Tras ocho años de gobierno, Barack Obama se despide de la Casa Blanca con el último discurso presidencial ante la nación.
Una
alocución ofrecida desde el centro de convenciones Mc Cormick Place de
la ciudad de Chicago, donde Obama había celebrado su reelección el año
2012.Una exposición sustentada en el carisma y el verbo fácil de Obama, que se centró, sobre todo, en lo denominó “los valores estadounidenses, que deben ser afrontados, exhibir sus logros y construir sobre ellos” Pero… ¿cómo construir sobre un par de administraciones de Barack Obama plagadas de sombras? ¿Cómo llamar a defender una obra edificada sobre una superficie de arena? Las palabras de Obama fueron un muestra de una alocución plagada de frases comunes y expresiones de lo que podría haber sido y nunca fue. Un Obama emocionado, locuaz, con continuas remembranzas a los padres fundadores, a los ideales y valores sustentados por la nación estadounidense, pero que no pudieron esconder un discurso con sabor a derrota, cuando en menos de diez días, deba entregar el sillón presidencial al mandatario electo del partido rival. Un Donald Trump, que ha amenazado con revisar y hasta cambiar gran parte de las medidas y reformas de Obama entre ellas la denominada Obamacare
Precisamente, el martes 10 de enero Donald Trump – horas previas al discurso de Obama - instó a los republicanos, a derogar de inmediato el Obamacare – reforma sanitaria– calificándola como un hecho catastrófico. En el plano de inmigración Obama no tiene nada bueno que ofrecer como medidas que favorecieran a los millones de inmigrantes en suelo estadounidense pues su gobierno fue la administración que más personas deportó en los últimos 30 años, con 2.9 millones de seres humanos.
Lo Interno
Para Obama los logros de sus administraciones estuvieron en el área de la economía, por ejemplo, donde señaló que un país que venía contrayéndose, perdiendo puestos de trabajo y mercados frente a otras economías, en la actualidad crece, crea trabajo y compite en forma adecuada. En el área sanitaria consigna como un éxito que 16 millones de ciudadanos tengan un seguro médico gracias a la reforma en salud impulsada por su gobierno. Entre los desafíos internos planteados destacó el hecho de reconocer que “cuando nuestras tasas de participación en elecciones está entre las más bajas de los países democráticos, debemos hacer que votar sea más fácil, no más difícil".
El papel permite mucho, al igual que la complacencia frente al que se va tras 8 años de administración. Y en un marco de miles de adherentes, entusiastas y sin crítica, las palabras de Obama, llenas de fervor patriótico, no se compadece con la realidad de un país que recibe como herencia una sociedad militarizada. Con aumento de las tensiones raciales que tuvo hitos como la ola de protestas en Ferguson, Baltimore, Nueva York y Charlotte, que sacó a la luz las diferencias raciales que afectan a la población negra en número de asesinatos a manos de policía y población total encarcelada con un 37% cuando son el 13% del total de 300 millones de estadounidenses y con ingresos familiares inferiores en un 40% a la media de las familias blancas.
En el plano de la educación el discurso del saliente mandatario no permitió visualizar el tremendo fracaso de sus administraciones. Los “millennials”, generación de estadounidenses nacidas después del año 1980, consideradas las primeras que vivirán peor que sus padres, dotados de trabajos precarios, que impiden su independencia y sin posibilidades de acceder a la educación superior. Una educación devenida en un nicho de negocios imposible de costear para gran parte de la población y aquellos que ingresan suelen egresar con deudas abultadas que en el año 2016 significó un promedio de 35 mil dólares por alumno.
Bajo la primera administración de Obama, los ingresos del 1% más rico creció 31%, mientras el resto de la población se mantuvo estable, cifras sin mayores variaciones en su segunda administración y que se explican por las enormes transferencias de dinero hacia una minoría de multimillonarios, empresarios y banqueros, que impulsó el surgimiento del denominado movimiento Occupy Wall Street, que sacó a la luz esa brecha en la desigualdad en los ingresos y el salvataje del gobierno. Obama da en el blanco en su discurso al señalar que esa situación corroe las bases de la democracia, el problema es que esa realidad no se cambió.
Lo Externo
Las referencias de Obama al papel de Estados Unidos en el mundo tuvo escasa relevancia, Algunas líneas a la lucha contra organizaciones takfirí, la necesidad de no salirse del combate global contra el terrorismo. Demostrando con la ausencia de referencias que la herencia en política exterior ha sido desastrosa: crisis con Beijing producto del contencioso en el Mar Meridional de la China. Crisis en el Magreb con Libia convertida en coto de caza y en camino a ser considerado un Estado fallido. Guerras de agresión contra el pueblo sirio con el objetivo inmediato de derrocar a Bashar al Assad y objetivos ulteriores de cercar a la República islámica de Irán e impedir el avance ruso hacia occidente. Guerra en Irak, tensiones con Paquistán. Fracaso en Afganistán donde los talibán siguen tan firmes y activos como hace tres lustros. Sin cumplir, además, el cierre de Guantánamo
Continúa el apoyo sostenido al régimen sionista y su política de agresión y ocupación de los territorios palestinos. Soporte que se traduce, en el millonario acuerdo militar consistente en la entrega de 38 mil millones de dólares por los próximos diez años – a partir del año 2019 –De esta forma, Israel seguirá cumpliendo el papel de gendarme de los intereses occidentales en Oriente Medio. La abstención de Washington en la Resolución N° 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU, del 23 de diciembre del 2016 que exige a Israel que cese la construcción de asentamientos en el West Bank es, mera tinta cuando se sigue avalando una política colonialista, racista y criminal de la entidad sionista contra el pueblo palestino.
