Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
“Si por sus actos los juzgaréis, entonces la reciente visita del mandarín Xi
Jinping a Estados Unidos, en lugar de mejorar las relaciones con el
saliente presidente Barack Obama, las empeoró”. En la imagen, reunión de
ambos mandatarios en la Casa Blanca, el pasado 25 de septiembre Foto Ap
Si por sus actos los juzgaréis, entonces la reciente visita del mandarín Xi Jinping a Estados Unidos, en lugar de mejorar las relaciones con el saliente presidente Barack Obama, las empeoró.
Tal deterioro se condensa en el Mar del Sur de China, adonde Estados
Unidos envió un barco de guerra en aguas territoriales de las disputadas
islas naturales y artificiales que Pekín considera suyas y Washington
no reconoce.
China reclama la soberanía del archipiélago Spratly, en el Mar del
Sur de China, y ha construido islas artificiales donde Estados Unidos
desplegó muy cerca el barco de guerra USS Lassen como advertencia y para medir el alcance de la reacción china.
La alta tensión en el Mar del Sur de China condensa las agendas
encontradas entre Pekín y Washington, que se asestan mutuos golpes de
toma y daca cuando cesan de cooperar en forma creativa.
En medio de sus convergencias relativamente estables en varios
rubros, afloran profundas divergencias entre Estados Unidos y China en
otros segmentos –como la arcana Asociación Transpacífica (ATP) de 12
países, obscenamente diseñada contra China, que encabeza Washington y de
la que forma parte el “México neoliberal itamita”–, cuando las otras potencias medianas, como Gran Bretaña (GB) y Alemania, dependiendo de los tópicos y sus intereses, se ajustan.
La coyuntura internacional sufre reacomodos multidimensionales en
varios puntos sensibles del planeta fracturado: desde el teatro de
batalla sirio –donde opera la singular cooperación entre Estados Unidos y
Rusia (con Pekín sentada en el asiento trasero) contra el yihadismo
trasnacional– hasta la flamante santa alianza financierista de la libra
esterlina británica y el renminbi chino.
GB abandonó a Estados Unidos por China (http://goo.gl/fs73cS) –el renminbi bien vale una misa anglicana (http://goo.gl/L7q5tc)–
en el justo momento en el que el Pentágono envió su barco de guerra en
forma provocativa al Mar del Sur de China, que califica de
rutina, con el pretexto de calibrar la
libre navegaciónen aguas internacionales, casi en forma simultánea a la enésima visita a Pekín de la atribulada canciller alemana Angela Merkel (http://goo.gl/ine6zf), sin contar el sincrónico encuentro de reconciliación entre el vicecanciller alemán Sigmar Gabriel y el zar Vlady Putin (http://goo.gl/y9M6iZ).
La BBC reporta que los funcionarios chinos condenaron el paso del
barco de guerra de Estados Unidos, con misiles guiados, cerca de las
islas en disputa –a 12 millas náuticas de la zona reclamada por China–,
como
ilegalesy una amenaza a la soberanía de sus islas artificiales recientemente construidas (http://goo.gl/lrdHul).
Para Stratfor, centro texano-israelí que se ostenta como la
CIA tras bambalinas, se trata de una
política de las grandes potenciasy pronostica que China seguirá su política de
envolver al Mar del Sur de Chinaporque el
control de sus aguas es clave para su seguridad de estrategia nacional, cuando
Estados Unidos estará limitado en su respuesta (sic) debido a su preocupación por una escalada y a las capacidades nucleares de China, que buscará
cabildear con Estados Unidos para excluir a Japón de la disputamarítima.
Stratfor juzga que
Tokio permanecerá involucrado(https://goo.gl/LZSp3M), pese a las reticencias chinas.
El enfoque de Stratfor es deliberadamente unidimensional y amarra
navajas entre Pekín y Tokio, cuando el contencioso es de carácter
mutidimensional y profundiza la política de cerco –el
pivotede Obama– a China.
