Entrevista a Noam Chomsky, lingüista y activista político
El Espectador
Para el intelectual
estadounidense, los ciudadanos de a pie tienen un lugar clave en la
construcción del futuro. Le asusta que no se le preste la debida
atención a la posición de Trump frente al cambio climático.
El
mundo arde. Atentados terroristas siembran el temor a diestra y
siniestra. No sólo los países europeos sienten el rigor de la violencia
irracional, sino que, en los territorios alejados de las cámaras, como
en África, el fuego consume las esperanzas de democracia y fraternidad
que se tenían con el cambio de siglo. Por supuesto, el terror en
algunos casos es capitalizado políticamente por los sectores más
recalcitrantes de la sociedad para llegar al poder. Dispuestos a
defender sus privilegios, el miedo se ha convertido en una herramienta
eficaz. El resurgimiento de la xenofobia, la fuerza de los movimientos
antisemitas y neonazis amenazan a quienes aman, creen y piensan
diferente. Frente a estos retos, el pensador Noam Chomsky habla de la
necesidad de dejar los lugares de confort para construir un futuro
decente, pero sobre todo pensar en el medio ambiente como un tema
político apremiante. “Los efectos del calentamiento global pronto
podrían ser más meridianamente evidentes de lo que ya son. Sólo en
Bangladesh, se espera que diez millones de campesinos de las llanuras
bajas tengan que marcharse en los años venideros por el aumento del
nivel del mar y un clima más severo, lo cual generaría una crisis
migratoria que haría que la actual parezca insignificante”, resalta
Chomsky en su libro ¿Quién domina el mundo?
Noam Chomsky nació
en Filadelfia el 7 de diciembre de 1928. Desde sus primeros años como
profesor tomó nombre por renovar la lingüística y ser una figura visible
de intelectuales que se oponían a la Guerra de Vietnam. La mayor parte de su trabajo lo ha realizado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts,
uno de los centros de pensamiento más importantes del Norte Global. Con
versatilidad ha tratado temas como la religión, la política
internacional, la ciencia y el deporte. También ha sido un crítico
acérrimo de los medios de comunicación, como evidencia su libro Los guardianes de la libertad,
junto a Edward S. Herman, en el que confronta las líneas editoriales y
la forma en que los principales diarios de Estados Unidos cubrieron
conflictos bélicos dependiendo de los intereses económicos. A pesar de
su avanzada edad, continúa colaborando activamente con los movimientos
sociales de campesinos, estudiantes y trabajadores. El Espectador lo consultó para conocer su opinión frente a la coyuntura política y social que atraviesa el mundo.
¿Qué tan peligroso es el resurgimiento del nacionalismo alrededor del mundo?
Muy desafortunado por la forma que está tomando: una alineación de
nosotros contra ellos. Si el nacionalismo es una forma de reforzar un
sentido de comunidad e identidad cultural, puede ser inofensivo o
incluso benigno. Pero no es así cuando es expresión de hostilidad, miedo
y amenaza. La historia de esa forma de nacionalismo tiene un registro
de horror que no necesita ser revisada.
Frente a este
escenario de caos, muchos se preguntan qué sucederá con el Estado,
teniendo en cuenta la globalización que tiene lugar al mismo tiempo que
la xenofobia...
Actualmente, en las principales sociedades,
el poder privado y el poder estatal están estrechamente vinculados. En
Estados Unidos, el Estado más poderoso de la historia, las
concentraciones de poder privado han tenido durante mucho tiempo una
influencia abrumadora en las elecciones y la formulación de políticas,
mientras que al mismo tiempo dependen del Estado para sostener su poder y
alcance global. Para mencionar sólo uno de innumerables ejemplos, un
estudio del FMI encontró que las ganancias de los principales bancos
estadounidenses derivan casi por completo de las ventajas que les
proporciona la política implícita de subsidio gubernamental llamada
“demasiado grande como para caer”.
¿Por qué el miedo desempeña un papel tan importante en la política de hoy?
Hay muchas razones, pero una significativa es el impacto de 30 años de
políticas neoliberales. Esto ha llevado al empobrecimiento de la gran
mayoría de la población, mientras que la riqueza se ha concentrado
impresionantemente en un pequeño grupo y la democracia ha decaído.
Denos un ejemplo práctico...
Estados Unidos, 2007, en la cúspide del milagro neoliberal antes de la
crisis, los salarios ajustados según la inflación para trabajadores sin
empleados a cargo fueron inferiores a los de 1979, cuando el
experimento estaba empezando. Esto fue un cambio dramático desde el
período de crecimiento históricamente sin precedentes de los años 50 y
60, que también fue relativamente igualitario. El impacto en América
Latina fue mucho más severo antes de que las políticas fueran finalmente
eliminadas, en parte, en años recientes.
¿Qué pueden hacer
los ciudadanos comunes, que tienen su trabajo, deudas, una vida y una
familia para cuidar en este nuevo orden mundial?
Su tarea
es cambiar este nuevo orden mundial, y de manera significativa, si
quieren un futuro decente. Los ciudadanos tienen muchas oportunidades,
seguramente en las sociedades más libres pueden educarse –ellos mismos y
junto a otros–, organizarse para alcanzar fines comunes, unirse al
activismo comprometido para abordar los problemas que les conciernen,
etc.