Y si de apoyos se trata, ese sostén político y militar se mantiene también con la Casa al Saud, y su agresión militar contra Yemen y el apoyo a la represión del régimen de los al Jalifa en Bahréin. Misma política de apoyo a todo tipo de oposición a gobiernos considerados rivales como el de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y alentar el giro a la derecha que ha exhibido parte de Latinoamérica Obama consignó como éxitos la muerte de Osama Bin Laden el año 2011, el retorno de gran parte de sus tropas estadounidenses de Irak y Afganistán sin reconocer el estado catastrófico en que han quedado ambas naciones, convertidos en campos de batallas e intereses con la idea de fragmentarlos y atizar las divisiones étnicas, de tal forma de no perder una amenazada hegemonía y seguir esquilmando sus riquezas naturales.
Obama destacó, igualmente lo que considera la inauguración de un nuevo capítulo en las relaciones con la República de Cuba – que en modo alguno ha significado poner fin al embargo y bloqueo que se mantiene contra la Isla - Como tampoco se puede aceptar como un logro el que Obama hable de “cerrar el programa nuclear de Irán sin disparar un tiro” que significó en julio del año 2015 firmar el denominado Plan Integral de Acción Conjunta – JCPOA por sus siglas en inglés – entre el G5+1 y la República Islámica de Irán. Más que alentar el cumplimiento de dicho acuerdo, el gobierno de Obama se ha dedicado a torpedear ese acuerdo, establecer más acciones punitivas y no cumplir sus obligaciones internacionales.
“Estemos alerta, pero no tengamos miedo" sostuvo Obama sobre EIIL – Daesh en árabe - que intentará matar a más inocentes" Sin hacer referencia al papel de organizador de las bandas takfirí que Estados unidos ha cumplido desde la lucha contra la ex URSS en Afganistán en la década de los 80 del siglo XX. Igualmente el mandatario saliente sostuvo que “rivales como China o Rusia no pueden igualar nuestra influencia en el mundo, a menos que renunciemos a nuestros valores y nos convirtamos en otro país gigante que se dedica a acosar a nuestros vecinos más pequeños" surrealismo discursivo cuando precisamente Washington se caracteriza por agredir a países pequeños en todos los continentes.
Al mismo tiempo que Obama nos deleitaba con estas ideas extraídas del manual goebbeliano “Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá.” se arroga el “haber unido al mundo en torno a un acuerdo climático que podría salvar al planeta para las generaciones futuras” sin mencionar, en modo alguno, que la nación norteamericana es el país líder, junto a China en emisiones de CO2, contaminación de aguas y especies vegetales y animales amenazadas.
Las palabras de Barack Obama reflejaron todo lo que no se hizo, lo que se pensaba era necesario trabajar pero sólo significó labores de maquillaje. Esperanzas de cambio y una realidad que conduce a la fractura social. Una sociedad que vive en burbujas, sectorizada según nivel de ingresos, pauperizada. Con un mundo que enfrentará retos enormes ante lo que Obama denomina olas de refugiados climáticos – que muestran el fracaso de las posturas estadounidense de defensa del medio ambiente al defender un modo de vida depredador.
Los 14 mil asistentes al Mc Cormick Place escucharon a un Obama emocionado destacar el papel de su esposa e hijas, el papel cumplido por su vicepresidente Joe Biden a quien consideró un hermano y a su grupo de colaboradores más cercanos- Al margen de esos dardos al corazón, el idealismo como filosofía se hizo presente en su plenitud en la alocución Obama, porque del otro lado de la pantalla de televisión, más allá del centro de convenciones, aquellos jóvenes, negros, blancos, latinos, estudiantes, ecologistas, trabajadores que votaron por Obama y que pueden hoy recordar lo que fueron sus promesas ocho años atrás, no aplauden con el mismo entusiasmo que esa masa de incondicionales que arropó el discurso del mandatario saliente.
Las palabras de Obama, pero más que todo la realidad de sus administraciones demostró, que más allá del color de la piel, que si es hombre o mujer, abogado o multimillonario, más allá que si su partido es representado por un elefante o un burro, el mandatario estadounidense es, ante todo, el representante del complejo militar industrial, de los poderosos de la nación norteamericana, de la clase más rica de una sociedad profundamente dividida, de esa sociedad donde el 10% de la población se lleva el 75% de toda la riqueza familiar del país. El resto, son buenos deseos.
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