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sábado, 22 de octubre de 2016

Luis Suárez Salazar: “El futuro es un campo de batalla”


Andrés Figueroa Cornejo 

Una de las tareas cardinales de un periodista de los intereses de los pueblos de cualquier parte del mundo, es difundir los diversos pensamientos críticos existentes, aunque no los comparta o sólo lo haga parcialmente. Ello es parte del combate urgente por resituar al periodismo independiente desde la ética de la libertad, el disenso y la unidad en la diversidad.
La Brigada Jurídica Estudiantil de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y Encuentro Cono Sur por la Solidaridad de Todos los Pueblos Latinoamericanos invitó a una exposición sobre la situación en el Continente al Doctor en Ciencias Sociales y Ciencias cubano, Luis Suárez Salazar (1). Lo que viene más abajo es la ponencia del Doctor Suárez en formato de entrevista, con el fin de hacer más amigable sus ideas.
“Quiero discutir el llamado ‘fin del ciclo progresista en América Latina’ que se ha instalado en el debate político y académico. Para muchos de nosotros, esta expresión es sólo una impostura parecida a la que se generó en el siglo pasado sobre el ‘fin de la historia, de las utopías, de los grandes discursos’, y que está asociada a lo que se denomina ‘el pensamiento posmoderno’”, abrió su intervención el Doctor Suárez.
-¿Qué buscaría el relato del ‘fin del ciclo progresista en América Latina’?
“Su propósito es desmovilizar las resistencias, las luchas. Porque si se acabó la historia, ¿para qué seguir luchando? Mejor, entonces, quedarnos en el ‘posibilismo’, sin ningún horizonte utópico y programático”.
Los ciclos largos de la historia
-¿Cuáles son los fundamentos de su crítica al ‘fin del ciclo progresista’?
“Desde mi perspectiva, argumento desde lo que yo llamo ‘los ciclos largos de la historia’. No se pueden confundir los tiempos de la coyuntura con ciclos de larga duración. En esta concepción, le pedí prestado a investigaciones de los economistas, como los llamados ciclos del capitalismo de Kondratiev, que tienen de tonalidad recesiva y de tonalidad expansiva.”
-¿Cómo se desenvolverían esos ‘ciclos largos de la historia’?
“A través, por ejemplo, de los más de 200 años desde el comienzo de la independencia en América Latina y el Caribe frente al colonialismo español. Esto es, a lo largo de la historia latinoamericana se han repetido ciclos de tonalidades revolucionarias, reformadoras y reformistas, por un lado, y ciclos de tonalidades contrarrevolucionarias, contra-reformadoras y contra-reformistas, por otro. También pueden identificarse dentro de esos ciclos largos, de cualquiera que sean sus tonalidades, diferentes etapas.”
-¿Dónde comienza ‘el corte’ histórico de esos ciclos largos en Latinoamérica?
“Yo he analizado todo el siglo XIX, XX y lo que va del XXI. Mi hipótesis se inicia con la victoria de la revolución de Haití en 1804, que fue la primera revolución nacional y social que se dio en el Continente. Y que además fue la primera vez en la historia de una insurrección triunfante de esclavos originarios de África (obviamente, aliados con sectores mulatos y mestizos). Algún historiador los llamó “los jacobinos negros”. Y yo digo que si los jacobinos blancos de Francia fueron radicales, se debió a la existencia de los jacobinos negros, y no al revés. Este ciclo largo, podríamos decir que duró hasta 1830.”
-¿Por qué?
“Porque se trató de ese ciclo caracterizado por el ideal bolivariano de la unidad latinoamericana, de la federación latinoamericana, que empieza a ser derrotada por fuerzas conservadoras y que terminó produciendo la balcanización del sueño bolivariano. Y entonces, siguió un ciclo que va de 1830 a 1850 que es muy conservador en el Continente. Dentro de la independencia y de la pos-independencia, las fuerzas conservadoras, combinadas en algunos casos con el imperialismo británico (el hegemónico en aquel tiempo), comienzan a provocar una regresión y hasta un abandono de muchas de las conquistas de las luchas por la independencia, sin llegar a negar la independencia política, pero empezando a fraguar lo que muchos años después se denominaría un modelo neo-colonial de dominación. Y como respuesta a ese ciclo, aparece un nuevo ciclo identificado como de revoluciones o de reformas liberales que, para simplificar, se extiende por alrededor de 30 años.”
La emergencia de Estados Unidos como una potencia imperial
-¿Y cuáles serían sus determinaciones históricas?
