El
30 de diciembre, The Washington Post provocó una ola de pánico al
publicar un titular que decía que "Los piratas informáticos rusos
penetraron en la red eléctrica estadounidense a través de una empresa de
servicios públicos en Vermont, según fuentes gubernamentales".
"Un
código asociado a la operación de pirateo informático bautizada como
Grizzly Steppe por la Administración [del presidente Barack] Obama fue
detectado en el sistema de un proveedor de electricidad de
Vermont —Burlington Electric—", afirmó la publicación en su página web,
aunque no dio más detalles sobre el incidente.El periódico subrayó que, a pesar de que este código "no ha sido usado activamente para modificar el funcionamiento del proveedor (…), la penetración en la red eléctrica nacional es importante porque representa una vulnerabilidad potencial grave".
"Sin
embargo, resultó que este relato era falso e ilustra lo eficaces que son
las noticias falsas y engañosas de las páginas de los periódicos de
primer nivel que no verifican adecuadamente los hechos", comenta Leetaru.
El artículo original fue publicado en la web de The Washington Post a las 19:55 (hora local).
En
una hora y media, de los piratas informáticos rusos presentes en la red
eléctrica estadounidense y preparados para hundir a la nación en la
oscuridad, la historia se quedó en un solo ordenador portátil infectado
con el código malicioso, que además no estaba conectado a la red
eléctrica.Sin embargo, solo a las 22:30 horas, cuando la empresa de servicios públicos desmintió la información publicada por The Washington Post en un comunicado, el diario actualizó finalmente su artículo y cambió el titular y el cuerpo de la noticia.
El
autor, no obstante, señala que a la mañana siguiente, casi 11 horas
después de cambiar el titular y reescribir el artículo para indicar que
la red en sí nunca fue atacada y que solo un portátil aislado fue
'hackeado', el medio estadounidense todavía no había añadido ningún tipo
de nota o aclaración editorial para indicar que había cambiado
significativamente el enfoque del artículo.
Solo después de que
varios medios llamaran a realizar cambios, el periódico finalmente
agregó una nota editorial en la parte inferior del texto, más de medio
día más tarde de su primera publicación, en la que afirmaba que: "La
versión anterior de este artículo informó erróneamente de que los
piratas informáticos rusos habían penetrado en la red eléctrica
estadounidense. Las autoridades aseguran que no hay indicios de esto. El
ordenador de Burlington Electric 'hackeado' no estaba conectado a la
red".
"Sin embargo, incluso esta corrección
no recoge fielmente los hechos. (…) El código malicioso en cuestión está
realmente disponible para su compra en línea, lo que significa que
cualquiera podría haberlo utilizado y su mera presencia no es una prueba
de la participación del Gobierno ruso [en el ciberataque]", enfatiza el
periodista.
Además, Leetaru señala que un código malicioso puede
provenir de muchas fuentes, incluyendo la visita a sitios web maliciosos
y, por lo tanto, su presencia podría deberse a que, simplemente, un
empleado visitó una página web infectada con su equipo de trabajo.Lea también: Directora de RT y Sputnik acusa a medios de EEUU de publicar mentiras
Mientras tanto, la historia de The Washington Post se hizo viral y fue ampliamente compartida.
©
Sputnik.
Laboratorio de noticias falsas
Según
el periodista, lo extraño es que el medio no respondiera a las
preguntas que él mismo planteó sobre el proceso de verificación de los
supuestos hechos que se explicaban en el artículo. El diario tampoco
pudo aclarar por qué se tardó casi medio día en reescribir el artículo y
agregar finalmente una nota editorial que reconocía que las
conclusiones de la noticia original eran falsas y que había sido
reescrita en algunos de sus puntos más básicos.
Más: La 'posverdad' que lleva a la guerra no es nueva en Washington
"Los
principales diarios como The Washington Post se están posicionando como
una respuesta a las 'noticias falsas', pero, en realidad, no se genera
confianza en los medios de comunicación cuando un periódico ni siquiera
es capaz de proporcionar la más superficial información sobre cómo
verifica los hechos que publica".
El autor observa que una vez que
una historia entra en la rueda del periodismo, se propaga sin más
restricción, puesto que cada medio supone que el anterior hizo el
trabajo necesario de verificación y confirmación de los hechos de los
que informa.Otro problema, según Leetaru, es que los medios dependen excesivamente de las fuentes gubernamentales. Glenn Greenwald, abogado y periodista estadounidense, sugirió que los periodistas fueran más cautelosos a la hora de tratar las palabras de los Gobiernos como una verdad absoluta. De hecho, una parte de las noticias falsas y engañosas del mundo proviene precisamente de los portavoces del Gobierno, opina el columnista.
Sin embargo, en el caso de The Washington Post, todo parece indicar que una fuente gubernamental informó sobre la sensacional historia de que los rusos estaban atacando la red eléctrica estadounidense y en lugar de recurrir a otras fuentes o reunir más detalles, el diario simplemente se limitó a publicar la historia.
"En un mundo infestado de
'noticias falsas' y engañosas, los grandes medios tienen la
responsabilidad profesional de informar sobre los hechos solo después de
conocer todos los detalles y de que los periodistas hayan tenido la
oportunidad de hablar con todas las partes involucradas", sugiere el
autor.
Sin embargo, Leetaru reconoce que, desde el punto de vista
financiero, en un mundo donde es crucial ser el primero y recibir el
primer clic —que se traduce en más dólares—, esta idea es poco factible,
aunque parece ser la única manera de acabar con la plaga de las
'noticias falsas'.
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