No todo es tan lineal ni conflictivo, cuando el premier chino Li
Kequiang inició una visita a Corea del Sur, donde participará en la
cumbre trilateral con Japón después de su interrupción hace tres años y
medio (http://goo.gl/QgZWLe).
El seudónimo Observador chino considera que el patrullaje marítimo de Estados Unidos
no desafiará la visión de largo plazo de China, cuando la irrupción del barco de guerra
disparó las rivalidades directas entre China y Estados Unidos en la región.
Arguye que
China construyó una franja de aterrizaje aéreo en una isla bajo control de Chinay este
nuevo territorio agregado, de acuerdo con las leyes internacionales”, constituye una
extensión estratégica.
China ha reiterado que el desarrollo económico de la región del Mar del Sur de China es de carácter civil, pero cuando los
intereses seminales de China son desafiados, las islas pueden tener un papel militar. Es este
potencial lo que irrita a países como Estados Unidos, quien
carece de soluciones para prevenir a China de construir en sus tierras.
Resulta que para
Estados Unidos y Japón el estrecho de Malaca se encuentra en el radio de la aviación china desde los arrecifes, lo cual no infringe las leyes internacionales.
Con el patrullaje del Lassen
Estados Unidos conforta a sus aliados en la región y salva las aparienciasy Observador aduce que el
siguiente movimiento de Estados Unidos será regatear con China el uso de esas tierras, cuando
China presume su poderosa capacidad ingenieril y su determinación estratégicafrente a Estados Unidos, que
no tiene cartas que jugar salvo enviar sus barcos de patrulla(http://goo.gl/DbhFxk).
Un editorial del Global Times comenta que “después de su show (sic) es tiempo de que el barco de guerra de Estados Unidos se retire” (http://goo.gl/he3rL3), cuando ante el
acoso de Estados Unidos, Pekín debe tratar con tacto y prepararse para lo peor: China
no tiene miedo de librar una guerra con Estados Unidos en la región y está determinada a salvaguardar sus intereses nacionales y su dignidad.
Vladimir Kolotov, jefe del Departamento de Historia de Asia Oriental
en la Universidad Estatal de San Petersburgo, juzga que China y Estados
Unidos son rivales geopolíticos y utilizan a medianos y pequeños países
del sureste asiático, cuando
la protección de la libertad de navegación es un pretexto que usa Estados Unidos para incrementar su influencia en la región(http://goo.gl/EOlYdY).
Vladimir Kolotov rememora que
Estados Unidos ayudó en 1974 a China a establecer su control sobre las islas Paracel, que pertenecían a Vietnam, y en 1988, sobre las islas Spratly.
Ninguna novedad cuando Estados Unidos juega a su antojo con las leyes
internacionales, según sus intereses geopolíticos coyunturales.
El año de 1974 –dos años después de la visita histórica de Nixon a
China para paliar la derrota estadunidense en Vietnam– no corresponde
para nada al año 2015, cuando Estados Unidos juega a las contradicciones
regionales y atiza el fuego entre China y Vietnam: ¡su nuevo aliado 41
años más tarde!
Vladimir Kolotov vaticina que debido al
comercio e intereses mutuosde Estados Unidos y China, la confrontación retórica en el Mar del Sur de China
no desembocará en un conflicto grave(sic) y
no se derramará sangre china ni estadunidense, con la salvedad de que otros países regionales sean arrastrados a una inconveniente confrontación geopolítica.
En forma inopinada y, por fortuna, el almirante Harry B. Harris Jr.,
del Comando del Pacífico de Estados Unidos, quien dio la riesgosa orden
de intrusión del Lassen, visitará Pekín con el fin de
establecer mecanismos bilaterales de aviso para evitar conflictos marítimos no intencionales(http://goo.gl/Bq9Fw8).
Cede la alta tensión y se pospone la colisión entre los dos gigantes: uno en ascenso (China) y otro en declive (Estados Unidos).
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