Por RNMA
La Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA) repudia el editorial
con el que los dueños del Diario La Nación intentan presionar al
presidente electo, tan solo un día después de la votación, con la
intención de cancelar los juicios a los genocidas y conseguir una
amnistía para quienes están presos.
Con lenguaje que recuerda a otros tristes
momentos de la historia, el texto que el diario La Nación publicó el
pasado 22 de noviembre dio su preocupante (y nada sorprendente) visión
de los tiempos políticos que vendrán. Con la teoría de los dos demonios a
la cabeza, el nefasto editorial habla de una izquierda “verbosa, de verdadera configuración fascista”,
criminalizando a toda una generación que fue asesinada y desaparecida
por la dictadura civico-militar de 1976, llegando a justificar el
Terrorismo de Estado.
El editorial se encarga también de victimizar a los militares juzgados y condenados por no ser tratados con el respeto que un anciano se merece, pasando por alto no solo las atrocidades organizadas por ellos sino que además fueron ubicados en la Cárcel de Ezeiza.
El editorial se encarga también de victimizar a los genocidas por -según afirman- no poder acceder a derechos como el de la prisión domiciliaria por edad. Cabe aclarar que ese derecho no es obligatorio sino que las autoridades judiciales pueden concederlo o no. Los dueños de La Nación lo saben, pero en su teoría de la práctica de la venganza, (ya que no se los secuestra, no se los tortura, no se les roban los niños, ni se los tira con vida desde un avión), necesitan algún elemento que refuerce socialmente la idea de la venganza. Ese dato, es falso, ya que no existe tal discriminación. Los juicios han sido ejemplares y ajustados a derecho. A tal punto que gozan de algunos de derechos como la domiciliaria, como si fueran presos comunes y no, como bien dijo Jorge Julio López en su testimonio, refiriéndose al múltiple sentenciado Miguel Etchecolatz, verdaderos asesinos seriales.
Intentan transformar el “Nunca Más” y el “Juicio y castigo”, en una agitación de violencia, en un mero hecho propagandístico de un gobierno, cuando estas son reivindicaciones que se llevaron adelante por la fuerza de Madres, Abuelas, Hijos y otros organismos y luchadores sociales que, durante 30 años de denuncia y concientización lograron poner en boca de toda la sociedad que el aparato represivo del Estado fue el gestor de un genocidio.
El ya histórico por grotesco editorial, desconoce la desaparición de Julio López, los crímenes por lo menos dudosos de testigos como Silvia Suppo, donde aún los Milani siguen teniendo poder; mientras le escapan a la acción de la justicia. No podemos permitir que borren con la mano nuestra historia para así destruir con el codo nuestro presente y no toleramos esta impunidad que deberemos enfrentar luchando en las calle, o en cada lugar de trabajo.
El primer ejemplo de ello hicieron ayer, con enorme valor y ética, los trabajadores del diario La Nación, quienes rechazaron el texto de sus patrones, obligándolos a publicar ese repudio.
Ni olvido ni perdón, juicio, castigo y cárcel común para todos los genocidas.
30000 detenidos desaparecidos presentes, ahora y siempre.
Y como dice Nora Cortiñas: Venceremos.
El editorial se encarga también de victimizar a los militares juzgados y condenados por no ser tratados con el respeto que un anciano se merece, pasando por alto no solo las atrocidades organizadas por ellos sino que además fueron ubicados en la Cárcel de Ezeiza.
El editorial se encarga también de victimizar a los genocidas por -según afirman- no poder acceder a derechos como el de la prisión domiciliaria por edad. Cabe aclarar que ese derecho no es obligatorio sino que las autoridades judiciales pueden concederlo o no. Los dueños de La Nación lo saben, pero en su teoría de la práctica de la venganza, (ya que no se los secuestra, no se los tortura, no se les roban los niños, ni se los tira con vida desde un avión), necesitan algún elemento que refuerce socialmente la idea de la venganza. Ese dato, es falso, ya que no existe tal discriminación. Los juicios han sido ejemplares y ajustados a derecho. A tal punto que gozan de algunos de derechos como la domiciliaria, como si fueran presos comunes y no, como bien dijo Jorge Julio López en su testimonio, refiriéndose al múltiple sentenciado Miguel Etchecolatz, verdaderos asesinos seriales.
Intentan transformar el “Nunca Más” y el “Juicio y castigo”, en una agitación de violencia, en un mero hecho propagandístico de un gobierno, cuando estas son reivindicaciones que se llevaron adelante por la fuerza de Madres, Abuelas, Hijos y otros organismos y luchadores sociales que, durante 30 años de denuncia y concientización lograron poner en boca de toda la sociedad que el aparato represivo del Estado fue el gestor de un genocidio.
El ya histórico por grotesco editorial, desconoce la desaparición de Julio López, los crímenes por lo menos dudosos de testigos como Silvia Suppo, donde aún los Milani siguen teniendo poder; mientras le escapan a la acción de la justicia. No podemos permitir que borren con la mano nuestra historia para así destruir con el codo nuestro presente y no toleramos esta impunidad que deberemos enfrentar luchando en las calle, o en cada lugar de trabajo.
El primer ejemplo de ello hicieron ayer, con enorme valor y ética, los trabajadores del diario La Nación, quienes rechazaron el texto de sus patrones, obligándolos a publicar ese repudio.
Ni olvido ni perdón, juicio, castigo y cárcel común para todos los genocidas.
30000 detenidos desaparecidos presentes, ahora y siempre.
Y como dice Nora Cortiñas: Venceremos.
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