En Latinoamérica la
apuesta es por la ecoteología a través de la cual representantes de la
Iglesia ejercen su misión liberadora del hombre y la tierra. Uno de los
propósitos es cambiar de paradigma, ubicar al hombre como parte de la
naturaleza, integrado a ella, en una nueva relación ya no de dominación
sino de codependencia.
En
Suramérica y Centroamérica diferentes comunidades eclesiásticas
acompañan comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas, en sus
resistencias pacíficas contra empresas, nacionales y multinacionales, y
sus proyectos extractivistas.
“La ecoteología constituye una
nueva cosmovisión con inspiración ética y religiosa que cuestiona el
modelo de civilización tecnocientífica imperante y propone un paradigma
que salvaguarde armónicamente los derechos de la naturaleza y los
humanos, pues la actual crisis se da por la civilización hegemónica. El
mesianismo prometido por la ciencia y la tecnología resultó ser
selectivo y discriminatorio”, explica Richard Acostai.
En su libro, Acosta plantea el reto de la teología: responder a la
realidad social y sus nuevas formas de opresión que avasallan a los
pueblos. Añade que si el discurso teológico pretende ser pertinente se
requiere la coherencia entre la fe y la praxis, una práctica que
responda a esos nuevos contextos sociales y sus desafíos.
“Si la
teología ha de ser impertinente, ha de serlo al ejemplo de Jesús, el
Cristo, quien importunó el statu quo y las estructuras alienantes y
opresoras de su contexto”, dice enfático Acostaii.
En el corazón de esa praxis está el acompañamiento de la Iglesia a los
procesos de resistencia pacífica liderados por comunidades indígenas,
campesinas, y afros que habitan en las entrañas de Nuestra América.
Además asumir una posición de liderazgo que confronta los nuevos
modelos de desarrollo que promueven el extractivismo como fuente de
“progreso” a costa del sacrificio y el rompimiento del tejido social,
del equilibrio de los ecosistemas.
Un desequilibrio que ha
enfermado a la tierra, Uma Kiwe, para los Nasa de Colombia. “El suelo el
lugar donde nos encontramos hoy, donde desarrollamos nuestras
actividades, es un ser vivo. Es la piel de la madre tierra, Uma Kiwe, y
allí dentro de esta capa existen seres espirituales que denominamos
tapanos, espíritus que toman formas diferentes con las hojas de los
árboles, con las ramas que se van descomponiendo y que generan
equilibrio con todo el territorio”, señala Luz Mery Pachacué, indígena
Nasa quien vive en el departamento del Caquetá.
Según la
cultura Nasa el suelo, la piel de la tierra, se desarmoniza y enferma
cuando hay quemas, se aplican químicos, se destina a monocultivos como
la palma; además, cuando hay minería y deforestación.
Es en
este momento de crisis planetaria le corresponde a la teología cristiana
saldar una deuda pendiente. En palabras de Acosta:
“Le
corresponde a la reflexión teológica, incluso, redimir la cosmovisión
cristiana heredada e impuesta por ella desde la Modernidad que
distorsionó la designación divina del hombre como “dominador”
“sometedor” atribuida en el Génesis, y la entendió como sinónimo de
depredacióniii”.
Esta “deuda” fue debatida en el año 1967 en el artículo de la Revista Science The historical roots of our ecological crisis”, las causas históricas de nuestra crisis ecológicas del estadounidense Lynn White Jr.
En ese artículo, White planteó que, especialmente en su forma
occidental, no hay religión más antropocéntrica que la Cristiana y que
incluso en el mito de la creación se observaba que todas criaturas
físicas no tienen otra finalidad que servirle al hombre, que fueron
hechas para su beneficioiv.
No obstante Alirio Cáceres, diácono permanente de la Arquidiócesis de
Bogotá y animador ecológico de la Iglesia del Continente y Bogotá, opina
que hay que se cautelosos en este punto.