Entre otras sorpresas que ha dado el campo político
mundial se encuentra sin duda la elección de Donald Trump como
presidente de los Estados Unidos. ¿Cómo pudo tener tanta acogida en tan
poco tiempo?
Se le ha dado una gran publicidad a la
elección de Trump, pero mucho más notable es el éxito de la campaña de
Bernie Sanders, que significó una ruptura muy aguda de la historia
política de los EE.UU.
¿A qué se refiere?
Durante más de un siglo, las elecciones se han comprado: el éxito
electoral y las estrategias se pueden predecir conociendo las fuentes de
financiación de la campaña, ya sea si provienen de corporaciones o
financiación privada, como ha mostrado una extensa investigación.
Sanders era escasamente conocido, no tenía financiación privada o
corporativa, fue descartado por los medios de comunicación e incluso usó
una palabra que para algunos produce miedo: “socialismo”.
¿Entonces Sanders tenía opciones de ganar la presidencia?
Es muy probable que hubiera ganado la nominación del Partido Demócrata
si no hubiera sido por la maniobra de los dirigentes del partido,
Obama-Clinton, para impedir una elección democrática. Y bien podría
haber sido elegido presidente. En este momento es la figura política más
popular del país por un amplio margen. El éxito de un multimillonario
con amplios medios de comunicación y apoyo privado es mucho menos
sorprendente.
¿Qué significa, entonces, el éxito de estos dos candidatos tan disímiles?
El éxito de Sanders y Trump refleja la fuerte oposición a las
principales instituciones políticas que se han desarrollado en los
Estados Unidos y Europa, y también en otros lugares, como reacción al
asalto neoliberal contra la población en general, que tuvo consecuencias
políticas y económicas directas. No es sorprendente que haya una
reacción popular, a veces tomando formas desagradables, sobre todo
cuando están respaldadas por los elementos más reaccionarios del poder
privado, como en el caso Trump. En Europa hay acontecimientos similares,
a menudo más ominosos.
¿Cree usted que las corporaciones
transnacionales y los emporios económicos, los “amos del mundo”, como
usted los llama, ganarán mayor poder global durante el gobierno de Trump
en los Estados Unidos?
Ellos ya tienen un poder
extraordinario. No es bien conocido, pero las investigaciones han
demostrado que las empresas con sede en EE.UU. poseen un fenomenal 50 %
de la economía mundial y predominan en casi todos los sectores. Trump y
su gurú Steve Bannon buscan dominar la cobertura de noticias y desviar
la atención del público con una reclamación extravagante o una acción
tras otra, mientras que detrás del escenario, el ala Paul Ryan del
Partido Republicano, el componente más malicioso y salvaje, está
desmantelando sistemáticamente aquellas partes del gobierno que son
funcionales a los intereses populares, al mismo tiempo que se reforma la
política, aún más que en el pasado, para servir al poder privado y a la
riqueza.
Los intelectuales han señalado que al generarse
una crisis política y social en el gobierno de Trump, al siguiente
período podría llegar la izquierda al poder. ¿Usted qué opina?
En las próximas elecciones tal vez podría tener opción un Partido
Democrático reformado que invierta el curso de los últimos 40 años, en
los que abandonó en gran medida a la clase obrera y adopte programas
como los que propuso Sanders. Como he mencionado, es con mucho la figura
política más popular en Estados Unidos, sobre todo entre los jóvenes,
el electorado del futuro. Y sus políticas básicamente socialdemócratas
tienen un fuerte apoyo público.
¿Es Sanders una radical oportunidad de cambio?
Los programas que Sanders ha defendido no habrían sorprendido al
presidente Eisenhower en los años cincuenta. Las élites se han
desplazado muy a la derecha durante el período neoliberal, los
demócratas de hoy son similares a lo que solía llamarse “republicanos
moderados” y los republicanos han cambiado en su mayor parte en el
espectro tradicional. Pero la población general difiere en muchos
aspectos.
En este escenario mundial, ¿qué lugar tendrá América Latina con los gobiernos populares en crisis contra Trump?
Podemos esperar que el gobierno de Trump persista en la postura
tradicional de hostilidad de Estados Unidos hacia los gobiernos
independientes de base popular en América Latina, como sucedió bajo el
mandato de Obama –Honduras es un ejemplo dramático–, quizás con mayor
intensidad. Hasta ahora, poco se ha hablado sobre América Latina, aparte
de agitar los puños en México. Pero esto es lo que sugeriría la
orientación general de la política.
¿Cuáles son las ideas y los programas que más le inquietan de Trump y el Partido Republicano?
De todos los programas de la administración Trump –y el liderazgo
republicano en general–, los más peligrosos, de lejos, están
relacionados con la gran amenaza del cambio climático. Mientras el mundo
está tomando pasos vacilantes, pero no insignificantes para abordar
este crítico problema de supervivencia, los Estados Unidos, bajo el
liderazgo republicano, en un espléndido aislamiento, no se están
retirando simplemente de este esfuerzo necesario, sino que de hecho
compiten con dedicación hacia el precipicio. Estos son algunos de los
sorprendentes acontecimientos de la historia moderna y no prestarles la
debida atención resultará en un fracaso de proporciones monumentales.
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