Emir Sader
En su surgimiento, el
modelo neoliberal traía promesas atrayentes. Antes de todo, contener los
gastos excesivos del Estado, diagnosticado como la fuente de la
inflación. Por otra parte, imponer a la economía el dinamismo centrado
en las empresas privadas y en el mercado. Por el discurso liberal que lo
acompañaba, se fortalecerían la sociedad civil y la ciudadanía, libres
de las trabas y de la opresión del Estado.
No fue lo que pasó, pero por lo menos en algunos casos, y por algún
tiempo, hubo control de la inflación, aunque multiplicando la deuda
pública. Cuando sus efectos positivos se habían agotado, vino el
discurso de que, si no era el mejor modelo, era el único posible en la
era de la globalización.
Hoy, cuando la crisis recesiva se perpetúa en Europa ya desde 2008,
mientras ese efecto se extiende por toda la economía internacional, ya
no se ven rasgos positivos y tampoco es obligatorio mantener el modelo
neoliberal, eje de la crisis a escalas nacional e internacional. Los
partidos tradicionales, conservadores y socialdemócratas, que han
asumido la política de austeridad –la forma que asume el neoliberalismo
en ese continente–, se ven castigados por los electores y cada elección
se vuelve una desesperación para ellos.
En ningún lado la aplicación de los duros ajustes fiscales –eje de
los modelos neoliberales– cumplió sus promesas. Ni control de las
cuentas públicas ni de la inflación, menos aún retomar el desarrollo
económico. Su desempeño es globalmente considerado un fracaso, causante
de la perpetuación de la recesión en la economía mundial.
En América Latina eso es igualmente evidente. Comparecen las
economías de Argentina y de Brasil en los gobiernos antineoliberales y
en el retorno del modelo neoliberal, y el resultado es escandalosamente
claro en favor de los primeros. Mírese todo lo que han mejorado países
como Ecuador, Bolivia y Brasil en comparación con la situación de México
y Perú.
Pero, ¿por qué, a pesar del espectacular fracaso del
neoliberalismo, ese modelo sigue vigente en grande parte del mundo,
incluyendo Estados Unidos, Europa, Japón y en la mayoría de las naciones
de América Latina, Asia y África?
En primer lugar, porque ese modelo refleja los intereses del capital
financiero, que es el hegemónico a nivel económico en el estadio actual
del proceso de
acumulacion
del capital. Hay fuertes intereses económicos en la preservación de ese
modelo, que sólo incrementa la riqueza y el poder del capital
financiero.
En segundo lugar, porque el propio capitalismo no posee alternativas.
Llegado a su etapa actual, no lograría retornar a formas de regulación
económica que le permitieran no estar sometido a las presiones recesivas
del capital financiero.
En tercer lugar, porque las fuerzas que se oponen al neoliberalismo
no han logrado –hasta ahora– en la gran mayoría de las naciones
comprender que la lucha fundamental en el periodo histórico actual es
por la superación del modelo neoliberal y lograr así construir una
alternativa concreta a ese modelo, congregando a las fuerzas sociales y
políticas necesarias.
Después de su surgimento con fuerza, el modelo neoliberal pasó a su
fase de sobrevivencia, una fase marcada por la recesión económica y por
una gigantesca crisis social, así como por una inmensa crisis hegemónica
que apunta hacia su agotamiento y la búsqueda de alternativas para su
superación.
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