Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
Paquistaníes simpatizantes de Arabia Saudita queman una efigie de un
líder estadunidense durante una manifestación antiraní, ayer en
Pashawar, PakistánFoto Ap
La escalada entre
Arabia Saudita –primera potencia petrolera global, con una población de
27.7 millones: 80 por ciento sunitas y 20 por ciento chiítas
concentrados en Qatif y su Provincia Oriental– e Irán –81.8 millones;
país indoeuropeo de mayoría chiíta y segunda potencia gasera global–, es
mucho más geopolítica que religiosa y/o étnica, como distorsiona la
balcanizadora narrativa israelí-anglosajona.
Cuando el sha de Irán reinó impávido, Arabia Saudita fue su gran aliado bajo la férula de Estados Unidos (EU).
Hoy la compleja escalada entre Riad y Teherán refleja la fractura global, el incendio del
Gran Medio Oriente, y la contienda por los liderazgos del mundo islámico y la OPEP.
La fractura geoestratégica de EU con Rusia/China es concomitante a la
trampa demográfica de Brzezinski/Stratfor mediante la “carta islámica (http://goo.gl/gXDSoj)” para desestabilizar las entrañas del RIC (Rusia, India y China).
Rusia cuenta con 20 por ciento de tártarossunitas; India, país
nuclear, es hoy la máxima potencia numérica islámica (20 por ciento de
su población), y China ostenta 10 millones de uigures/mongoles sunitas,
parte de los
pueblos túrquicos, en la superestratégica
provincia autónoma de Xinjiang, pletórica de gas y uranio.
El ex primer ministro israelí general Ariel Sharon trazó al
Gran Medio Orientecon una línea horizontal, desde Marruecos hasta Cachemira (hasta donde alcanzaron las protestas contra Arabia Saudita), y una línea vertical desde el Cáucaso –el
bajo vientrede Rusia– hasta el cuerno de África.
La Organización de la Conferencia Islámica de 57 países, exhibe mil
600 millones de feligreses –¡22 por ciento del género humano!– cuyo 80
por ciento es sunita –que no es tan homogéneo debido a sus escuelas
jurídicas de interpretación del Corán– y un casi 20 por ciento chiíta,
que tampoco es uniforme debido a sus múltiples sectas (alawitas de
Siria, hutíes/zayditas de Yemen, alevis de Turquía, ismaelitas de India,
etcétera).
Destacan las
minoríaschiítas en India, Pakistán y Afganistán (desestabilizada por el
megajuegogeoestratégico de EU contra el RIC).
La cartografía de los mundos árabe e islámico resalta la mayoría del
chiísmo en Irak (85 por ciento), Bahréin (85 por ciento), Líbano (50 por
ciento), hasta sus pletóricas
minoríasen India, Pakistán/Afganistán.
Alrededor de 400 millones de chiítas se encuentran en 100 países y 80
por ciento se asientan en cinco: Irán (81.8 millones), India (45.4
millones), Pakistán (42.5 millones), Irak (24.5 millones) y Turquía (20
millones).
Más allá de la disputa por el liderazgo religioso del mundo islámico
entre Irán y Arabia Saudita –custodio de los sitios sagrados de La Meca y
Medina–, Riad ha perdido a dos privilegiados aliados sunitas –Saddam
Hussein, quien gobernaba a la mayoría chiíta en Irak (imagen en espejo
en Siria de Bashar el Assad, que representa 15 por ciento de la
población alawita frente a 80 por ciento de sunitas) y Hosni Mubarak de
Egipto, arrasado por la artificial primavera árabe instigada
por EU y Gran Bretaña–, mientras Irán ha extendido su influencia a
varios puntos del mundo árabe: Líbano, con el Hezbolá; Siria, con los
alawitas en guerra contra Arabia Saudita/Turquía/Qatar; Yemen, donde
Arabia Saudita libra una guerra contra los hutíes, y Bahréin, donde Riad
intervino militarmente para sofocar la rebelión de la mayoría chiíta (http://goo.gl/8p6NTX).
La escalada de Arabia Saudita e Irán llegó a un punto casi
paroxístico con la muerte masiva de peregrinos iraníes en La Meca,
reportada como
estampidapor Riad y fustigada por Teherán como un deliberado asesinato de cerca de 500 peregrinos persas (https://goo.gl/zpQKKc), entre quienes se encontraba el anterior embajador de Irán en Líbano (http://goo.gl/lHTqAl).