“No se puede ser
tajante al decir que el cristianismo es antropocéntrico y depredador.
Génesis 1, 28 habla de un Dios permisivo que le da el mandato, el
dominio y ese dominio se entendió como servirse de todos los servicios
de la naturaleza en función del ser humano, que es lo que se conoce como
antropocentrismo.
“Pero penetrando en la mentalidad bíblica,
los estudiosos, los hermeneutas llegaron a la conclusión de que ese
verbo ha sido mal traducido mal interpretado, porque en realidad el
dominar es servir, es cuidar”, agrega Cáceres.
También en su
artículo White reconoció el papel “radical” de San Francisco de Asís
para superar esa perspectiva de aparente superioridad del hombre sobre
la naturaleza.
“La clave para entender a Francisco es su
creeencia en la virtud de la humildad –no solo para el individuo sino
para el ser humano como una especie. Francisco trató de deponer al
hombre de su monarquía sobre la creación e instaló una democracia para
todas las criaturas de Dios”, dijo Withe.
En América Latina, la
ecoteología como evolución o nueva perspectiva de la teología de la
liberación incluye a la Tierra -Madre Tierra, Pacha Mama, Uma Kiwe, con
las diferentes denominaciones que pueda adquirir, es otro sujeto a
liberar; además, del pobre.
La tierra es también oprimida. Se
escucha su insistente clamor, su grito que interpela a teólogos y
ciudadanos, en general, para protegerla.
La ecología tiene en
Leonardo Boff uno de sus grandes exponentes quien en sus escritos como
en Grito a la tierra, grito a los pobres, la considera una pobre más.
“Boff habla de una cuarta ecología que es integral y que la opción por
los pobres implica ese grito de la tierra porque la ecología se entiende
como la ciencia de los pobres, ciencia de la casa común, el planeta”,
indica Alirio Cáceres.
La Encíclica Laudato Sí, centrada en el
cuidado de la casa común, plantea un teocentrismo –insiste Alirio
Cáceres- el centro es Dios, de él venimos los seres existentes, la
fauna, el bosque, las flores.
“Laudato Sí fue el cántico que
Francisco de Asís entonó al Dios creador, el proyecto humano es que
podamos devolver a Dios todo lo donado, por su misericordia”, enfatiza
Cáceres.
¿Antropocentrismo o biocentrismo?
Pensar un territorio común, una forma nueva de entender Dios al ser
humano, al cosmos es un reto para la teología del Siglo XXI.
“La
presencia de lo ecológico en la teología ha llevado a cuestionar el
antropocentrismo que entiende al humano como dueño y señor (lógica
imperialisa), pues así el humano puede transformarse en biocida y geocida; también ha logrado dar el paso a la comprensión de una concepción cosmocéntrica de la existencia que pretende armonizar los derechos humanos con los derechos de los demás seres”v, explica Acosta.
En el centro de la crisis actual adquiere mayor importancia la
discusión sobre el lugar del hombre en el planeta, su responsabilidad en
la crisis ecológica actual y el rol que debería cumplir.
“El
antropocentrismo ha mostrado sus límites y hasta se ha vuelto contra el
ser humano mismo. Por lo demás el enfoque antropocéntrico se ha
descubierto cómo parte de la racionalidad patriarcal colonizadora que
nos está llevando a la destrucción de la madre tierra. Sin una formación
ya no solo de los derechos humanos sino más radicalmente de los
derechos de la tierra y de la naturaleza no es posible vivir en paz con
nosotros mismos, con el Creador”, añade Marco Arana exsacerdote peruano.
También J. L Ruiz de la Peña en su libro Teología della Creazione hizo una pregunta similar: ¿Cosmocentrismo o antropocentrismo? ¿la realidad es antropocéntrica?