“La revolución mexicana y las reformas de Benito Juárez; procesos que se desarrollan en Perú, en Bolivia; las insurrecciones en Colombia, y otros muchos acontecimientos. En fin. Ese ciclo comienza a agotarse cuando comienza a convertirse en su contrario, y que se llamó liberalismo oligárquico. El liberalismo pierde toda su impronta transformadora, y coincide con la emergencia de Estados Unidos como una potencia imperial. En Chile ese primer liberalismo se cierra con el Presidente José Manuel Balmaceda.
De este modo, EEUU frustra la independencia en Cuba; se divide el territorio de Panamá de Colombia; interviene militarmente en Nicaragua; en Perú hace lo suyo; en Paraguay ocurre la guerra que Galeano identificó como de ‘la triple infamia’, y que le costó a Paraguay más de un millón de muertos, enfrentado a Brasil, Argentina, Uruguay, y detrás de ellos al imperialismo británico, mientras EEUU dejó hacer.”
La Revolución Mexicana de 1910
-Según su perspectiva, posteriormente devendría un nuevo ciclo…
“En efecto, e inaugurado en el siglo XX por la Revolución Mexicana de 1910 a 1917, junto a la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia. En Chile ocurrió la insurrección de la Armada, la República Socialista de Marmaduke Grove; en El Salvador, Farabundo Martí intenta hacer una revolución; Augusto César Sandino está luchando en contra de la ocupación norteamericana en Nicaragua; en Cuba se produce la frustrada Revolución de 1933, luego que EEUU había convertido a la Isla en una neo-colonia y casi en un Protectorado a veces. O sea, se ofrece todo un nuevo momento que tiene en sus cúspides a la Revolución Mexicana y todos los procesos que desencadena el Presidente Lázaro Cárdenas entre 1934 y 1940. Ahí se observa un conjunto de políticas favorables a los intereses nacionales y populares, la nacionalización del petróleo, la entrega de tierras, el reconocimiento de los pueblos originarios, una reforma agraria más radical. Se pueden debatir sus distintas etapas, pero se extiende hasta aproximadamente el fin de la Segunda Guerra Mundial.”
-Entonces, ¿qué ocurre?
“Ya EEUU sale como la potencia hegemónica global en alianza con los gobiernos de las clases dominantes, e inicia una brutal ofensiva contrarrevolucionaria, contra-reformista, ahora con los códigos de la Guerra Fría. Pero no se trató sólo de derrotar a los comunistas, sino que a cualquier gobierno y a cualquier fuerza social que ellos entendieran como anti-estadounidense, o lo identificaran como opositores a su sistema de dominación. Hegemonía acorazada con fuerza y todas las alianzas. Empezaron a pasar cosas terribles en todas partes. Aquí en Chile, tal vez el punto está en el gobierno de Gabriel Gonzáles Videla, rompiendo incluso con las alianzas previas que se habían hecho con el Partido Comunista de Chile. En Argentina fue el derrocamiento de Perón; en Brasil fue llevar al suicidio a Getulio Vargas; en Cuba fue el golpe de Estado de Batista. Y este ciclo se cierra con la feroz invasión mercenaria organizada por EEUU en contra del gobierno de Jacobo Árbenz en Guatemala.
Al respecto, yo siempre digo que veamos las políticas norteamericanas en alianza con los representantes políticos, militares, ideológico-culturales de las clases dominantes. La historiografía menciona el final de este ciclo como agraria, democrática; en algunos aspectos, antiimperialista, pero todavía sobre la base del concepto de que era posible crear capitalismos fuertes en América Latina. Ninguno de los gobiernos se planteó hacer el socialismo. Pero la dialéctica de la historia es así. Terminado ese ciclo largo, ya se están engendrando las fuerzas para iniciar el ciclo siguiente.”
La Revolución Cubana
-¿Cuándo arranca el siguiente ciclo?
“Desde mi punto de vista, con la Revolución Cubana. Porque es ella la que inicia el ciclo largo de las revoluciones socialistas en América Latina y el Caribe. No es que no existieran idearios y luchas socialistas previas, pero ninguna había triunfado. La Revolución Cubana es la que coloca en el imaginario, en el programa, en el horizonte, al socialismo como alternativa a lo que entonces se llamaba capitalismo subdesarrollado, dependiente, deformado. ‘Mal desarrollo’ lo nombró el Che Guevara, desarrollo desigual y distorsionado de la Revolución Cubana. En ese marco, se emprende ese proceso. En medio de muchas luchas, muchas derrotas, muchos avances. En ese ciclo se inscribe la experiencia chilena de Salvador Allende; la Revolución Sandinista en Nicaragua; la Revolución en Granada; e incluso se puede mencionar la experiencia más nacionalista y popular de Velasco Alvarado en Perú; el gobierno panameño de Omar Torrijos, y que no eran precisamente gobiernos socialistas.”
-Para usted, ¿ese ciclo es en el que todavía estamos?
