/AltNatParkSer). El
del servicio de los parques nacionales (bosques y otras reservas
ecológicas) está usando una de las imágenes oficiales, la del Oso
Fumarola, con un nuevo lema debajo del símbolo:
resiste.
Nunca se ha visto una presidencia como esta. Y nunca se han visto
expresiones de oposición como estas al inicio de una presidencia. Ahora
mucho depende, tanto aquí dentro como por todo el mundo, de la vitalidad
y dimensión de este recién inaugurado (pero lleno de ecos de luchas
anteriores) movimiento de resistencia.
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