Por la unidad de América Latina y el Caribe
Análisis
La política iniciada por el nuevo gobierno de Estados Unidos, presidido por el disparatado republicano Donald Trump, no es más que la otra cara de la potencia imperialista que intenta frenar su crisis hegemónica y su lenta caída económica, comercial y financiera, para lo cual radicaliza su discurso y sus acciones internas y externas, frente a lo cual se reafirma la necesidad de profundizar en Bolivia y América Latina las políticas nacionalistas y antiimperialistas basadas en el control estratégico de los recursos naturales, la defensa de la soberanía nacional, la industrialización, el fortalecimiento del mercado interno y la tarea de consolidar los esfuerzos de unidad e integración de los pueblos y gobiernos de la región.
El desafío de acelerar la ejecución en Bolivia de acciones destinadas al cumplimiento de la Agenda Patriótica 2025 con la erradicación de la extrema pobreza y la universalización de servicios básicos para la población boliviana y de asegurar en los dos años siguientes las bases de la soberanía alimentaria, productiva, financiera y ambiental con la industrialización de los recursos naturales y el potenciamiento del mercado interno se combina con la necesidad de adoptar acciones drásticas para la reforma de la justicia, la transparencia y la lucha contra la corrupción y la burocracia que impiden el ejercicio de una gestión pública eficiente y comprometida con el proceso nacional-popular.
La renovación ministerial del pasado 23 de enero al parecer se orienta en esta perspectiva. La creación del Ministerio de Energía se inscribe en la estrategia de asegurar la ejecución de los proyectos hidroeléctricos y de las energías alternativas que, en conjunción con el Ministerio de Hidrocarburos, convierta a Bolivia en un centro energético regional y culmine en la plena industrialización del gas con las plantas separadoras, las de fertilizantes y urea y la de petroquímica y producción de plástico, asfalto y fibras sintéticas así como el uso doméstico e industrial del gas en todo el territorio nacional.
Asimismo, la utilización interna de las distintas energías debe favorecer la industrialización de los minerales recuperando el sector minero para el Estado, para lo cual el Ministerio de Minería y la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) tienen la misión de formular el gran proyecto minero boliviano con el fortalecimiento de las empresas mineras estatales y de las cooperativas no vinculadas al capital privado y transnacional, la nacionalización de transnacionales que poco o nada aportan al país y el repunte de las fundiciones de minerales.
Cumplir tareas claves
Esto está ligado directamente al proceso de industrialización del litio, como recurso estratégico de la tecnología más avanzada en el mundo, del hierro del Mutún, que ya tuvo una frustración en los pasados años, y de otras industrias directamente vinculadas al acero y a las salmueras. La energía del gas y de las hidroeléctricas son recursos fundamentales para esta tarea.
Los cambios en los Ministerios de Desarrollo Productivo y Economía Plural y de Medio Ambiente y Agua, junto al ratificado de Desarrollo Rural y Tierras, se dirigen hacia la ejecución de la revolución agrícola y ganadera en la perspectiva de la soberanía alimentaria sobre la base de la economía campesina orientada al mercado interno, acompañada de políticas proteccionistas con la prohibición de la importación y la lucha contra el contrabando de productos alimenticios, de reducción del consumismo suntuario de productos importados y de acciones que eviten la concentración de poder de los terratenientes y latifundistas del Oriente.
Por otra parte, el fortalecimiento del Ministerio Justicia con la inclusión del que fuera Ministerio de Transparencia y Lucha Contra la Corrupción implica que tiene que asumir responsabilidades fundamentales, entre las que se encuentra la reforma profunda de la justicia en Bolivia, tema pendiente a pesar de los esfuerzos realizados con la elección directa de los magistrados. Desde el punto de vista de la población el asunto de la retardación de justicia, el mal manejo de la misma y la injusticia y la corrupción son el tema más importantes a ser superado.
A esto se agregan dos aspectos tan importantes como el anterior, se trata de la transparencia y lucha contra la corrupción en las instancias públicas, en los contratos y en la gestión de obras públicas que, como en los casos de YPFB y el Fondo Indígena, debe ser enfrentada con toda la energía y el rigor de la ley con sanciones claras; y la lucha contra la burocracia convertida en poder mediador que, bajo el argumento de trabajo técnico o especializado, impide la ejecución de trámites y procedimientos. Corresponde también impulsar reformas legales para evitar los frenos, condicionamientos y trabas a la inversión y ejecución de proyectos.
En este contexto la responsabilidad del Ministerio de Economía y Finanzas y del Banco Central de Bolivia es muy importante para no cometer errores como los de exportar capitales y reservas hacia el exterior como bonos o préstamos, inclusive a la misma banca de Estados Unidos, cuando al mismo tiempo el país está asumiendo préstamos y créditos de organismos internacionales con tasas de interés más elevadas. Asimismo, corresponde una fiscalización más afectiva a la banca comercial y a las financieras.
Alternativas en juego
La implementación y realización de esta agenda económica e institucional se orienta directamente al tema político de la habilitación de Evo Morales a la candidatura presidencial de 2019. El momento político boliviano e internacional ha cambiado radicalmente desde febrero de 2016 cuando, aprovechando la mentira mediática de un supuesto hijo del Presidente, las redes sociales de los rumores y medias verdades y la alianza de los dueños de los poderosos medios de comunicación, ganó el no a la repostulación planteada por una iniciativa parlamentaria por un mínimo margen de votos.
