Guatemala
Las estrategias de intimidación contra quienes trabajan por avances tan
importantes como el establecimiento de un mejor sistema de justicia y
contra la impunidad, nunca han desaparecido. Todo lo contrario, parecen
intensificarse a medida que comienzan a verse los primeros resultados
del esfuerzo de la población civil por defender sus derechos por medio
de acciones concretas. Por una razón lógica derivada de su influencia,
algunas de las víctimas favoritas de tales campañas son los miembros de
la prensa nacional, con especial énfasis en quienes no se dejan
corromper.
A ese honorable grupo de colegas pertenece Marielos
Monzón, cuya trayectoria ha destacado por su valentía y una incansable
búsqueda de la verdad. Por eso mismo, ha sido objeto privilegiado de
quienes desean –y necesitan- callarla por medio de amenazas directas o
veladas, incluyendo su nombre en listados de supuestos enemigos
políticos, acusándola de hechos criminales cometidos cuando ella era
apenas una niña que comenzaba a vivir, todo ello por esa inveterada
incapacidad de jugar limpio, característica fundamental de estos grupos
extremistas.
Aun cuando quisiéramos pensar en las amenazas
políticas como cosas del pasado, la realidad nos demuestra lo contrario.
Los dinosaurios existen. Excepto el de Augusto Monterroso, los demás
nunca se fueron. Ahí se quedaron agazapados rumiando su fracaso político
y añorando los tiempos aquellos cuando la abominable organización
criminal de la “mano blanca” gobernaba desde las alturas del poder. Hoy
ni siquiera plantean propuestas racionales sino simplemente destilan
odio y resentimiento por los juicios contra algunos de los suyos por
crímenes tan espeluznantes como genocidio, desapariciones forzadas y
masacres en denuncias bien fundamentadas con pruebas concretas. Eso no
lo van a perdonar y lo demuestran amenazando a una mujer dedicada al
análisis, la denuncia y a practicar un periodismo basado en la ética y
la verdad.
La solidaridad con Marielos no es un gesto de
empatía personal -aunque la aprecio y respeto como profesional y como
mujer íntegra- sino un acto de supervivencia gremial. En pleno siglo
veintiuno, superada la frontera de la pacificación después de 36 años de
conflicto bélico entre hermanos y en plena construcción de un estado de
Derecho, es inaceptable esa agresión cuya finalidad es acallar a la
prensa. Marielos es integrante de un gremio cuya existencia misma
constituye un peligro para aquellos sectores cuya intención es volver a
reinar con sus métodos represivos y dictatoriales. Pero además de
Marielos, hay muchas mujeres y hombres comprometidos con un periodismo
limpio y transparente, cuyos nombres podrían, eventualmente, aparecer en
esos listados de muerte.
Marielos Monzón acudirá a la Fiscalía
de Delitos contra Periodistas a depositar su denuncia y esperamos que
esa dependencia actúe con celeridad y eficacia para identificar a los
responsables de las amenazas contra su integridad. Lo hace no solo por
seguir un protocolo institucional definido por las normas legales, sino
por hacer visible un hecho repudiable cuyas consecuencias trascienden
con mucho su situación personal para afectar a toda la comunidad
periodística, cuya labor está consignada entre los derechos humanos
fundamentales de una sociedad democrática.
La libertad de
expresión figura entre los derechos amenazados por estos grupos
clandestinos cuyo poder económico les permite disponer de muy variados
mecanismos de intimidación contra quienes piensan diferente. Es deber de
la ciudadanía demostrarles que esos tiempos ya pasaron a la historia.
Blog de la autora http://www.carolinavasquezaraya.com
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