“Sí, porque la Revolución Cubana todavía está ahí. Con todos los problemas que tenemos enfrentar en Cuba y que son grandes y complicados. Todavía no ha sido derrotada, a pesar de todo lo que ha hecho EEUU y sus aliados por intentar destruirla.
Más bien, podemos identificar diferentes etapas en este ciclo. Y una de las etapas más recientes, y que se abre a fines del siglo XX, es la Revolución Bolivariana en Venezuela. Anteriormente hubo una serie de etapas contrarrevolucionarias, contra-reformadoras  y contra-reformistas, como la ocurrida luego del golpe de Estado de 1973 en Chile. Y que después devinieron en las salidas de los ordenamientos dictatoriales en Uruguay, en Argentina, en Chile, a las que se les llamó en la literatura, la re-democratización de América Latina. Para mí concepto, eso que distingo como contrarrevolución neoliberal, duró mucho menos que los ideólogos del neoliberalismo pretendían. Coincidió con la implosión de la Unión Soviética y el relato del ‘fin de la historia’, y donde estas reformas liberales parecían la única alternativa.”
El triunfo de Hugo Chávez
-Pero adviene la etapa inaugurada por la Revolución Bolivariana…
“Ciertamente. El triunfo de Hugo Chávez por vía electoral en 1998, la aprobación de la Constitución Bolivariana en 1999, y un conjunto de procesos que comienzan a librarse en el Continente, y que van desde el alzamiento Zapatista en México, hasta los triunfos electorales que empiezan a producirse en Argentina, en Brasil, luego de muchas luchas, en Bolivia, en Ecuador. En Nicaragua, por cualquier juicio que de él se haga, se recobra el liderazgo del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Algo parecido ocurre en El Salvador con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional el 2010 y el 2014. En Brasil, 12 años del PT encabezado por Lula; en Argentina, 12 años encabezados por el kirchnerismo.
En particular en Venezuela, el desarrollo de la Revolución Bolivariana no ha navegado sobre un mar de flores. Ahí están el fracasado intento de golpe de Estado de 2002, el fracasado golpe petrolero de 2003, los intentos de derrocar a Chávez por vías electorales revocatorios. Pero la Revolución Bolivariana se fue realmente consolidando en todos estos años. De allí salieron proyectos de concertación política tan importantes, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, el Tratado de Comercio entre los Pueblos, Petrocaribe. Y en esa confluencia de procesos surge algo que hasta ese momento había sido imposible en América Latina: la fundación de La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Eso corresponde a una reunión de fuerzas y gobiernos de distinto signo, que, en general, se asocia al deterioro de la hegemonía norteamericana y a la aparición de otros actores internacionales que están impulsando lo que se llama ‘un mundo multipolar’.
Venezuela es actualmente un campo de batalla entre la Revolución Bolivariana y las estrategias golpistas de EEUU. Por otra parte, el año que viene hay elecciones en Ecuador. Si se mira el mapa de hoy, los muchos partidos de la derecha y de algunos partidos de cierta izquierda ecuatoriana, están apuntando a una segunda vuelta que los unifique en contra del candidato de Alianza País. Pero si hoy fueran las elecciones, Alianza País saldría con la mayoría en todos los niveles.
En Bolivia, es cierto, se perdió el plebiscito de una eventual reelección de Evo Morales. Sin embargo, también sabemos que en aquella consulta se montó una campaña de desprestigio de proporciones en contra de Morales y de García Linera, que desgraciadamente tuvo impacto incluso en sectores populares. Pero el gobierno de Evo Morales no está derrotado. Aun es presentado por el Fondo Monetario Internacional como uno de los países con mejor desempeño económico en América Latina. Y nadie discute la distribución de ingresos que se ha producido en Bolivia.
Lo cierto es que, cuando observamos el panorama total, sin negar que se ha provocado una ralentización de los procesos mencionados, todavía no podemos decir que ellos están acabados.”
“Comienza a configurarse otra etapa de tonalidad contra-reformista, contrarrevolucionaria, contra-reformadora”
-Si usted señala que no existe un fin de ciclo, ¿qué es lo que sucede?
“Yo percibo que comienza a configurarse otra etapa de tonalidad contra-reformista, contrarrevolucionaria, contra-reformadora. Más allá de lo que ha ocurrido en Argentina con la victoria de Macri, más allá del golpe parlamentario contra Dilma en Brasil (tal como pasó en Honduras y Paraguay). Y al respecto, he evitado la palabra ‘progresista’, porque ella es de una ambigüedad tal que en este Continente se han hecho cosas horrendas en nombre del progreso. Basta recordar la norteamericana y contra-insurgente Alianza Para el Progreso que preparó el camino a los golpes militares de seguridad nacional, partiendo por Brasil y toda la llamada ‘noche oscura’ que se sufrió en los 90 del siglo XX. La transición a gobiernos liberales tutelados por los militares, después de las dictaduras, no cambiaron las estructuras económica, ni sociales, y continuaron monitoreadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, o sea, por los mecanismos de poder global.