En la situación actual las alternativas planteadas al respecto, como la iniciativa ciudadana con el respaldo de firmas, la interpretación constitucional o la renuncia del Presidente, son válidas constitucionalmente y deberán ser estudiadas y planteadas por movimientos populares y ciudadanos o el Movimiento Al Socialismo (MAS). Es altamente probable que la renuncia del Ministro David Choquehuanca, estrecho amigo y hermano de Evo Morales, esté relacionada en la necesidad de un trabajo de articulación social, cultural y política prioritaria en el occidente del país y con los migrantes al oriente y también del Ministro Juan Ramón Quintana como organizador en la región amazónica.
Por su parte, la oposición se encuentra en la disyuntiva de mantener las varias opciones electorales que participaron en el pasado o busquen un acuerdo para tener una sola candidatura que, con el único objetivo de ganar a Evo Morales, podrán mejorar su performance del pasado. Sin embargo, en el nuevo contexto nacional e internacional, se encuentran desorientados y sus márgenes de acción e iniciativa son muy bajos, más aun cuando no tiene una propuesta coherente o un proyecto para Bolivia.
Dinámica geopolítica mundial
La dinámica internacional tendrá también un lugar importante en la trayectoria histórica de estos años. La emergencia de China como primera potencia económica mundial, reconocida y aceptada por las potencias europeas capitalistas y por la mayoría de los países del planeta y con muy fuertes relaciones comerciales alrededor del mundo, así como la presencia geopolítica y militar de Rusia en Europa y Medio Oriente han generado la molestia de los sectores conservadores de Estados Unidos que tratan de recuperar el tiempo y el espacio perdidos.
Por ahora la política internacional china es de mayor respeto a la soberanía de los países, lo cual se manifiesta en la formación de una pluralidad de actores de la política exterior como la Estados Unidos, Unión Europea, Irán, Japón, India, Israel o Turquía o bloques regionales en África, Asia, Medio Oriente o América Latina y el Caribe con la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Este contexto explica, de alguna manera, las agresiones de Trump a México, Cuba, Venezuela, China, a los migrantes latinoamericanos y caribeños, a los musulmanes e inclusive a los gobiernos europeos, que no son nuevas, pero ahora emergen pública y oficialmente desde Washington por las declaraciones de su primer mandatario y reciben la respuesta de rechazo de millones de norteamericanos y de hombres y mujeres en el mundo a través de manifestaciones de repudio a las posiciones adoptadas por el nuevo presidente.
La xenofobia y el proteccionismo manifestado por el nuevo titular de la Casa Blanca son la fiel expresión de nacionalismo de una potencia imperialista que enfrenta graves problemas y está orientado a agredir a quienes considera son enemigos de “su destino manifiesto”, el que no debe ser confundido con el nacionalismo defensivo de las colonias y semicolonias que luchan por la liberación nacional y la independencia económica y política, el fortalecimiento de su Estado Nacional y generar las condiciones de mejorar las condiciones de vida del pueblo sometido por siglos a la dominación colonial e imperialista.
Proyección histórica de la integración
Así como fue certera la política boliviana en la última década -- a partir del momento constitutivo de la rebelión popular de octubre de 2003 -- respecto a la nacionalización de los hidrocarburos, la recuperación de empresas estatales, la industrialización, la derrota a los intentos separatistas de las oligarquías del oriente, la realización de la Asamblea Constituyente, la redistribución de la riqueza nacional, la construcción de carreteras e infraestructura fundamental, la superación aún parcial de la exclusión, la pobreza, la discriminación y el colonialismo interno, también lo fue la política antiimperialista vinculada a los gobiernos de otros países de la región.
Junto a Hugo Chávez de Venezuela, Lula Da Silva de Brasil, Néstor Kirchner de Argentina, Rafael Correa de Ecuador, Fidel Castro de Cuba, Daniel Ortega de Nicaragua, José Mujica de Uruguay, Evo Morales de Bolivia y otros Jefes de Estado bloquearon y anularon el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) frente a George Bush en la Cumbre de Mar del Plata de 2005 y propiciaron la integración, complementación y unidad, aun pendiente en muchos casos por el retroceso neoliberal en Brasil con Temer y Argentina con Macri, principalmente.
En el presente, en una coyuntura abierta y marcada por las acciones perturbadas de Donald Trump y el reacomodo geopolítico estratégico mundial, corresponde generar desde el país, y en conjunción con otros gobiernos y los pueblos de la región, una postura nacionalista, defensiva y antiimperialista sobre la base del fortalecimiento de UNASUR, ALBA y CELAC, esta última en su reunión del pasado 25 de enero ratifico su voluntad integracionista al rechazar la construcción de un muro México-EEUU y las políticas de discriminación migratoria impuesta por el gobierno de Washington.
Solidarizándose con México y el pueblo mexicano, directamente agredido como primera víctima de las medidas de Trump, América Latina y el Caribe deberán desarrollar acciones inmediatas para defenderse e impulsar los principios de la Revolución Mexicana y el nacionalismo llevado adelante por el general Lázaro Cárdenas cuando nacionalizó el petróleo y los ferrocarriles de manos de empresas estadounidenses. Más que nunca el desafío es construir la unidad de la Patria Grande para enfrentar los peligros que se avecinan y ser protagonista del reordenamiento internacional.
Eduardo Paz Rada
Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
http://www.alainet.org/es/articulo/183141
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