Más allá de lo consabido e interpretado, además de los planes de
multibalcanizaciones de Irán y Arabia Saudita propalados por el
Pentágono (http://goo.gl/gwl9pJ) y el NYT (http://goo.gl/2ps2Y6),
cabe rastrear tres pistas radiactivas: 1) las reservas de divisas de
las seis petromonarquías árabes del golfo Pérsico que contemplaron
lanzar el gulfo (http://goo.gl/UZ6XUc); 2) la paridad fija del riyal, la divisa saudita, al dólar (http://goo.gl/x2fuU2), y 3) el petróleo de Qatif.
No es el mejor momento para que Arabia Saudita e Irán prosigan
su escalada cuando Riad consolida su sucesión e Irán (con 109 mil
millones de dólares de reservas frente a cerca de 650 mil millones de
dólares de Arabia Saudita) anhela el inminente levantamiento de las
sanciones para recuperar sus 150 mil millones de dólares embargados por
EU, a cambio de la desactivación de su proyecto nuclear.
Las 47 ejecuciones contabilizaron 43 sunitas
terroristas–yihadistas y de Al Qaeda, quienes buscan derrocar a la casa real de Saud– y otros cuatro chiítas: el prelado Nimr al-Nimr –oriundo de Qatif, venerado por los jóvenes y quien amenazó con una secesión– con otros tres clérigos, lo cual detonó la furia del chiísmo universal cuando Hezbolá acusó a EU de encontrarse detrás de las decapitaciones.
Stratfor, centro texano-israelí que se ostenta como
la CIA en la penumbra, comenta que la controversia sobre el prelado al-Nimr “ha estado hirviendo durante años (https://goo.gl/rQfx2w)”: detenido en julio de 2012
por incitar a los activistas chiítas en la región petrolera y Provincia Oriental de mayoría chiíta en Arabia Sauditacuando, durante la primavera árabe, Riad
ya había intervenido en Bahréin, su pequeño vecino de mayoría chiíta, para reforzar el orden sunita en la península arábiga.
En similitud a la guerra de Irak e Irán para desangrar tanto al
sunita Saddam Hussein como a la revolución islámica chiíta del ayatola
Jomeini, EU vendió armas a ambas partes para desangrarlas. ¿Busca ahora
EU repetir su clásico modelo hemorrágico a Arabia Saudita e Irán?
Ambrose Evans-Pritchard, feroz portavoz de la casa real británica, enuncia que la colisión de Arabia Saudita con Irán
se acerca al punto peligroso del mercado del mundo petrolero.
Evans-Pritchard asevera que la
agravada minoría chiíta, 15 por ciento (sic) de la población de Arabia Saudita, “se encuentra sobre los gigantes (¡supersic!) campos petroleros sauditas en la Provincia Oriental, donde destaca la ciudad de Qatif (http://goo.gl/tVOK8U)”.
Cita a Alí al-Ahmed, director del Instituto de Asuntos del Golfo, con sede en Washington, quien expone que
Qatif es el centro neurálgico de la industria petrolera saudita, la
gran estación centraldonde
12 oleoductos desembocan juntos para abastecer las inmensas terminales de petróleo en Ras Tanura y Dharan, y son vulnerables a ataques de
pisa y corre(http://goo.gl/3HOKTe).
Evans-Pritchard destaca que
la mayor parte de los 10.3 millones de barriles al día de producción de Arabia Saudita, vigilada por 30 mil guardias,
atraviesa el corazón chiíta, que ahora hierve con furia, cuya
interrupción de unos pocos días puede provocar un pico del petróleo–a 200 dólares o más el barril–,
y gestar una crisis económica global.
¡El maná geopolítico por el que suspiran los especuladores de hedge funds de Wall Street/La City (Londres)!
Hay que seguir con microscopio electrónico las posturas de Turquía
(única potencia sunita de la OTAN), Pakistán (única potencia nuclear
sunita) y Egipto (máxima potencia militar árabe), que ha adoptado una
prudente actitud neutral, más por sus lazos recientes con Rusia y China y
su repulsión a los
Hermanos Musulmanes–patrocinados por Turquía y Qatar– que por su amor a Irán.
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