La pupila insomne
Un discurso
anticomunista que recordó los peores libretos de la guerra fría, con
manipulaciones históricas de todo tipo y mentiras mal fabricadas,
propias para un auditorio de viejos provocadores, terroristas,
mercenarios y políticos ultraderechistas del actual gobierno, se encargó
de presentar ante el mundo la desatinada decisión del mal asesorado
Donald Trump de dar marcha atrás al proceso de normalización de
relaciones con Cuba y retomar la fórmula de la coerción, el bloqueo, la
presión política y el chantaje para en “corto tiempo” tratar de derrocar
a la Revolución.
No
hubo tapujos y después de encender los ánimos del auditorio, el
representante anticubano Mario Díaz Balart; le sucedieron las promesas
de Marco Rubio de destrozar la revolución en seis meses o seis años (un
comentarista miamense apuntó que seis décadas con estos métodos fueron
insuficientes); una consigna degradante del vicepresidente Mike Pence,
lo ratificó en su ultraconservadora postura y como un acérrimo
anticubano; una intervención del gobernador floridano que pasó
inadvertida y no traducida por las televisoras, y el momento por todos
esperados en la sala: las ofensas, calificativos agresivos e
irrespetuosos, que no tienen parangón entre mandatarios que le
precedieron en las últimas décadas.
En las propias calles de
Miami la gente calificó el espectáculo como “politiquería barata de
tercer nivel”. El show no podía ser de otro modo en el teatro de la
Brigada mercenaria que fue derrotada en menos de 72 horas en Playa
Girón; donde los gritos de la anexión y la resignación fueron evidentes
cuando corearon en inglés una y otra vez USA, USA, USA… para apoyar las
promesas de castigo y de pronto regreso al capitalismo en Cuba por un
coro de esbirros de la tiranía, terroristas de todas las décadas ávidos
de sangre, contrarrevolucionarios, flotipandilleros y los legisladores
anticubanos que se vendieron como protagonistas.
Desconociendo
la historia de Cuba, Trump en tono amenazante y hegemónico trató de
poner condiciones a la continuidad de las relaciones bilaterales,
ofendió al pueblo cubano, al sistema político que libremente ha escogido
y a sus líderes históricos. Acudió al viejo libreto de los derechos
humanos como pretexto para exigir concesiones a la Isla, fórmula
fracasada por injerencista e irrespetuosa a lo largo de los últimos 60
años.
El viceasesor de seguridad nacional de la administración
de Barack Obama, Ben Rhodes, calificó que con la actuación de Trump “han
devuelto las relaciones entre EE.UU. y Cuba a la prisión del pasado
(…), ignorando las voces del pueblo cubano y la mayoría de los
estadounidenses simplemente para recompensar a un menguante grupo
político de EE.UU.”.
Rhodes argumentó que la decisión de Trump
de restringir algunos viajes de estadounidenses a la Isla y las
transacciones del Ejército cubano equivale a regresar a “una mentalidad
de Guerra Fría que fracasó trágicamente (…) El anuncio de Trump es la
última bocanada ilógica de una cepa de la política estadounidense que
tiene un historial de fracaso de 50 años de duración, y que se equivoca
al asumir que podemos controlar lo que ocurre en Cuba”, afirmó el
exfuncionario.
Pese a los rumores y filtraciones de las últimas
jornadas sobre la decisión de cambiar la política, el show de este
viernes genera una mezcla de decepción, denuncia e indignación de Miami a
Washington; en el viejo continente; en América Latina, en todos los
puntos cardinales, y en Cuba el pueblo alza su voz, como lo ha hecho
siempre para rechazar el agravio y patentizar su respaldo a la
Revolución, a sus dirigentes, a la soberanía, la independencia y a las
conquistas sagradas del socialismo, contra las que se han estrellado las
bravuconerías de quienes han apostado a la intimidación y las amenazas.
Los líderes de la Revolución han reiterado a lo largo de la
historia la disposición a sostener con el gobierno de los EE.UU. un
diálogo respetuoso, basado en la igualdad soberana, para tratar los más
diversos temas de forma recíproca, sin menoscabo a la independencia y la
autodeterminación de nuestro pueblo, y sin renunciar a uno solo de
nuestros principios. Así se empezó a construir el puente que
súbitamente, Trump se propone destruir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario