"Más
de tres meses después de los anuncios del presidente Obama, el 15 de
marzo, de que se eliminaría la prohibición a Cuba para utilizar el dólar
en sus transacciones internacionales, lo cierto es que no se ha logrado
todavía efectuar pagos ni depósitos en efectivo en esa moneda", afirmó
recientemente el propio mandatario cubano, Raúl Castro.
Precisamente,
las limitaciones bancarias y financieras que aún impone EEUU contra
Cuba, fueron el centro de la reunión de temas regulatorios entre
funcionarios y especialistas de ambos gobiernos, en este mes de julio.
La
eliminación de esas restricciones beneficiaría no solo a los cubanos,
sino a los empresarios estadounidenses que ven en la isla un mercado
natural y casi virgen, pero que sigue siendo un espejismo por no contar
con las vías legales de acceso. No obstante, aunque con esas trabas, se
va consiguiendo avanzar lentamente en los negocios entre ambos países.En La Habana, el Hotel Quinta Avenida ha comenzado a ser operado por la cadena Sheraton, convirtiéndose en la primera compañía estadounidense en hacer algo así desde 1959. Este hotel, propiedad de la empresa cubana Gaviota, es uno de los que la empresa Starwood Hotels & Resorts Worldwide gestionará tras un acuerdo con el Gobierno cubano en marzo pasado.
Poco antes,
arribó al puerto habanero el crucero Adonia
,
de la compañía Fathom, filial de la empresa Carnival, convirtiéndose
así en el buque insignia de una nueva etapa política, tras más de medio
siglo sin navegación entre Estados Unidos y Cuba. Otras compañías de
cruceros estadounidenses, como la Royal Caribbean, han solicitado operar
en la temporada 2016-2017, con 72 escalas entre La Habana y Miami,Por
otro lado, ya es posible utilizar en la isla tarjetas de crédito y de
débito de bancos estadounidenses como Stonegate, tanto en cajeros
automáticos como en algunas tiendas y restaurantes cubanos. Estas
sencillas operaciones, vedadas durante décadas, eran ciertamente
impensables tiempo atrás.
De alguna manera, ya empiezan a contarse
los dólares que va dejando un proceso que promete mayores dividendos
económicos a ambos lados si logra saltarse los escollos políticos. Por
ahora, el mayor obstáculo lo constituye el bloqueo, que, a pesar de
todo, sigue haciendo de las suyas, poniendo zancadillas a muchas de las
iniciativas comerciales.Si bien por una parte la administración Obama ha manifestado su intención de avanzar en algunos sentidos, como en la flexibilización de los viajes de norteamericanos, suele encontrarse con la reticencia de los sectores más inmovilistas. Sin ir más lejos, hace pocos días, un grupo de legisladores en Washington logró introducir mociones en contra de los viajes a la isla en el presupuesto de la nación del próximo año en la Cámara de Representantes del Congreso, lo que sin dudas dificulta el camino.
No obstante, con vistas al futuro de las relaciones, la mayoría de los analistas no consideran improbable un eventual levantamiento del bloqueo, lo que permitiría no solo el intercambio económico bilateral, sino que favorecería la posición de Cuba en este sentido ante el mundo.
No
son pocos los que desde dentro y fuera de la isla temen (o esperan) que
esa interrelación derive en dependencia económica con efectos
políticos. Desde el propio Gobierno norteamericano han dado a entender
en reiteradas ocasiones que esa sería su meta final y para algunos en
Cuba, es preferible el inmovilismo a una evolución con riesgos.
Pero
lo cierto es que las décadas de bloqueo (entre otras cosas) han
conseguido también que Cuba afiance sus alianzas internacionales en el
terreno comercial, con países como Rusia, Venezuela, China o España.
Tampoco los cubanos están dispuestos a volver a los tiempos de la
neocolonia.El analista Jesús Arboleya lo enfoca desde otro punto de vista. "Los márgenes de competitividad que se derivan de estas relaciones respecto a terceros, ofrecen mayor libertad a Cuba para escoger sus socios y establecer condiciones que resulten más beneficiosas para el país, diversificando las posibilidades de su mercado internacional", afirma.
Como se ha repetido hasta el cansancio, el momento es histórico. Más allá incluso del Gobierno norteamericano y hasta del bloqueo, el futuro de los cubanos depende de lo que sepamos hacer con esa normalización y cómo logremos que sus beneficios lleguen a todos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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