Ruiz es claro al afirmar que si bien el hombre creado es tratado casi
como un Dios y que ese principio antrópico establece una línea de
relación con la doctrina de la creación, el cual le atribuye a la fe
cristiana su renuencia a que el hombre abandone su posición central en
el mundo, cristocentrista, antropocentrista.
No obstante este
autor sugiere que la ilusión de creerse en una posición central como
individuo y como especie ha sido revalorada debido a la grandeza del
cosmos, la vía láctea y, en ella, la pequeñez del hombre.
“La
teología de la liberación y el discurso ecológico tienen algo en común:
parten de dos heridas sangrantes. La primera, la herida de la pobreza y
de la miseria, rompe el tejido social de los millones y millones de
pobres en el mundo entero. La segunda la agresión sistemática a la
tierra, desestructura el equilibrio del planeta amenazado por la
depredación hecha a partir del modelo de desarrollo planteado por las
sociedades contemporáneas y mundializadas”, asegura Juan José Tamayo en
su librovi.
Ambos, nos dice Boff, tienen como objetivo la liberación, de los pobres
hecha por ellos mismos sin un salvador si no como sujetos políticos y
la segunda, la Tierra, Gaia, Uma Kiwe, Pacha Mama, estableciendo una
relación entre el ser humano y ella en la que no es el ser dominante y
procurando un modelo de desarrollo que haga la vida sostenible para
todas las especies sin primacía de ninguna.
En esta apuesta
están inscritas las propuestas de teólogos, sacerdotes y no sacerdotes,
que abogan por un modelo de desarrollo distinto y que promueva el
respeto de la tierra.
“Un modelo de desarrollo que no esté
sustentado en el extractivismo ni en el neo extractivismo “progresista”
en el cual Latinoamérica es fundamental como reserva para generar
riqueza con base en la explotación de la naturaleza”, afirma Jhon
Caraballovii.
Tan importante es el rol que cumple América Latina que se ha pretendido
internacionalizar la Amazonia para favorecer los intereses de
trasnacionales que ven en ella un gran botín.
En medio de esta
disputa por los recursos de América Latina, han surgido propuestas que
promuevan esa nueva relación entre el ser humano y la naturaleza, una
relación horizontal y no de dominio sobre los ecosistemas y el resto de
las criaturas.
Una perspectiva que hay que decirlo, no es nueva,
pues esta ha sido fundamental para los pueblos originarios y, por ello,
sostienen una relación de respeto por las demás criaturas y por los
ciclos de la tierra que conocen y comprenden a la perfección.
En
Latinoamérica han surgido diversas iniciativas que responden a la
interpelación que hace el modelo económico y de desarrollo en esta fase
neoliberal del capitalismo y que promueven modelos diferentes, que
tienen como centro la cuestión ecológica.
Además fomentan la
solidaridad entre los pueblos, las diferentes organizaciones y se
comprometen con luchas y resistencias en los territorios para frenar los
daños contra la tierra.
Encontramos entonces la Red Eclesial
Panamazónica (Repam), el Observatorio de conflictos mineros (Ocmal),
Organización Medioambiental Peruana (Grufides), Equipo Nacional de
Pastoral Aborigen (Endepa), Movimiento Católico Mundial por el Clima,
Franciscans International, Missionários Combonianos, la Comisión Inter
Eclesial de Justicia y Paz y Rede Justiça nos trilhos, entre otras.
Otra iniciativa importante es La Red Iglesias y Minería, espacio
ecuménico, conformado por comunidades cristianas, equipos pastorales,
congregaciones religiosas, grupos de reflexión teológica, laicas,
laicos, obispos y pastores creada para responder a los impactos y
violaciones de los derechos socio-ambientales causados por la minería
según lo explican en su página web.
Acompañamiento a resistencias pacíficas
Algunos
exponentes de este trabajo que han acogido los presupuestos de la
teología de la liberación y de la ecoteología en Latinoamérica los
encontramos en Colombia, Brasil, Perú, Honduras, y otros países de
Centro y Sur América.
