Puerto Rico
Alainet
A pesar de una huelga
electoral que provocó la peor derrota del movimiento anexionista en
cincuenta años –500.000 frente a 1.700.000 que boicotearon el plebiscito
sobre la condición colonial de Puerto Rico- el Gobierno anunció que
enviará “congresistas” a Washington a reclamar la integración a Estados
Unidos.
La distancia entre realidad y percepción en torno al
plebiscito del domingo se combinó con otra distancia de la imaginación
cuando una legión de escuadras de la Policía nacional, con motoras,
carros, unidades anti motines y hasta un helicóptero, se desplegó con
gran ruido de sirenas de emergencia para enfrentar una marcha de apenas
unos cuantos cientos que transcurrió sin incidentes.
El
alzamiento verdadero fue el de la abstención, con cerca del 77 por
ciento de los electores que no acudieron a votar, mientras la anexión
competía sola y logró el favor de apenas un 23 por ciento de los
ciudadanos con derecho al voto. Como medida para tratar de legitimar el
plebiscito, el Gobierno había conseguido de antemano un par de personas
que figuraron como representantes nominales de las alternativas del
territorio y la libre asociación/independencia, que recibieron algunos
miles de votos.
Las escenas ocurrieron en el único ámbito
democrático –votar sobre la relación deseada con EEUU- que permite
legalmente Washington a los puertorriqueños, sometidos desde el año
pasado a la dictadura de una junta de control, ante la deuda impagable y
la crisis económica. En ese marco, el Ejecutivo y la Legislatura de
Puerto Rico están reducidos a funciones auxiliares y consultivas y, de
todas formas, el Congreso tampoco se comprometió a respetar el resultado
del plebiscito.
Mientras tanto, fuentes diplomáticas informan
que entre las cancillerías latinoamericanas se producen consultas sobre
el borrador de un texto de resolución ya redactado sobre el caso
colonial de Puerto Rico, que será discutido el 19 de los corrientes por
el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. Las fuentes
indicaron que el texto es más duro que en años anteriores en la
exigencia a EEUU para que cese su dominio sobre este país isleño del
noreste del Caribe, ubicado en un punto estratégico equidistante de
Guantánamo y de Caracas.
Se anticipan también gestiones intensas en el Congreso y el Ejecutivo de EEUU por parte de los sectores políticos opositores.
Por un lado, el pequeño aunque influyente Partido Independentista
Puertorriqueño, que estará presente en la ONU el día 19, anunció que
también irá a Washington a proponer, como salida para la crisis, que se
dé paso a una propuesta para que EEUU comience el proceso de retirarse y
permitir que Puerto Rico escoja entre una relación de libre asociación o
la independencia completa. Por el otro lado, el opositor autonomista
Partido Popular Democrático gestionará que EEUU no reconozca los
resultados publicados por la Comisión Estatal de Elecciones, que otorgan
a la anexión el 97 por ciento, además de que iniciará una evaluación
sobre posible fraude ante la acumulación de evidencia fotográfica sobre
mesas electorales desiertas durante la consulta.
Nada de eso
parecía alterar el domingo las caras de celebración del oficialismo, tan
distantes de los datos sobre la historia electoral de la lucha de los
anexionistas para que Puerto Rico llegue a formar para de la Unión de
EEUU.
Hace exactamente cincuenta años, el anexionismo evidenció
un dramático crecimiento cuando logró aumentar el respaldo popular de
apenas un 12 por ciento en 1952 a 39 por ciento en el plebiscito de
1967, para luego subir a 46 por ciento en el plebiscito de 1993 y a 47
por ciento en el de 1998. En el plebiscito de 2012, el respaldo para la
anexión se redujo al 44 por ciento y este domingo se descalabró hasta
bajar a 23 por ciento, con las unidades antimotines corriendo a
enfrentar una insurrección que más nadie vio.
Tampoco es que no esté creciendo un ambiente de insurgencia.
Con la lentitud sostenida en que suben las mareas con el calentamiento
global, en 1998 la alternativa de status político que obtuvo más de la
mitad de los votos fue “ninguna de las anteriores” y en 2012, la mayoría
absoluta fue para repudiar el status de “territorio” –término usado en
EEUU para denominar las colonias- y ahora dejando plantadas las mesas de
votación ante la convocatoria anexionista, para la que pedían boicot
los independentistas y los autonomistas.
La votación del
domingo se produjo apenas una semana después de que concluyera una
huelga estudiantil en la Universidad de Puerto Rico, que afectó de una
manera o de otra durante setenta días los once recintos del sistema
universitario público, el Conservatorio de Música y la Escuela de Artes
Plásticas. En medio de esa huelga fue que se escenificó, el pasado
Primero de Mayo, un paro nacional que sorprendió al efectivamente
paralizar casi todo el país y fue escenario de disturbios en la zona
bancaria, que dejaron un saldo de cristales rotos en algunos edificios y
otros daños a la propiedad.
El conflicto universitario,
todavía no resuelto aunque se reanuden las clases, ha dejado sin
jefatura a la UPR, luego de la renuncia ante la perspectiva del
encarcelamiento de la presidenta de la universidad y varios miembros de
la junta, además de convertir en figuras notables a los líderes
estudiantiles, como la presidenta del Consejo General de Estudiantes de
Río Piedras, Wilmarí de Jesús. También ha dejado decenas de arrestados.
El ambiente sigue siendo volátil, como en días recientes cuando la
jefatura universitaria envió a una escuadra de contratistas privados con
palos y pistolas que lanzan choques eléctricos para someter a un grupo
de estudiantes que intentaba montar, sin permiso, un comedor para
estudiantes pobres en el Recinto de Río Piedras de la UPR. El asalto
ocurrió protegido por la penumbra de la madrugada, pero fue grabado por
estudiantes.
La tensión, sin embargo, no abarca con fuerza
sectores sociales o sindicales, al menos, no de manera visible. Esos
sectores se mantienen a distancia.
Jesús Dávila, NCM
No hay comentarios:
Publicar un comentario