Ahora bien, volviendo a los gobiernos revolucionarios, reformadores y reformistas, no existe nada irreversible. La Revolución Cubana también puede ser reversible. Ya la historia nos demostró que hasta la que se llamaba ‘la indestructible Unión Soviética’ fue derrotada por una contra-revolución encabezada por sectores de la burocracia del propio Partido Comunista de la URSS. Fidel Castro ya lo dijo el 2005, ‘la Revolución Cubana no puede ser derrotada por el imperialismo norteamericano, pero la podemos destruir nosotros mismos’. El sentido de lo que afirmó Fidel fue un llamado a pensar en que todos los procesos pueden ser reversibles si sus actores se equivocan, cometen errores, desconocen los procesos internos y se les dan salidas inadecuadas. Lo mismo ocurre con la Revolución Bolivariana.
Yo trabajo mucho desde la ‘prospectiva crítica’. Y desde mi enfoque teórico y metodológico, el futuro no está predeterminado. El futuro es un campo de batalla entre los actores sociales y políticos que pugnan cada uno de ellos por defender su poder e intereses. Y al respecto, no hay que simplificar: son muchos esos actores sociales y políticos.
Ahora me voy a poner en el escenario más negativo, ubicándome en todos los extremos. La Revolución Bolivariana es derrotada el 2017; el gobierno boliviano pierde las elecciones el 2020; etc. En esta hipótesis mantengo a la Revolución Cubana existiendo. Si ocurriera lo anterior, ¿quiere decir que se acabó la historia? En lo absoluto. Mirando históricamente, nunca antes en América Latina y el Caribe habían convivido tantos procesos contra-hegemónicos, alternativos, emancipatorios.
Cualquiera que sea el desenlace de la Revolución Bolivariana, si ustedes comparan lo que es hoy la izquierda social, política, intelectual en Venezuela, respecto de la que existía hasta que emergiera una figura aglutinadora como la de Hugo Chávez, verán un cambio sideral. Lo mismo en Ecuador y en Bolivia.
Los cambios que más tardan son los culturales, son en la subjetividad. Una revolución política se puede hacer, incluso, en unos pocos días, ‘tomando el cielo por asalto’. Pero una revolución política no es igual que una revolución económica y social, ni una revolución cultural, en el sentido civilizatorio, de crear nuevas relaciones sociales emancipatorias de todos los seres humanos, sin discriminaciones de ningún tipo y además, respetuosa de la naturaleza. Eso no se logra de la noche a la mañana.”
“El conjunto de esos polos siguen funcionando bajo la lógica del capitalismo”
-Finalmente, ¿cuál es la naturaleza de la mutipolaridad planetaria a la que se refiere?
“Durante toda la Guerra Fría se hablaba de un mundo ‘bipolar’. Junto a otros autores, yo siempre cuestioné que en la Guerra Fría sólo existieran dos polos. Hubo otro grupo de naciones que se articuló en lo que se llamó Países No Alineados, Los 77+China, etc. Otro polo, allá por 1964, comenzó a denominarse Tercer Mundo.
Cuando se derrumbó el campo socialista europeo e implosionó la Unión Soviética, se empezó a hablar del mundo unipolar, hegemonizado por EEUU. Entonces yo propuse que no había que hablar de un mundo unipolar, que por lo menos era preciso notificar otros polos. Paralelamente y desde los años 80’ del siglo pasado, comenzaba a conformarse una tríada. Ya bajo la administración norteamericana de James Carter, esa potencia intentaba colocar sobre un mismo eje de articulación a Japón, las potencias dominantes de Europa y EEUU. Allí se habló de un mundo ‘tripolar’. Luego emergió una crítica al respecto que señaló que no se trataba de una tríada, sino que de un sexágono, porque no se podía a sacar a Rusia, a China y a India.
En mi concepción del sistema mundial de Estados y en el funcionamiento en ciertas esferas de la economía mundial, lo que ha venido ocurriendo es que desde China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica comienzan a crearse los nominados BRICS, buscando alcanzar concertaciones políticas y acciones en el terreno económico, con el fin de sacar de la dimensión hegemónica  que todavía conservan EEUU, Japón y las potencias dominantes de Europa. Ello se refleja en las potencias que forman el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, que son las que tienen poder de veto.
Ahora bien, el conjunto de esos polos siguen funcionando bajo la lógica del capitalismo y de su reproducción. Esa es la realidad, más allá de que en términos ideológicos, se trate de proyectos diferentes.”

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