En Colombia, en el departamento del Chocó
Monseñor Juan Carlos Barreto, Obispo de la diócesis de Quibdó, afirma
que la Diócesis apoya a los Consejos Comunitarios Mayores y locales, lo
mismo que a los Resguardos indígenas y sus autoridades en la defensa de
su territorio y en la explotación legítima y responsable de los recursos naturales.
“La diócesis de Quibdó apoya la minería tradicional y a pequeña escala,
pero rechaza la minería irresponsable realizada con dragas y
retroexcavadoras, pues causan enormes estragos ambientales por la
destrucción de la selva y los ríos y quebradas. Además de esta minería
utiliza el mercurio, químico contaminante”.
“La diócesis
rechaza igualmente la concesión de títulos mineros a empresarios
nacionales y a las multinacionales, sin tener en cuenta procesos de
consulta previa y desconociendo la riqueza biodiversa del territorio”,
añade Barreto.
Monseñor también agrega que una de las opciones
pastorales de la Diócesis es la defensa del medio ambiente. Por ello,
han denunciado actividades madereras de explotación irracional, los
cultivos declarados de uso ilícito y la minería irresponsable.
De igual manera, han ofrecido oportunidades de formación a las
comunidades, promovido campañas para mejorar las prácticas ecológicas en
las comunidades parroquiales y apoyado y promovido acciones jurídicas
ctan importantes como las de los ríos Quito y Atrato, este último
reconocido como sujeto de derechos por la Sentencia T-622 de 2016 y
presentado una petición formal ante el Ministerio de Medio Ambiente y
Desarrollo Sostenible (MADS) solicitando la protección de la selva
húmeda tropical de las Costa Pacífica).
“Estas acciones se
hacen desde la perspectiva de la fe cristiana católica, la cual ha
bebido de los aportes de la teología de la liberación, pero no tiene en
ella su única y principal fuente, pues la reflexión teológica del
magisterio de la Iglesia es abundante, se funda en la revelación bíblica
y ha tenido un gran despliegue en la enseñanza de los obispos de
América Latina.
“Un aporte fundamental y sintético lo ha hecho últimamente el papa Francisco en la encíclica Laudato Sí, la cual constituye en una carta de navegación actualizada que conjuga teología y ciencia”, enfatiza Juan Carlos Barreto.
De igual manera en Perú, el ex sacerdote Marco Antonio Arana, inició su
participación en la resistencia pacífica contra la mega minería
depreadora en el año 1993 en Cajamarca y en otras poblaciones tales como
Tambogrande, Ayabaca y Huancabamba en Piura o Del Valle del Tambo en
Arequipa, en el sur del Perú.
Marco Arana inició su
participación en la resistencia pacífica contra la mega minería
depreadora en el año 1993 en los Andes del Norte del Perú, en Cajamarca
donde ha apoyado procesos como las consultas populares en Tambogrande,
Ayabaca y Huancabamba en Piura o Del Valle del Tambo en Arequipa, en el
sur del Perú.
“En mi opción espiritual llegué a estas luchas
desde la teología de la liberación que en mi trayectoria pastoral
desembocó en la ecoteología liberadora. Si bien puede darse una
perspectiva de Teología de la liberación (TL) que sea neoextractivista,
desde mi experiencia considero que no se puede afirmar la TL sin que
esta sea la vez profundamente eco-teológica.
“La afirmación
conservadora o racional científica de una perspectiva ecológica no
bastan, para ser transformadoras necesitan afirmar su dimensión
eco-política liberadora. Se necesita no sólo liberar al ser humano de
las cadenas de la opresión social, sino a la madre tierra entera de la
opresión y la injusticia ecológica que la depreda y amenaza con la
destrucción de nuestra propia especie”, explica Arana.
En Perú,
la principal estrategia de resistencia pacífica utilizada, según Arana,
han sido los procesos de consulta ciudadana previa y la movilización
pacífica que ha trascendido el espacio local como la gran Marcha
Nacional del Agua, en el año 2012, que recorrió más de mil kilómetros.
Desde julio del año pasado, Arana asumió su labor como congresista de
la República por la región de Cajamarca. Fue elegido de la lista de
representantes del Frente Amplio, como parte del Movimiento Tierra y
Libertad. “Mi labor actual es parlamentaria, no se restringe a una
comunidad en específico, aunque sigue priorizando el apoyo a las
comunidades de Cajamarca. Como miembro de las comisiones agraria y de
energía y minas me aseguro que sean las propias comunidades afectadas
las que puedan expresar su voz y no sea ignorada”, agrega.
Mientras tanto en Brasil el sacerdote italiano Darío Bossi quien vive en
Açailândia, Maranhão, ha apoyado la resistencia de las comunidades que
habitan a lo largo del corredor de Carajás, en los estados brasileños de
Pará y Maranhão, ante los grandes proyectos de minería y siderurgia.
En esa región está la mayor mina de hierro del mundo (Mina de Carajás),
administrada por Vale S.A., empresa estatal privatizada en 1997 y una
de las tres mayores compañías mineras al mundo.
En el corredor
de Carajás viven comunidades indígenas, afrodescendientes, campesinas,
de periferias urbanas, de pescadores y la mayoría han denunciado
violaciones de derechos por causa de las operaciones mineras.
Alrededor de la mina, a lo largo del ferrocarril de 900 Km para la
exportación del mineral, donde hay polos de siderurgia con mucha
contaminación y ningún control ambiental, alrededor del puerto, cuya
expansión amenaza la vida de las comunidades tradicionales.
“Los mayores impactos son deforestación, polución de aire y agua,
accidentes de trabajo y por causa de las operaciones del tren, los ríos
que se secan por las operaciones de la mina y de la infraestructura de
transporte del minero, grietas en las paredes de las casas por las
vibraciones del tren cuando pasa, contaminación sonora, etc”, explica el
padre Darío.
¿Qué papel cumplen el padre y la Iglesia en este proceso?
Principalmente,
reforzar las conexiones de red y resistencias entre comunidades
impactadas por los mismos daños y perjudicadas por los mismos actores
(las empresas y también el Estado, que es cómplice de ese modelo
neoextractivista).
“Trabajamos con asesoría jurídica,
educación popular, denuncia multiescalar de las violaciones (nivel
local, estatal, nacional e internacional), incidencia política,
comunicación para la transformación, propuestas de alternativas para el
cuidado del territorio, la participación política y la autodeterminación
de las comunidades”, añade Darío.
¿Cómo aplican la teología de la liberación y la ecoteología en las causas ambientalistas?
El
padre Dário hace parte de la Red con Iglesias y Minería y con la Red
Eclesial Panamazónica, lo que refuerza nuestras acciones locales gracias
a esas alianzas eclesiales y espirituales.
“La mística que
sustenta la lucha de las comunidades y de los movimientos sociales se
encuentra con la espiritualidad cristiana y las visiones holísticas de
las espiritualidades de los pueblos originarios y afrodescendientes. No
hay resistencia sin esas motivaciones profundas y el amor al territorio
como fuente, raíz, principio de nuestra vida y casa, que nos ampara y
recibe al fin de nuestro caminar”, añade el padre Darío.
Para él como para otros sacerdotes, teólogos y laicos, la Encíclica Laudato Sí, del Papa Francisco, renueva sus fuerzas y fortalece la lucha social y ambiental en diálogo con los valores cristianos.
Por su parte en Guatemala, el padre César Espinoza, cmf., de la
Congregación Religiosa de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de
María, más conocidos como Misioneros Claretianos lucha por las mismas
causas.
Ingresó a su comunidad desde los 17 años y su primer
destino como misionero fue en la Costa Abajo, Colón (Panamá) donde
sirvió durante cuatro años hasta el año 2007.
A causa de su
trabajo al lado de la comunidad y contra la Empresa Minera Petaquilla el
obispo Audilio Aguilar atendiendo a los reclamos de la empresa y del
presidente de la República, que tenía inversiones en la misma- explica
el padre- pidió a la Congregación entregar la Misión, después de 80 años
de acompañamiento a las comunidades campesinas de la región.
Pero eso no impidió que perserverara. En el año 2008 fue destinado a la
Parroquia Nuestra Señora del Pilar del municipio de Arizona, en el
Departamento de Atlántida, al norte de Honduras. Atlántida tiene una
belleza natural incomparable, con 12 áreas protegidas como parques
nacionales, que representan el 40 % de su territorio.
Añadir leyenda |
En el año 2009 Honduras el Golpe de Estado favoreció la flexibilización
de las leyes en favor de empresas multinacionales, entre ellas las que
se dedican a la actividad minera.
Además a las compañías con
proyectos hidroeléctricos según lo señaló también el informe publicado
por el Movimiento Mundial por los Derechos Humanos (FIDH) que este 31 de
mayo advirtió sobre el otorgamiento de licencias ambientales para
hidroeléctricas en áreas protegidasviii.
En Honduras el padre César se comprometió con esa causa a pesar de las
amenazas de muerte en su contra, en el año 2013, por su acompañamiento a
la defensa legítima por parte de las comunidades en el territorio en el
cual no querían minería a cielo abierto.
La comunidad
claretiana publicó entonces sendos comunicados rechazando sus amenazas y
responsabilizando en su momento a un empresario por lo que ocurriera
con el padre César.
Entre tanto, él sostenido por el valor que
lo caracteriza, el mismo que caracterizó a Berta Cáceres su amiga y
compañera de lucha, siguió adelante porque su compromiso era mayor.
“Entiendo eco-teología a la mirada del universo, y a todo lo que éste contiene, desde una mirada de fe.
Mi comprensión de ésta tiene influencia de la tradición cristiana a la
que pertenezco (…) En esta mirada aprender a contemplar la belleza, la
bondad y la genialidad de cada especie y de cada realidad, visible e
invisible, y las múltiples relaciones y codependencias unas de otras.
“Ciertamente ha influido también la teología de la liberación que tuve
la oportunidad de profundizar en mis cuatro años en El Salvador. Y la
pastoral liberadora que conocí en mi primer experiencia de Misión en
Panamá. La lectura de los evangelios, y de la Biblia en general, desde
la clave de compromiso por la justicia, la paz y la libertad han sido
fundamentales para orientar mi ministerio”, puntualiza el padre César.
Dário, César, Marco, Juan Carlos, Richard y Alirio son solo algunos de
los muchos sacerdotes, diáconos, teólogos y laicos comprometidos con la
práxis de la teología de la liberación y la ecoteologóa en las
resistencias contra los proyectos extractivistas.
Sus voces, su
trabajo y su obra impactan en los territorios allí donde han llegado
para andar al lado de las comunidades que ejercen su derecho a la
defensa de la naturaleza de la cual se sienten parte, ni inferior ni
superior a ella solo parte de Gaia, Madre Tierra, Pacha Mama, Uma Kiwe…
Notas:
i Acosta, Richard. Libro Dios, hombre creación, hacia una ecoteología bíblica. San Pablo editorial. 2015. Página 31.
ii Ibidem.
iii Ibidem. Página 26.
v Acosta, Richard. Libro Dios, hombre creación, hacia una ecoteología bíblica. San Pablo editorial. 2015. Página 29.
vi Tamayo, Juan José. Leonardo Boff, ecología, mística y liberación. Editorial Desclée de Brouwer. 1999. Página. 55.
vii
Caraballo, Jhon Fredy. Responsables de la casa común. Reflexiones
sobre la Encíclica Laudato Sí. Centro Editorial Uniminuto. 2015.
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